VIVA ZAPATA

 

 

 

 

 

 

 

 

El enorme éxito de "Un tranvía llamado deseo" harían repetir a la pareja formada por Elia Kazan y Marlon Brando para narrar las acciones del líder militar Emiliano Zapata durante la revolución mexicana de principios del siglo XX, un recorrido desde sus inicios como rebelde campesino hasta su consagración definitiva como figura importante encargada de luchar por la libertad de las tierras aztecas. Dicha biografía con dura crítica hacia la corrupción del poder estaría sacada del libro de Edgecumb Pinchon donde el escritor californiano John Steinbeck  se encargaría de convertirlo en guión cinematográfico. El papel principal recaería en Marlon Brando para llevar a cabo la figura del revolucionario, muy a pesar de Anthony Quinn que aun teniendo descendencia azteca y habiendo su padre combatido en la revolución mexicana tendría que conformarse con un papel secundario interpretando al hermano mayor de Zapata, eso si con dicho trabajo sería premiado con el primer oscar de su carrera. También intervendrían en la obra la actriz Jean Peters como la sufrida esposa de Emiliano Zapata, un debutante Joseph Wiseman como el despiadado Fernado Aguirre o Alan Reed  poniéndose en la piel de Pancho Villa. La partitura musical compuesta por Alex North estaría formada por melodías típicas del pueblo mexicano. Entre sus escenas hago mención el momento de Emiliano Zapata regalando después de una batalla su preciado caballo a un valeroso niño o un preocupado Marlon Brando durante su noche de bodas pidiéndole a su esposa que le enseñe a leer. Como curiosidad, ese mismo año Elia Kazan delataba a sus antiguos compañeros del partido comunista en la denominada caza de brujas de la época del McCarthismo. Frase para recordar:

 

 

- "Un hombre cuyos sentimientos han nacido de la ira y del odio, ¿está en condiciones de  traernos la paz y de gobernar en paz?"-.

 

 

El contexto de la producción es complejo. Producido en Hollywood por un anticomunista bien conocido durante la Guerra Fría, ¡Viva Zapata! no solo trató de contar la historia de una figura icónica de la Revolución Mexicana, sino también quiso hacer comentarios sobre el estado del gobierno en los Estados Unidos y sobre los peligros del comunismo. El guionista Steinbeck y el director Kazan intentaron hacer una historia de advertencia sobre la manera en la que los movimientos revolucionarios se hacen tan corruptos y represivos como los líderes que intentaron derrocar. Sin embargo, con la película también quisieron retratar a Zapata como líder ideal. El estado de Morelos, que está localizado al sur de la Ciudad de México, tenía una cultura de agricultura muy rica y diversa hacia finales del siglo XIX. Sin embargo, las granjas campesinas fueron tomadas por terratenientes grandes que tuvieron éxito cultivando caña. ¡Viva Zapata! abre con campesinos pidiendo al presidente Porfirio Díaz que intervenga contra los terratenientes. Cuando regresan los campesinos a su tierra para verificar los jalones antiguos son atacados por tropas federales. Sólo Zapata, su hermano, y su banda de rebeldes se juntan para pelear para los campesinos. Esta película es una celebración simple e idealizada de la Revolución Mexicana y su dimensión rural. Zapata y su liderazgo son el enfoque de la película.

