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RITA HAYWORTH
NADIE LA HIZO SOMBRA, FUÉ ÚNICA HASTA EL FIN DE SUS DÍAS
UNA REINA, UN SÍMBOLO....
El resultado....una de las mujeres mas bellas del mundo
Rita, nació en Brooklyn, fue una de las actrices más emblemáticas y glamurosas de la época dorada del cine y diva máxima de Hollywood de la década de 1940. Ocupa el puesto 19º en la lista del American Film Institute de las grandes estrellas del Séptimo Arte y fue apodada «la diosa del amor» por la prensa rosa de su tiempo debido a su extraordinaria belleza y la enorme atracción que ejercía sobre el público masculino. Gilda, su mítico personaje, es considerado hasta la actualidad como el prototipo de la belleza femenina. Hija del bailarín español Eduardo Cansino Reina, de origen sefardí y natural de la localidad sevillana de Paradas, y Volga Margaret Hayworth, una bailarina estadounidense de los Ziegfeld Follies, de origen irlandés. Su tía, Elisa Cansino y el marido de esta, el actor argentino Manuel Devesa, afirmaron que fueron quienes la enseñaron a bailar. Su padre era pariente de Rafael Cansinos Assens. Su mismo padre apreció su talento natural, por lo que empezó su carrera como bailarina junto a él con su nombre real, Rita Cansino —tanto Marga como Rita son los diminutivos habituales de Margarita— a la edad de trece años. Él la obligaba a fingir que era su mujer y no su hija, no solo en el baile... se sabe que abusó de ella sexualmente y marcó su comportamiento a futuro. Su debut artístico se produjo tras la lesión de espalda de su tía Elisa Cansino, que era la compañera de baile de su padre en los escenarios hasta ese momento.
Llegó a Hollywood en 1933 como miembro del Spanish Ballet y pudo empezar a filmar gracias a la ayuda del compositor José Iturbi y a las influencias del diplomático español en Estados Unidos Lázaro Bartolomé y López de Queralta. Desde 1935 participó como actriz en papeles secundarios, realizando muchas películas de cine B en las que sobre todo destacó por sus dotes para la danza y por su aspecto. De esta etapa destaca la película Charlie Chan en Egipto (1937), de Louis King, película perteneciente a la saga dedicada al célebre detective oriental, en la que trabajó junto a Warner Oland, que encarnaba a Chan. Su primer marido fue Edward Judson, con quien se casó a los dieciocho años a pesar de la oposición de sus padres...El la lanzó al estrellato, convirtiéndola en su mejor inversión personal. Judson también le consiguió un contrato con Columbia Pictures, que necesitaba estrellas importantes y a quien la actriz acabaría colocando entre las primeras compañías cinematográficas, reportando a la empresa millonarios ingresos solo con su presencia.... «Rita Hayworth es la Columbia», dijo en una ocasión Frank Sinatra"... Para entonces, Harry Cohn, magnate de la productora, se enamoró de ella. La presión y las disputas por este motivo entre la actriz y el productor darían mucho que hablar entre los profesionales de la industria...él estuvo toda la vida obsesionado con ella, pero Rita no respondió nunca a sus requerimientos amorosos.
