ESCRIBIDME A:

 

mailto:cineparaiso2@gmail.com

 

 

 

 

LOS PUENTES DE MADISON

 

 

 

 

 

 

 

 

Drama romántico de Clint Eastwood. El guión de Richard LaGravanese, adapta con fidelidad la novela de éxito “The Bridges of Madison County”, de Robert James Veller . Se rueda en escenarios naturales de Iowa....Adel, Winterset, puente Holliwell y puente Rosemon.....  Producido por C. Eastwood y Kathleen Kennedy para Amblin/Malpaso y Warner, se estrenó el 2-VI-1995 en EEUU y Canadá. La acción dramática tiene lugar en una granja del condado de Madison (Iowa), durante 4 días de 1994. Francesca Johnson, ama de casa, casada con Richard Johnson (Haynie) y madre de Michael (Slezak) y Carolyn (Corley), de unos 45 años, nació en Italia. Durante la segunda guerra mundial conoce a un soldado norteamericano con destino en Italia y se casan, poco después de finalizar la guerra. Veinte años más tarde conoce casualmente a Robert Kincaid, fotógrafo de “National Geografic”. Tiene unos 60 años, está divorciado y de espíritu aventurero.

El film suma romance, drama romántico y vida rural. La narración compone un relato sensible y vigoroso que se desarrolla con elegancia, realismo, naturalidad y aliento poético. La acción se presenta envuelta en una atmósfera onírica, de sueño o ensoñación, que oscila entre lo real y la irrealidad. No es moralizante ni sensiblera. No contiene ningún gesto violento. Construye la historia desde el punto de vista de una mujer, que es a la vez la protagonista y la narradora. No hay ni efectos especiales ni engaños visuales o sonoros. Se explica con mesura, equilibrio, transparencia y veracidad. Las escenas de amor no muestran gestos exagerados o artificiosos. El film respira el aplomo y la densidad del clasicismo del realizador. Explica una historia de amor arrebatado, incontenible, sin límites y sin barreras, entre dos personas maduras a las que la edad ha situado en posiciones propias de quienes han superado urgencias y apremios, viven una etapa de sosiego emocional, no esperan nuevas emociones y no buscan nuevas ilusiones. La historia romántica no implica a adolescentes ni a personas jóvenes. Es una espléndida e insólita historia de amor maduro y una emocionante exaltación de este tipo de amor. La narración juega con dos niveles temporales. El presente narrativo, situado en 1995, mediante flashbacks evoca hechos sucedidos 30 años antes, que se conocen a través de un escrito autobiográfico de la protagonista, que quería que sus hijos conocieran unos hechos singulares que ella había protagonizado. Ambos tiempos comparten un pasado común: la relación de Francesca y Richard en la Italia de la segunda guerra mundial... La combinación de tiempos diferentes confiere al film un dinamismo gratificante, atractivo, magistral. e inolvidable.... La mejor de su género sin dudas.

Un día cayó en mis manos por casualidad y me fascinó. Hay un antes y un después tras ver esta película. Además de ser una de las mejores de su género, es de ese tipo de obras de arte que hacen que te reconcilies con el cine. Es maravillosa de principio a fin, es estremecedora. El amor traspasa la pantalla lentamente, en silencio, sin palabras, de manera sutil como una fina lluvia que te va mojando poco a poco y sin darte cuenta acabas calado hasta los huesos. Llegas al final metido en la piel de Francesca o de Robert, con un nudo en la garganta. El final es de los mejores de la historia del cine. Clint llorando de amor bajo la lluvia, la escena del semáforo, el llanto de Francesca con el libro de fotos, cualquiera de esas tres escenas justifica por si solas toda la película. La banda sonora inolvidable. A pesar de ser un drama y de que el nudo en la garganta siga después de los títulos de crédito, el mensaje es esperanzador, es un canto a la vida...al amor. El único tropiezo son los hijos, que no encajan en el lirismo de la película, pero son imprescindibles para contar la historia. Recomendable a todos aquellos que quieran disfrutar de una gran historia y que no tengan miedo a que el cine les remueva sentimientos.

 

 

 

 

En realidad, hay pocas cosas más milagrosas -y misteriosas- en esta vida que enamorarse: pero no encapricharse, sino enamorarse de verdad, hasta el punto de ser abducido y colonizado por un sentimiento que nos hace aún más imperfectos, si cabe, pero a veces mucho mejores de lo que soñaríamos ser jamás. Y ese amor que es como la devastación de un territorio más que dispuesto a ser devastado, no es el que el cine suele querer vendernos habitualmente. Más bien es como esta sencilla, casi austera historia que confirma a Clint Eastwood como uno de directores más grandes del cine americano y le revela como un cineasta de poliédrica y minimalista sensibilidad, capaz de retratar con aliento más que poético la simple emoción de dos seres humanos entera y verdaderamente enamorados. La historia arranca con un encuentro fortuito entre dos seres lo más alejados de los clichés románticos que pueda imaginarse. No hay nada muy espectacular, ni grandes escenas amorosas, ni siquiera un ritmo que pueda llamarse ágil: la sensible dirección de Eastwood vuelve a dar sentido a aquella expresión de "menos es más". Algo tan sencillo como el rostro de ella cuando él la está fotografiando en los puentes, resulta mucho más elocuente que un simple beso en primer plano. O esa mano sobre el picaporte...qué decir de esta escena que roza lo prodigioso en cuanto a contención estilística y desgarro emocional. Todo en la película está cuidado hasta el extremo, dejando que el talento de los actores hable por sí mismo, sin más excusa argumental que el milagro de un amor correspondido en el crepúsculo de la vida, en el momento más inesperado, cuando ya se ha tirado la toalla para replegarse en la comodidad de una existencia sin sobresaltos y sin sorpresas. Solo por eso, vale la pens verla y enamorarse.