En ¡Viva Zapata!, Elia Kazan sigue con la temática preferida: la de personajes que luchan por cambiar su entorno, a menudo corrupto, en pos de una sociedad idílica y utópica. Todo ello envuelto en un cine de compromiso. En esta película, se intenta humanizar y glorificar a Emiliano Zapata. Para dar una apariencia auténtica, Zanuck y Kazan estudiaron las numerosas fotografías que se tomaron en los años de la Revolución, entre 1909 y 1919, durante la que Zapata lideró la lucha por la restitución de las tierras que habían sido arrebatadas durante la dictadura de Porfirio Díaz. Kazan quedó impresionado especialmente con la colección fotográfica de Agustín Casasola e intentó recrear su estilo visual en el filme. Además, para tratar de ser más correcta con la historia de la Revolución, Steinbeck hizo una investigación extensa sobre Zapata y también organizó entrevistas con miembros del movimiento zapatista. En esta investigación, por ejemplo, Steinbeck descubrió evidencia que indicó que Zapata estaba casado con Josepha. La adición del personaje Fernando, quien tomó el rol del consejero de Zapata, ha tenido un gran impacto en la interpretación de la película. Kazan y Steinbeck fueron criticados por el personaje de Fernando porque las críticas pensaban que el personaje era un organizador comunista. Otros personajes poco históricos eran Eufemio, el hermano de Zapata, y Pablo, el socio de Zapata. Estos dos personajes lo traicionaron y no solo a él, sino también a la Revolución entera. La complejidad de la Revolución hizo que la representación de Madero difiera mucho de la realidad histórica. En ¡Viva Zapata! Madero era mucho más débil que en la realidad y la película deja de mencionar que Madero, junto con Huerta, trató de conspirar contra Zapata. Elia Kazan retrata el México rural de principios del siglo XX. Es una obra lírica tanto en su aspecto argumental como en el estético.

 

 

 

Magistral recreación de la figura del famoso revolucionario mexicano Emiliano Zapata en tiempos del dictatorial poder de Porfirio Díaz. La historia está dirigida brillantemente por Elia Kazan en una de sus variadas y exitosas colaboraciones con su buen amigo Marlon Brando. Con un gran trabajo en el guión, Kazan nos presenta a un Zapata, representado de forma espléndida por Brando, desde un punto de vista histórico y humano, heroico y terrenal, inmerso en una lucha encarnizada por el derecho natural del hombre, con una mirada al idealismo, al poder corrupto y corruptor, a la confianza, la libertad, la avaricia o la traición, todo ello narrado con intenso ritmo. Brando aparece flanqueado por magníficos actores, entre los que destaca su hermano Eufemio, caracterizado por Anthony Quinn, quien ganó el Oscar como actor secundario por este papel; la bella Jean Peters como sufrida esposa; y el periodista insidioso, incorporado por Joseph Briesman. Esta obra maestra de Elia Kazan, además de retratar un periodo histórico muy importante en el país azteca, establece una acerada definición psicológica de sus personajes, refunde lo épico de manera admirable, y constituye una meritoria descripción del México rural en la época revolucionaria. Desde su rodaje, la película estuvo llena de curiosidades propiciadas por Kazan y Brando, ya que tanto el director como el actor habían triunfado un año antes con la película Un tranvía llamado deseo. La historia de cómo Brando se quedó con el papel de Emiliano Zapata queda para la anécdota. Dicen, que el actor mexicano-estadounidense, Anthony Quinn, deseaba interpretar a Emiliano Zapata; sin embargo, el favorito de Kazan era Brando. Para arreglar sus diferencias, Brando y Quinn fueron a orinar al Río Grande, y quien orinara más lejos se quedaría con el personaje.  Lo demás es historia. Además, la pasión por defender distintas causas, llevó a que Marlon Brando tomara con intensa seriedad su personaje:

-“¡Viva Zapata! era una película bastante buena, pero creo que Gadg cometió el error de no exigir a todos los integrantes del reparto que hablaran con acento mexicano. Yo imité un poco ese acento, aunque no del todo bien, y la mayoría de los actores hablaban el inglés corriente, lo cual resultaba irreal”.-

( manifestó Brando.).

 

Irónicamente el director Elia Kazan era uno de los principales enemigos de los directores, actores y actrices comunistas en aquel tiempo. Por tal razón es que en ¡Viva Zapata!, se refleja un odio hacia el comunismo. No obstante, Brando accedió al guión por su larga amistad con el director. Brando comenta de Kazan:

 

- “Es el único que me ha estimulado de verdad, se metía en el papel conmigo y prácticamente lo interpretaba conmigo. Era diferente: elegía buenos actores, los estimulaba a que improvisaran y mejoraba la improvisación”-.

 

Se rodó en Durango (Colorado), Nuevo Méjico, Río Grande City y Roma (Texas) y en Méjico. Ganó un Oscar y 5 nominaciones (actor, decoración, argumento, música y guión). Obtuvo un BAFTA (actor extranjero) y una nominación (película). En Cannes ganó el premio al mejor actor.