Su primer papel importante fue como actriz secundaria en la película Sólo los ángeles tienen alas, de Howard Hawks, lo que hizo que la crítica cinematográfica se empezara a fijar en ella. Poseía una personalidad tímida y bondadosa, ambigua entre lo cálido y lo frío en sus relaciones que contrastaba con su fuerza y enorme impacto en la pantalla. En este filme compartió cartel con Cary Grant, Jean Arthur y Thomas Mitchell. Luego rodó una comedia junto a Brian Aherne: Una dama en cuestión, de Charles Vidor. Pero sería en el filme Gilda en que el personaje erótico y la verdadera Hayworth se fundirían. Hayworth ingresó triunfante tras esos éxitos en la 20th Century Fox —compañía que años atrás la había rechazado—, reclamada por el director Rouben Mamoulian, para interpretar a Doña Sol en la superproducción basada en la novela de Vicente Blasco Ibáñez, Sangre y arena, junto a Tyrone Power y Linda Darnell. Esta película significó su lanzamiento como sex symbol, indiscutible durante toda una década. Su carrera la convirtió en una de las grandes estrellas de su época y en la actriz mejor pagada del momento. Luego intervino en dos magníficas comedias musicales de amplio eco popular, junto al gran Fred Astaire: Desde aquel beso, de Sidney Lanfield, y Bailando nace el amor, de William A. Seiter. Estos éxitos y su talento la llevaron a protagonizar un musical ya clásico, Las modelos, de Charles Vidor, junto a Gene Kelly y Phil Silvers, filme innovador en su día, al ser de los primeros en trasladar los números de baile de salón a ambientaciones callejeras. En esa época rodó también The Strawberry Blonde, de Raoul Walsh, junto a James Cagney y Olivia de Havilland; Mi mujer favorita, de Irving Cummings una cinta de corte biográfico junto a Victor Mature y Carole Landis; y Esta noche y todas las noches, de Victor Saville, un musical que fluctúa entre la comedia y el drama. El mundo acabaría cayendo rendido a sus pies, estrella de películas como Gilda, Bailando nace el amor y Mesas separadas. Pero tal y como nos descubre Barbara Leaming en Si aquello fue felicidad, biografía publicada en 1989... Lo que le sucedió a Margarita de niña la marcó para siempre.
Rita, era una magnífica bailarina y actriz, irradiaba luz al actuar. “Se aprendía los pasos más rápido que nadie que yo haya conocido”, dijo de ella su compañero Fred Astaire, según la propia Leaming. “Le enseñaba una rutina antes de comer y después de comer ya la hacía a la perfección. Al parecer se la imaginaba y aprendía mientras comía”. No obstante, según su también coprotagonista James Cagney, una vez terminaba de trabajar “se volvía a su silla y se quedaba ahí sentada sin comunicarse con nadie”, un posible indicio del trauma que se mantenía oculto bajo su personalidad deslumbrante. Se casó nada menos que en cinco ocasiones, tuvo relaciones con Howard Hughes, Victor Mature, David Niven y Kirk Douglas. Pero no halló mucho consuelo en sus relaciones: “Los hombres se acuestan con Gilda, pero se despiertan conmigo”, afirmó en una ocasión. “Sentí algo en lo más profundo de su ser que yo no fui capaz de evitar, una soledad y tristeza que me arrastraban. Tuve que alejarme de ella”, recordó en su día Douglas, refiriéndose a su encuentro amoroso. Pero no pudo escapar ni de su pasado ni de sus problemas, por mucho que intentara huir de ellos. “Ya ves cómo era. Toda su vida fue puro dolor”, le confió a Leaming su segundo marido
Más adelante Hayworth le contaría a Orson Welles que su padre abusó sexualmente de ella en aquella época. Al poco, la familia se mudó a Chula Vista, cerca de la frontera mexicana, para que Hayworth y su padre pudieran bailar para peces gordos de Hollywood de la talla de Carl Laemmle Jr. y Joseph Schenck en los lujosos clubes nocturnos de Tijuana. Mientras sus hermanos jugaban con los niños del barrio, Hayworth “nunca pudo unirse a sus juegos, aunque a menudo se sentaba en el porche con la vista hacia delante, aparentemente observando cómo jugaban”. Su vecina Loretta Parkin le contó a Leaming que ella y el resto de los niños solían asomarse a la ventana del salón de los Cansino para poder echar un vistazo a la misteriosa Margarita mientras ensayaba con su padre. “Él la gritaba y le decía cosas como ‘¡No hagas eso! ¡No seas tan estúpida!’, rememoró Parkin. “Era un hombre más bien menudo, una especie de gallito de pelea… nunca la escuché contestarle, ni una sola vez. Se limitaba a volver a repetir la rutina de baile hasta que él quedaba satisfecho”. Parkin se sentía fatal por aquella niña tan tímida. “Rita no tuvo vida, colegio, amigos ni amigas. Solo le quedaba esperar sentada hasta que llegaba el momento de volver a Tijuana”.
En 1937, Hayworth se casó con Eddie Judson, su primer marido, un ex vendedor de coches que le doblaba la edad. “Me casé con él por amor, pero yo fui solo una inversión para él. Durante cinco años me trató como si no tuviese mente ni alma propias”, contó la propia Rita. Decidido a convertirla en una estrella, Judson forzó a su timidísima esposa a participar en rondas promocionales interminables con tal de generar publicidad, lo que le granjeó el apodo de “la mujer más dispuesta a cooperar de todo Hollywood”. Para hacer que tuviese un aspecto menos “latino”, Judson la obligó a someterse a dolorosos tratamientos electrolíticos para hacer retroceder su nacimiento del pelo, así como a teñirse su larga melena.
Al parecer, Judson también la animó a acostarse con hombres influyentes. En una ocasión, Judson planeó que su mujer se subiese en un yate y pasara la noche con Harry Cohn, el director de los estudios Columbia célebre por su grosería que acababa de contratarla. Hayworth se negó a acostarse con él, lo que desencadenó una disputa que consumió al magnate cinematográfico y a su mayor estrella durante las dos décadas siguientes. Para vengarse, Cohn faltó descaradamente al respeto de Hayworth sirviéndose de artimañas tales como utilizar el baño delante de ella y humillarla constantemente, según se narra en Si aquello fue felicidad. “Lo único que quería Harry Cohn era vengarse por no haber tenido ninguna relación sexual de ningún tipo con Rita, algo que lo molestaba más allá de lo imaginable”, le confesó su amigo Bob Schiffer a Leaming. La autora describe así el momento exacto en el que el magnate trató de concretar su venganza en el rodaje de Los amores de Carmen.... Una criada colocada junto a la puerta del camerino de Rita le mantenía informado sobre quiénes entraban y salían, mientras que un micrófono instalado en el interior captaba sus conversaciones privadas. Rita sabía lo del micrófono desde hacía tiempo, pero también era consciente de que si se deshacía de él pronto le instalarían otro. Así que susurraba los detalles más íntimos de los que no quería que Cohn se enterara. Pero si algo no se esforzó en ocultar fue su desprecio hacia Harry Cohn y sus secuaces. “Los odiaba a todos”, me contó Bob Schiffer. “No se anduvo con rodeos a la hora de hacerle saber lo que pensaba de él y los suyos”.
Cohn representaba a todos los hombres despóticos de la vida de Rita, pero fue mucho más que un símbolo. Los dos discutieron por sus contratos, la aprobación de sus guiones y la vida sentimental de Hayworth hasta que en 1957 rodó Pal Joey, su última película para los estudios Columbia. “A medida que iba haciéndose mayor fue teniendo más agallas”, contaba su amiga Roz Rogers. “Creció por dentro. Se fue haciendo más y más fuerte y fue capaz de sobrevivir”.El prodigioso cineasta Orson Welles estaba rodando en Brasil cuando se encontró con la icónica foto de Hayworth en la edición del 11 de agosto de aquel año de la revista Life. "Vi aquel fabuloso fotograma en la revista Life", le dijo a Leaming. “Ese en el que está de rodillas sobre una cama. Y fue entonces cuando lo decidí: ‘Eso es lo que voy a hacer en cuanto vuelva”.Una vez de vuelta en Hollywood, Welles descubrió que la verdadera Hayworth distaba muchísimo de su imagen de femme fatale y de “diosa del amor”. “Toda la figura de la malvada Gilda era una absoluta invención, algo tipo Lon Chaney”, confió a la autora. Con la idea de conseguir atraer a la tímida y dulce Rita, Welles solía fingir que podía leer su mente para que ella tuviese que corregirle. Hayworth disfrutaba divirtiéndose con Welles y sus amigos del Mercury Theater, y al fin fue capaz de congeniar con gente de su edad.