 

 

La acción tiene lugar en el Sur de Méjico, entre 1909 y 1919. Narra la historia de Emiliano Zapata, líder del movimiento campesino que reclama las tierras propias ocupadas por terratenientes. Ante el fracaso de las gestiones pacíficas, se erige en uno de los cabecillas de la insurgencia contra el presidente Porfirio Díaz, despótico y tiránico. En marzo de 1911 se incorpora con los suyos a las fuerzas maderistas, que junto con las de Pancho Villa provocan la caída de Díaz. El nuevo presidente, Francisco Madero, es asesinado (1913) por el general Victoriano Huertas, que se proclama presidente. El desarrollo de la guerra lleva Huertas al exilio y Venustiano Carranza, jefe de una facción revolucionaria, ocupa la presidencia, desde la que derrota a Villa y busca la muerte de Zapata.

Hablemos de tandems: Por una parte y como pareja, Elia Kazan y Marlon Brando, que, allá por los años cincuenta nos dejaron obras del calado de La ley del silencio y Un tranvía llamado deseo, juntamente con ¡Viva Zapata! y en el otro rincón tenemos a John Steinbeck, habitual también de Kazan. Ahí queda también para la posteridad, su colaboración en la mítica de James Dean, Al Este del Edén. Reconozco la valía de Steinbeck, autor de Las uvas de la ira, pero puestos a elegir me quedo con Tenesse Williams y su Tranvía llamado deseo. Y prefiero el Brando a lo Kowalski, camisetas sudadas incluidas a un buen Zapata con sombrero charro a cuestas. En cualquier caso, ambas interpretaciones, y si lo desean incluyan la de La ley del silencio, son excepcionales. Y digo más, Anthony Quinn, con Oscar y todo, esta extraordinario, pero Brando está que se sale de la pantalla. Pero como lo cortés no quita lo valiente, la película me llega como hizo Un tranvía llamado deseo. Tal vez es que estoy comparando lo incomparable y también encuentro, pero en tono menor pasiones desgarradas o desgarradoras y lo que encuentro son parábolas como esa de que los héroes que mueren por el pueblo y sus convicciones se vuelven más peligrosos que cuando estaban vivos. Es verdad. No pongo en duda este tipo de cosas. Simplemente digo que la película de Kazan deriva hacia los cuentos morales de forma demasiado descarada. Recuérdese por ejemplo la escena donde Zapata rodea con un circulo el apellido de un campesino demasiado audaz. Tan audaz como lo fue él. Y ese instante mágico ilumina su conciencia un tanto apagada y le hace reaccionar. Ahora bien, las películas de Kazan son películas de actores. Y esta lo es. Las interpretaciones son geniales. Y si además la fotografía es buena y la música acompaña bien,  vemos una muy buena película, conocemos algo la historia de un país como México y sobre todo que, por efecto de la moralina, nos levantamos de la butaca quizás un poco más humanos de lo que nos sentamos. Aventuras, acción, emoción,  un personaje mítico, un guión con momentos estupendos, unas interpretaciones soberbias, increíble Brando, su mirada o su rostro pueden reflejar de forma admirable ira, piedad, dolor, angustia, pasión, odio, amor, cualquier matiz, sin despeinarse, como el que no hace nada, de forma natural, lo ha demostrado en tantas ocasiones. Pero no olvidemos a Quinn, secundario de lujo casi siempre, protagonista también algunas veces, aunque pocas. Y la bella Jean Peters, algo histriónica en alguna escena pero en general a buena altura. En la dirección Elia Kazan, director nada querido por sus compañeros, pero galardonado y reconocido, siempre melodramático con una tendencia al exceso, pero siempre mas preocupado por buscar la parte más sensible del espectador. Aquí también nos castiga con algunos de estos momentos, pero justo es decirlo nos regala otros antológicos, cuando los campesinos en silencio van saliendo al camino por donde los esbirros llevan atado a Zapata, o en otra escena cuando Zapata le pide el reloj a Madero, o al comienzo cuando el mismo Zapata le dice al presidente que con la paciencia no se come, son sin duda instantes extraordinarios de ese cine con mayúsculas que tanto nos agrada. No se lo que hubiera sido de esta cinta si la hubiera dirigido otro que no fuese Kazan.