La rutilante pareja contrajo matrimonio el 7 de septiembre de 1943 en Santa Mónica, durante la pausa de la comida de Hayworth en el rodaje de la película Las modelos, con Joseph Cotton como padrino. "Nunca vi una pareja más feliz, más encantada y más adorable", confesó la secretaria Shifra Haran a Leaming. Pero el deber los llamaba: al parecer, cuando un reportero les preguntó si se irían de luna de miel, ella respondió con un escueto “tengo que volver al estudio”. Los recién casados se instalaron en una mansión de Brentwood, donde Welles hizo construir un solarium para que Hayworth pudiese tomar el sol desnuda. Juntos tramaron su huida de Hollywood, tratando de lanzar la carrera política de Welles, que fue reclamado nada menos que por el presidente Roosevelt. “¡Ella odiaba ser una estrella de cine! No obtuvo ningún placer del hecho de serlo. No le aportaba nada”, se lamentaba el cineasta. Errol Flynn, Nora Flynn, Rita Hayworth y su marido Orson Welles se fueron de vacaciones en Acapulco, Rita con su hija Rebecca Welles. Pero el egocéntrico y autodestructivo Welles pronto comenzó a alejarse de Hayworth (entonces embarazada de su hija Rebecca) para coquetear con la rica heredera Gloria Vanderbilt en un pasillo de 21 Club de Nueva York. “Algo sucedió cuando nuestras miradas se cruzaron”, recordaría años después Gloria Vanderbilt, que estaba allí con su marido de aquel entonces. “No paró de tocarme la rodilla por debajo de la mesa y al poco nos cogimos de la mano”.Según Leaming, Welles empezó a frecuentar a trabajadoras sexuales y comenzó un apasionado romance con Judy Garland. También se sintió cada vez más abrumado por la dependencia, el alcoholismo y el temperamento explosivo de Hayworth. Welles le confesó a Leaming que Hayworth montó en cólera tras descubrir que habían colocado una fotografía suya en la prueba de armas nucleares (llamada "Gilda") que detonaron en el atolón Bikini. "Rita casi se volvió loca, estaba enfadadísima"... "Estaba tan conmocionada que quiso ir a Washington, pero Harry Cohn no se lo permitió por considerarlo antipatriótico".
. Poco después, su amiga la actriz Shelley Winters recordó haber acudido a una fiesta navideña con ella Winters perdió la pista de Rita en aquella multitudinaria fiesta. Más tarde, cuando preguntó a la actriz Ava Gardner si la había visto, ésta le señaló una cama donde Rita yacía profundamente dormida bajo un montón de abrigos de piel. Había estado "tan sola y aburrida" que se había quedado dormida y Ava Gardner le había tapado con los abrigos de piel. Cuando Shelley Winters se acercó a Rita para asegurarse de que estaba bien, pudo ver que "su pelo y su cara estaban hechos un desastre. Había estado llorando". Pese a reconciliarse por un breve período de tiempo durante el rodaje de La dama de Shanghái (en la que Welles hizo que se cortara su icónica melena y se la tiñese de rubio), su matrimonio se acabó oficialmente en 1948. Welles aseguró haberla amado hasta la misma noche de su muerte. Así lo narra Leaming: Rita le dijo: "Ya sabes que la única felicidad que he tenido en mi vida ha sido a tu lado". Welles se sintió sobrepasado por la culpa de haberla tratado tan mal y por la tristeza de la perspectiva que esto suponía de cara a la vida de ella. "Si aquello fue felicidad, imagina cómo habría sido el resto de su vida”, diría sobre su matrimonio.