 

 

 

 

La vigencia del cine es a veces pasmosa, han pasado cien años de los hechos que nos relatan y puede parecernos que están sucediendo ahora, ha cambiado tanto nuestro mundo en este tiempo, y a la vez  tan poco. Esos campesinos a los que arrebataban sus tierras me recuerdan a esos parados a los que arrebatan sus trabajos o cierran sus empresas, esos campesinos a los que arrojan las migajas tienen mucha similitud con los trabajos basuras de hoy en día en estas sociedades nuestras que se llaman del bienestar. Esos campesinos a los que llaman a luchar para quitar a un amo y después poner a otro que seguramente les explotará aún más, me recuerda tanto a esos parados a los que antes mencionaba, a los que llaman a votar con promesas y expectativas que nunca se cumplen. Ya se que es demagógico y tendencioso en parte lo que estoy diciendo, también es apocalíptico y sobre todo descorazonador. Debe de haber algo de esperanza aún, un margen para el optimismo, donde está nuestro Zapata para guiarnos, quizás la respuesta nos la da el mismo Zapata en la película, cada uno hemos de luchar por lo nuestro, no podemos esperar que nadie nos regale nada. En cualquier caso si que nos regalan casi dos horas de cine de gran nivel, que conmueve y emociona y difícilmente le podemos exigir más. Prestigiosa película de Kazan. Es la biografía del inculto, bravo y popular revolucionario mexicano Emiliano Zapata. Narrativamente es irregular, dando a veces sensación de querer contar demasiado en poco tiempo, con elementes de western. Loable indiscutiblemente desde el plano exclusivamente formal y técnico-artístico, hay que considerar también que Brando resulta idóneo en su papel de Zapata, mientras son Quinn y Wiseman…¿existió de verdad el odioso personaje del corresponsal arribista? los que hacen grandes trabajos. Película de excelente fotografía y mensaje: se puede matar a un hombre y al líder de una revolución, pero no el alma de éste para que su pueblo siga su hermosa y legítima batalla. ¡Y cuántas revoluciones se llegarían a culminar así, sino se interpusieran los inevitables quistes molestos que surjen desde dentro de ellas!. Y es que la revolución de Zapata, mientras éste vivió fue limpia, diáfana, lírica, hermosa y lograda. Lo que sus hijos hayan hecho después es otra película. Dirigida por Kazan, es uno de los mejores retratos cinematográficos sobre el héroe revolucionario Emiliano Zapata, y aunque es una película norteamericana,  y en blanco y negro, es muy superior a una versión mexicana reciente y a color..“¡Viva Zapata!” cuenta con las actuaciones de dos monstruos del cine clásico de Hollywood: Marlon Brando y Anthony Quinn. Antes de verla, pensé que era una burla y casi un sacrilegio vestir a Marlon Brando de charro, ponerle bigote y personificarlo como Emiliano Zapata, pero al ver el film me di cuenta que me equivoqué, u que el actor norteamericano representó excelentemente su papel.

 

La película retrata la revolución no al estilo de las monografías de escuela, ni según las hagiografías nacionalistas, sino de una manera heterodoxa: presenta la razón de su lucha, su condición de analfabeto y su amor por una hermosa ranchera; además, hay una secuencia en la que Zapata pide a su mujer que le enseñe a leer, ella coge una Biblia y comienza con el primer capítulo del Génesis, el cual él repite como un niño. Un dato anecdótico de esta producción es que el año que el director Elia Kazan estrenaba la película dándole honor al héroe revolucionario, él mismo delataba a sus antiguos compañeros de filiación comunista. Mención aparte merece el actor mexicano Anthony Quinn, quien interpreta un excelente Eufemio Zapata, hermano del caudillo. Con su imponente presencia, Quinn llena la pantalla y de no haber alternado con Brando, sin duda aquél se hubiera comido al personaje principal.