En 1948, Hayworth apareció en un baile benéfico celebrado en la torre Eiffel con un vestido de Pierre Balmain inspirado en un traje de Françoise de Montespan, amante del rey Luis XIV. Allí pronunció un entrañable discurso en francés, no sin nerviosismo, en favor de los niños afectados por la pobreza y consiguió cautivar a un miembro de la realeza que se encontraba entre los asistentes: el legendario príncipe Alí Khan.
El príncipe Alí Khan, a quien Leaming describe como un "casanova, sibarita, caballero jinete, corredor de autos, cazador, piloto, criador de caballos, soldado y líder religioso musulmán", era el hijo de Aga Khan, imam de millones de musulmanes ismaelitas asiáticos y africanos. A pesar de estar casado, Khan no tardó en convencer a la famosa azafata Elsa Maxwell para que le presentara a Hayworth. El príncipe persiguió a la estrella por toda la Riviera Francesa llenando sus suites de flores y sobrevolando sus hoteles en su avión privado. Según Leaming, incluso hizo que una adivina le dijera a la supersticiosa Hayworth que debería estar con él. Finalmente, consiguió persuadirla. El príncipe encantador supuso una vía de escape de Hollywood y además resultó ser excelente en la cama. Parece ser que "Alí practicaba un arte amatorio oriental que le permitía controlarse en el dormitorio de manera indefinida”. La boda del príncipe Alí Khan y Hayworth se celebró en el Chateau De L’Horizon en 1949 y un retrato de los dos en Italia aquel mismo año. Su romance escandalizaría al Occidente de la posguerra, lo que provocó una animadversión generalizada hacia Hayworth, desde organizaciones como la Federación Americana de Clubes Femeninos hasta el mismísimo Vaticano. Planearon casarse el 27 de mayo de 1949. Dado que la legislación francesa exigía que los matrimonios se celebrasen en público, la ceremonia tuvo lugar en el ayuntamiento de Vallauris y su cortejo nupcial estuvo formado por "siete príncipes, cuatro princesas, un maharajá, un gaekwar y un emir", además de 30 periodistas. Miles de ciudadanos franceses se agolparon en las calles, ansiosos por ver a la nueva princesa.
En la elaborada recepción que la siguió, celebrada en el magnífico chateau del príncipe con vistas al Mediterráneo, Hayworth, embarazada en secreto de su hija Yasmin, “no parecía muy feliz” en palabras de la columnista de prensa del corazón Louella Parsons. Según Leaming, se encontró con un Aga Khan igual de abatido, cuya glotonería resultó en un malestar estomacal. “Demasiado caviar, pero el sociable y mujeriego príncipe (que antes de divorciarse oficialmente de Hayworth, cortejó a Joan Fontaine, Yvonne de Carlo y Gene Tierney) no alteró en absoluto sus costumbres. Hayworth no tardó en convertirse en su acompañante en sus rondas agotadoras de eventos sociales. En uno de ellos, que tuvo lugar en los jardines de las Tullerías, Hayworth se desmayó al verse de repente rodeada por una muchedumbre pidiéndole autógrafos. "Se desmayó cerca de Maurice Chevalier, cuyo esmoquin quedó salpicado por una botella de champán que se volcó", escribe Leaming. "'¡Mi traje nuevo está arruinado!' se oyó gritar a Chevalier, mientras otros se apresuraron a tratar de reanimar a la actriz con un poco de brandy".Constantemente asediada por los ladrones de joyas, posibles secuestradores y paparazzi, empezó a encerrarse sistemáticamente en su habitación durante las fiestas interminables de Khan en las mansiones de la alta sociedad, optando por beber y bailar sola al ritmo de su colección de discos españoles. También se volvió algo errática e impulsiva durante sus frecuentes discusiones de pareja, según Leaming: Cuando declaró estar harta de su vida con Alí y le comunicó sus intenciones de volver a América, el príncipe la acusó tranquilamente de haberse pasado con la bebida. Enfurecida, Rita comenzó a arrojarle objetos, tales como marcos de cuadros, libros, y, tras llamar (no sin cierta teatralidad) a uno de los empleados de la casa para que le trajese un vaso de zumo de naranja, le arrojó el líquido a la cara. Aterrorizada ante la idea de que el príncipe se hiciese con la custodia de la princesa Yasmin, en marzo de 1951 se llevó a sus hijas de Europa a Nueva York. Cuando un periodista le preguntó qué tenía pensado hacer en Estados Unidos, respondió:
“lo primero que haré será comerme un perrito caliente”.
"Después de dejarlo con Alí, Rita fue cuesta abajo y sin frenos”…. Tras un matrimonio desastroso con el cantante Dick Haymes, que en Hollywood era conocido como “Mr. Evil" (“Sr. Malvado”) se vio envuelta en una brutal batalla legal por la custodia de su hija con el príncipe, a lo que se sumaron sus pleitos con Columbia y la pérdida temporal de la custodia de sus hijas. Hayworth finalmente reunió las fuerzas para dejar a Haymes después de que una noche que salieron de copas en el Cocoanut Grove la golpeara públicamente, dejándola con un ojo morado. "Me costó creer que pudiera pasar de ser una princesa a que me trataran así poco después", le contó al parecer a June Allyson. Hayworth se casó por cuarta vez con Dick Haymes en el Hotel Sands Hotel, en 1953. Su matrimonio fracasó y en 1954 recurrieron a los tribunales para disputarse la custodia de sus hijas en pleno divorcio. A principios de la década de los 60, Hayworth empezó a mostrar síntomas de un principio de Alzheimer. Desgraciadamente, sus amigos y familiares diagnosticaron erróneamente su estado de confusión y pérdida de memoria, que achacaron a un grave problema de alcoholismo. En el rodaje de Aguirre, la cólera de Dios en 1972, su capacidad para memorizar frases parecía haberse evaporado por completo. "La llevaba a su habitación y le enseñaba una frase, luego salía y rodábamos con esa única frase. Luego volvíamos a la habitación y memorizaba otra", le contó la maquilladora Lynn del Kail a Leaming. Con sus hijas ya crecidas, la solitaria Hayworth salía a pasear con sus perros en mitad de la noche en Beverly Hills con la esperanza de conversar con los vecinos. Su vecino Glenn Ford, coprotagonista de Gilda, acudía a menudo por las noches para hacerle compañía...Sufría episodios violentos con cierta frecuencia y en una ocasión arrojó una copa a la cara de la bailarina Adele Astaire delante de su hermano, Fred. Otra noche, invitó a cenar a su colega, la también estrella de cine Ann Miller y a otra amiga y acabó ahuyentándolas blandiendo un cuchillo de carnicero mientras gritaba "¿Cómo os atrevéis a invadir mi propiedad privada? No recibo a los cazadores de autógrafos"
Glenn Ford es un hombre dominado por los celos provocados por Gilda en el film del mismo nombre que le dio fama a Rita. No obstante, su fama como mito erótico se consolidó con Gilda (1946), de Charles Vidor, una de las grandes películas del cine negro, en la que Rita interpreta a uno de los personajes femeninos más deslumbrantes e icónicos de la historia del cine y protagoniza dos escenas ya míticas: primero, una sugerente interpretación musical de «Put the blame on Mame», con un striptease tan explosivo como breve —solo se quita un guante....después una bofetada. Estas dos imágenes fueron en la época consideradas demasiado atrevidas en algunos países, que censuraron el filme, que a pesar de ello consiguió record de taquilla en todo el mundo. La bofetada se convertiría en la más famosa de la historia del cine estadounidense; se la propinó a Rita su pareja en el film, Glenn Ford, y aunque ahora se cuestiona como ejemplo de machismo, hay que aclarar que en una escena previa Rita había golpeado igualmente a Glenn Ford. La película fue un escándalo, y en países como España fue considerada «gravemente peligrosa» por la Iglesia católica, debido a la famosa escena musical donde se quita un guante. Esta película la hizo inmensamente famosa, hasta el punto de que se colocó su imagen en la bomba atómica de pruebas arrojada por Estados Unidos sobre las islas Bikini en 1946. Dicha imagen mostraba a la actriz luciendo un traje de baño de dos piezas, razón por la cual, este tipo de bañador comenzó a llamarse bikini. También, a partir de entonces, se suele utilizar la palabra "bomba" para referirse a una mujer de belleza espectacular. Dado el carácter pacifista de la actriz, este hecho la indignó profundamente. Sin embargo, Gilda convirtió a Rita Hayworth en una de las máximas divas de Hollywood de todos los tiempos. También ocasionó una histérica expedición a la Cordillera de los Andes, a fin de enterrar allí una copia de la película, para que se conservase en caso de un desastre nuclear.