 

 

 

Las licencias ajenas a la realidad de los hechos son constantes, como puede ser lo ocurrido con Pancho Villa, personaje apenas retratado; y, más importante aún, los acontecimientos históricos están perfilados y con mucho detenimiento. Es verdad que el hilo argumental, a grandes rasgos, se sostiene, pero las ideas, los porqué, los frentes y los bandos, se desconocen casi desde el principio, aumentando el desconcierto cuanto más se avanza en la trama. Por cierto, Anthony Quinn, brillante en todo lo que hace, y aquí cada escena con Brando es un bocado de talento irrecuperable. Lo mejor son algunas reflexiones interesantes y los conflictos políticos e ideológicos, plenamente vigentes; sólo hay que ver cómo está el mundo. La violencia como medio para alcanzar el poder o conseguir un fin, el pueblo en armas, la desconfianza hacia el sistema y el significado discutible y discutido de términos como «democracia» o «libertad» son ideas presentes en «¡Viva Zapata!». Cierto personaje se pregunta si «de una acción mala puede salir algo digno», pregunta que deberíamos hacernos todos en todo momento, y quizá de esta manera dejaríamos de mitificar lo que es imposible de mitificar. Emiliano Zapata fue un Héroe con mayúsculas. De pocos personajes puede sentirse tan orgulloso el pueblo mexicano, como de este analfabeta, domador de caballos, que luchó como nadie en defensa de la restitución de tierras y de la libertad. Quizás, lo más admirable en esta figura histórica, fue su coherencia y su desprendimiento hasta el último día de su vida. Jamás se dejó tentar por el afán de poseer, nunca se sintió importante ni buscó serlo, y siempre eludió caer en la trampa materialista de hacerse rico a costa de lo que, bien sabía, pertenecía al campesinado diferencia de aquellos revolucionarios que solo lucharon porque envidiaban lo que los “poderosos” tenían, a Emiliano Zapata le animó siempre el ferviente deseo de recuperar las pertenencias del pueblo y devolverle su paz y su integridad. Valiente, afectuoso y perseverante, “el miliano” como lo llamaba la gente de Morelos, supo granjearse un lugar en el alma de su gente y contó con su respaldo hasta que llegó el cobarde complot que terminó con su vida. En 1910, se había iniciado la Revolución Mexicana porque el aguantador pueblo estaba ya hasta el cuello de los excesos y abusos del dictador Porfirio Díaz, quien había llegado al poder desde 1876, primero en forma interina y luego de manera permanente desde 1884. Con la vista gorda de su gobierno, los terratenientes, que ansiaban hacerse más y más ricos sembrando caña de azúcar, expandían sin límites sus territorios mediante el desplazamiento forzado de los pequeños propietarios. Y así, la expoliación, la pobreza y la miseria, campeaban por una gran parte del territorio mexicano. y lógicamente esto no podía seguir asi...El anuncio de Díaz de proponerse para una ¡décima reelección! fue la gota que colmó el vaso… y el pueblo estalló en furia, porque ya no lo aguantaba ni un día más en el poder. Es entonces que, el también candidato a la presidencia Francisco Madero -refugiado por seguridad en los EEUU- llama a la rebelión. a Pancho Villa formando su ejército en el norte y a Emiliano Zapata que se levanta en el sur. Independientemente de la vida de su autor, viendo "¡Viva Zapata!", más de medio siglo después, no se puede negar la calidad de su conjunto, ni dejar de valorar en su justa medida la valentía de su mensaje, uno de los escasos ejemplos de cine crítico y de compromiso social de la meca del cine en tiempos de guerra fría. La versatilidad de Marlon Brando queda patente en su admirable recreación del líder revolucionario mejicano. Una película excepcional que narra la etapa revolucionaria mejicana de comienzos del siglo XX. Una época violenta plagada de golpes de estado y guerras fratricidas. Zapata es un campesino analfabeto pero de firmes convicciones morales y comprometido con su pueblo con el que luchará para defender sus tierras. Sin embargo a pesar de lograr victoriosas batallas, la gestión de la paz acaba desembocando en nuevos conflictos que parecen no terminar nunca. La película es una exaltación de los valores de un líder carismático al que su pueblo respeta por su generosidad, compromiso y determinación. Jean Peters interpreta a la mujer de Zapata con su virginal belleza, mientras que Joseph Wiseman es el siniestro colaborador de los zapatistas en otra actuación de diez. El resto de los secundarios es excelente, los amigos y compañeros del revolucionario mejicano están muy bien escogidos y realizan magníficas interpretaciones.