Rita consiguió un contrato con Columbia Pictures, productora que necesitaba de estrellas importantes y a quien la actriz acabaría colocando entre las primeras compañías cinematográficas, reportando a la empresa millonarios ingresos solo con su presencia. «Rita Hayworth es la Columbia», dijo Frank Sinatra. Para entonces, Harry Cohn, magnate de la productora, se enamoró de ella. La presión y las disputas por este motivo entre la actriz y el productor darían mucho que hablar entre los profesionales de la industria, y él estuvo toda la vida obsesionado con ella, quien no respondió nunca a sus requerimientos amorosos. Rita ingresó triunfante tras esos éxitos en la 20th Century Fox —compañía que años atrás la había rechazado—, reclamada por el director Rouben Mamoulian, para interpretar a Doña Sol en la superproducción basada en la novela de Vicente Blasco Ibáñez, Sangre y arena (1941), junto a Tyrone Power y Linda Darnell. Esta película significó su lanzamiento como sex symbol, indiscutible durante toda una década. Su carrera la convirtió en una de las grandes estrellas de su época y en la actriz mejor pagada del momento. Este momento de fama internacional también coincide con una de sus crisis en lo personal: su segundo matrimonio, con el célebre director Orson Welles, entró en crisis, y ella declaró a la prensa una frase que se haría célebre:
«Todos los hombres que conozco se acuestan con Gilda, pero se levantan conmigo».
Gilda, el papel más importante de su carrera, fue también el que marcó el inicio de su declive como estrella de Hollywood, ya que nunca consiguió el mismo éxito como sex symbol en ninguna de sus películas posteriores. Sin embargo, fue y es la película que la convirtió en una actriz inolvidable: «Nunca hubo una mujer como Gilda», era el eslogan de la película. Otros títulos destacados de su filmografía son Los amores de Carmen (1948) y La dama de Trinidad (1952), que no lograron reeditar el éxito de Gilda, pese a repetir pareja protagonista con Glenn Ford — Rita fue la mejor 'Carmen' del cine—; Salomé (1953), de William Dieterle, recreando la historia bíblica, junto a Stewart Granger y Charles Laughton; La bella del Pacífico (1953), de Curtis Bernhardt, nueva versión de un clásico de William Somerset Maugham ya adaptado para el cine en la década de 1920; Pal Joey (1957), que fue su último musical y único rotundo triunfo de la actriz ya en su madurez física e interpretativa, que incluye un número que ha pasado a la historia del género; Fuego escondido (1957), de Robert Parrish, junto a Robert Mitchum y Jack Lemmon; y Mesas separadas (1958), de Delbert Mann, junto a Burt Lancaster, Deborah Kerr, Wendy Hiller y David Niven. Singular para el público hispano es la comedia El último chantaje (The Happy Thieves, 1961), donde Rita Hayworth y Rex Harrison encarnan a dos ladrones que pretenden robar del Museo del Prado
Rita nunca fue nominada a los premios Óscar, pero asistió a la 36.ª ceremonia de dichos premios para entregar el galardón a la mejor dirección en 1964, antes de que en la siguiente década empezara a tener problemas de memoria. A finales la década de 1960 y principios de la de 1970 solo trabajó ya ocasionalmente en producciones modestas, de serie B, y en algunas coproducciones europeas, mostrando su declive físico e intelectual, ya que comenzaba a mostrar síntomas de la enfermedad de Alzheimer prematura, que le impedía memorizar bien los guiones. De esta última etapa destacan tres títulos El fabuloso mundo del circo, de Henry Hathaway, junto a John Wayne y Claudia Cardinale; El aventurero, de Terence Young, junto a Anthony Quinn; y La ira de Dios, de Ralph Nelson, que fue su última interpretación en la gran pantalla.