 

 

El guión está bien documentado y resulta didáctico para entender los convulsos tiempos que se vivieron en Méjico a comienzos del siglo XX. La historia está narrada de forma amena y en poco más de cien minutos Elia Kazan consigue otra obra maestra para el Séptimo arte. Hay muchas cosas que me gustan de Kazan, pero la que siempre me ha llamado la atención es su potencia narrativa, su capacidad para crear un realismo descarnado que nos impacta y donde no suele tener cabida la compasión. Maneja personajes de fuertes personalidades y complejidades emocionales sin caer nunca en la caricatura ni en el folletín. Sus obras son intensas y apasionadas.....Estoy de acuerdo totalmente con los que lo consideran uno de los grandes. Aquí la dirección de Kazan es la de un artista en estado de gracia. Narración fluida, multitud de primeros planos de rostros expresivos, curtidos y sudorosos, que mantienen la veracidad de la narración, alguna larga escena memorable sin diálogos, como la llegada de los campesinos que se van uniendo a Zapata arrestado por primera vez para provocar su liberación, empezando todo con el golpear de piedras, y muchos momentos emotivos, tensos, de una intensidad de tal altura que nos abruma. Como suele ser marca de la casa, no escatima en mostrar la realidad con toda su crudeza, igual vemos a las ametralladoras descargando sobre mujeres en un maizal, que a un campesino arrastrado por el camino por una soga al cuello atada a un caballo. Pero lo que sobresale por encima de todo en esta película redonda es el guión, magistral, que enfoca el personaje de Emiliano Zapata desde la humildad, no se nos muestra a un héroe que brilla sobre la multitud sino a un campesino que se ve obligado a defender a su pueblo, un hombre con unos principios básicos pero muy arraigados sobre la tierra y los hombres que la trabajan, con una rabia incontenible ante las injusticias, que se ve continuamente decepcionado por la naturaleza política y que finalmente se siente incluso angustiado por el propio peso del liderazgo. Es este Zapata un hombre con debates internos que dirime en silencio, de gesto sombrío al que le cuesta expresar sus sentimientos, que desea aprender a leer y que desearía haber tenido otra educación más completa , y que como líder intenta inculcar en sus hombres la autoestima y la fe en sí mismos (“esta tierra es vuestra pero debéis defenderla, siempre estáis buscando jefes pero sólo hay hombres como vosotros, un pueblo unido es la única fuerza duradera…”). La humanidad exenta de divismo con la que está tratada la figura de Zapata la he visto muy pocas veces en el cine en una figura legendaria. Diría que casi me pareció que era la historia de un hombre que nunca quiso ser un líder, pero que se vio al frente de un ejército revolucionario ante su incapacidad de permanecer quieto viendo como su pueblo era esquilmado.

 

Además, para abarcar un período de varios años, mantiene un tempo narrativo compacto, donde sólo hay una elipsis entre el asesinato de Madero y la huida del General Huerta que se resiente un poco, pero que no llega a menoscabar la calidad de un guión que además ofrece simbolismos, como el caballo blanco emblema de la libertad y paradojas aleccionadoras (Zapata ejerciendo de presidente señalando el nombre de un campesino insolente, exactamente como le ocurrió a él en sus inicios, o la personificación en su hermano de los defectos humanos que se encuentran detrás de la figura del héroe una vez deja de luchar por unos ideales).

 

Kazan siempre ha sido considerado un gran director de actores, y aquí sólo podemos decir que el nivel interpretativo es excelso.

Puede sorprender lo que voy a decir, pero considero la interpretación de Brando un ejemplo de contención puesto al servicio de la historia en beneficio del resto del reparto, como núcleo a través del cual gravitan y lucen el resto de personajes. El personaje de Zapata es parco en palabras, escueto en su forma de comunicarse, sólo da rienda suelta al verbo cuando habla de la tierra y del pueblo que debe defenderla.

 

 

 

Brando enriquece todo lo que toca, es una gama impresionante de miradas, gestos y pausas que nos transmite en este film un Emiliano Zapata irrepetible..

 

 

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