En 1947 rueda junto a su todavía marido, Orson Welles, un filme que fue en su día poco valorado, pero que resultó de enorme trascendencia: La dama de Shanghái. La película no tuvo mucho éxito comercial porque Welles le cortó el pelo, la tiñó de rubio platino, le dio un papel de arpía y la mató al final de la película, cosa que no gustó a su público. Sin embargo, forma parte de la mitología del cine por su narrativa, estilística y ritmo, y Rita Hayworth declaró años después que «sabía que estábamos haciendo un clásico mientras la rodábamos». Pero Gilda, fue el papel más importante de su carrera, fue también el que marcó el inicio de su declive como estrella de Hollywood, ya que nunca consiguió el mismo éxito como sex symbol en ninguna de sus películas posteriores. Sin embargo, fue y es la película que la convirtió en una actriz inolvidable: «Nunca hubo una mujer como Gilda», Para trabajar en el cine tuvo que someterse a dieta, tratamientos electro líquidos y mediante electro depilación se le amplió la frente y se acentuó el pico del pelo. Está considerada una de las estrellas indiscutibles de la historia del cine y de la época dorada de Hollywood. Una mujer de mucha belleza e instinto para la interpretación, con una personalidad y una profundidad que trascendió su trabajo y que, como afirmó el director George Cukor, consiguió que sus fans se interesasen por la persona más que por sus personajes. Durante las décadas de los 50 y los 60, la actriz trabajó poco, bebió demasiado y también tuvo algún que otro amante, entre los que se contaba a un jugador del Real Madrid., pero la enfermedad se la acabaría llevando para siempre en mayo de 1987. Para entonces, la legendaria Gilda no recordaba ni el guante, ni la bofetada, ni la melena pelirroja que había hecho suspirar a millones de espectadores de todo el mundo; los mismos que, pasen los años que pasen, jamás la olvidarán. A finales la década de 1960 y principios de la de 1970 solo trabajó ya ocasionalmente en producciones modestas, de serie B, y en algunas coproducciones europeas, mostrando su declive físico e intelectual, ya que comenzaba a mostrar síntomas de la enfermedad de Alzheimer prematura, que le impedía memorizar bien los guiones. De esta última etapa destacan tres títulos El fabuloso mundo del circo, de Henry Hathaway,
Cuidada y acompañada en sus últimos años por su hija Yasmine, Rita Hayworth cayó en un semicoma en febrero de 1987. Murió unos meses más tarde, el 14 de mayo de 1987, a los 68 años de edad a causa de la enfermedad de Alzheimer en su apartamento de Manhattan.
El servicio fúnebre se llevó a cabo el 19 de mayo de 1987 en la iglesia del Buen Pastor, en Beverly Hills.
Los portadores del féretro fueron los actores Ricardo Montalbán, Glenn Ford, Don Ameche y el coreógrafo Hermes Pan.
Fue enterrada en el Cementerio de Holy Cross, Culver City, California.
Rita es una canción que nunca olvidaremos, los que la admiramos mas allá de las estrellas…