 

 

 

Clint Eastwood, dijo :

 

-"Estoy hasta los mismísimos de comedias románticas y de Richard Gere, Julia Roberts y todos esos espantajos. Yo haré una película romántica que se convertirá en obra maestra... punto final".

 

Y vaya que si lo hizo...

 

 

"Los puentes de Madison", una de sus mejores películas, es un clásico moderno de los muy pocos que hay de los años 90. Y Clint Eastwood  demostró otra vez más que es uno de los grandes y que por culpa de los oscars de "Sin perdón", películas como esta o como "Un mundo perfecto" pasaron con más pena que gloria en cuanto a premios cuando eran de las mejores películas de sus respectivos años. En "Los puentes de Madison" a Clint no le hace falta una gran historia sino una sencilla como la que nos encontramos aquí. Dirigida con sobriedad y con garra, el maestro hace gala de su talento a la hora de dirección de actores. Aquí nos encontramos a una Meryl Streep, conmovedora pese a interpretar a una adúltera. Eso por no hablar del propio Clint que vuelve a callar las bocazas de los críticos que suelen criticarlo por su labor de actor. Por supuesto la escena más recordada de "Los puentes de Madison" es la escena de la lluvia con Clint llorando. Y que es probablemente una de las mejores escenas realizadas en los 90.  Clint Eastwood junto a Martín Scorsese con su "La edad de la inocencia" y Richard Linklater con "Antes del amanecer" resucitaron un género olvidado y muy maltratado con comedias bochornosas y ridículas. Lamentablemente la labor de estos tres directores no pudo salvar este género cada día que pasa más lamentable. Algunas veces, muy pocas, se sale del cine con el corazón encogido, sobrepasada nuestra capacidad de asimilación, desbordados por sentimientos contradictorios, pero con la certeza de haber asistido a ese milagro de la creación artística que solo muy de tarde en tarde nos depara el cine actual, y que nos reconcilia con ese viejo arte de contar historias que llamamos CINE.

 

 

 


Gracias Clint...

-Por dejarnos esta soberana lección de cine, obra maestra absoluta para el recuerdo.

-Por llevar a la pantalla esta profunda y hermosa historia de amor llena de trampas sin caer en ellas.

-Por tu sensibilidad a la hora de plasmar filmicamente esta catarata de sentimientos contenidos que desbordan la pantalla.

-Por demostrarnos que se puede hacer la película más romántica en muchos años


-Por regalarnos dos de las más sublimes interpretaciones jamás vistas en una pantalla.

-Por saber filmar como nadie la renuncia y el dolor del de verdad en fotogramas de oro puro.

-Por mostrarnos en imágenes imposibles de olvidar que los “duros” también pueden llorar.

-Por esa furgoneta; por ese semáforo en rojo; por ese intermitente a la izquierda...

-Por ese semáforo en verde; por ese ventanilla que sube.

-Por la mejor secuencia de los últimos treinta años, inmortal sinfonía bajo la lluvia.

-Por ese libro de fotografías; por esa cámara fotográfica, por esa cruz.

-Por esas lagrimas en un rostro de mujer.

-Por ese inolvidable final.

 

 



Cuatro días son a menudo muy poco tiempo, pero a veces llenan toda una vida. Estos cuatro días de intensa pasión compartida marcarán para siempre las vidas de Francesca y de Robert, y también las nuestras, marcadas hasta el infinito por esas bellísimas imágenes, por esas miradas que perforan el alma, por esos silencios que estallan en nuestros oídos......por todo esto y por mil cosas más, gracias Clint.

Hasta el corazón mas duro y frío se rompe en pedazos cuando ve marchar sin frenos lo que podía haber sido y nunca será. Y la cáscara humana se adorna con una forzada sonrisa, o con un aparente interés ante cualquier conversación, que se aguanta sacando fuerzas de flaqueza, para hacer creer al mundo que no se ha caído en el pozo más miserable. Un pozo oscuro y sin salida; tan negro como el nuevo futuro que aguarda, en el que se tendrá que caminar por nuevos senderos; en solitario, sin saber muy bien a donde te llevarán las pisadas, sin saber qué depara el final de ese nuevo camino. Pero sólo es la cáscara. Por dentro hay un torbellino de lamentos, de penas, de miedos. Y a veces parece buena idea eso de no querer nada, para así nada perder. Pero el ser humano se hace dependiente. Y aunque no se quiera, cuando llega ese alguien que sabe moldear el corazón ajeno, se entrega por completo. Se olvida de todo y cada día se entrega un poco más. Y a veces, sólo a veces, uno es consciente de que va montado en un tren a toda velocidad con dirección a un muro sólido. Y sabe que se va a estrellar. Y aun así no se baja de él. En "Los puentes de Madison" se juega con el coqueteo primero, con el encaprichamiento más tarde, con la ilusión y con esa dependencia llamada amor. Una historia tan real y triste como la que puedes ver a diario si asomas la cabeza al mundo real. Tan trágica como la historia de cualquiera, solo que a estos no les suenan esa bonita y dramática música de fondo. Pocas veces el cine nos ha comunicado sentimientos tan claramente como en este grandioso trabajo de Clint Eastwood. Sencillamente maravillosa esta historia de amor, realidad, soledad, de sueños olvidados, de promesas rotas, de madurez, juventud, aventura, de amor por la vida, por la familia, de abnegado espíritu de supervivencia, de tantas cosas... Y es que, este director plasma como nadie ese océano de sensaciones y emociones.

Como ya sabemos, a veces en la vida basta un minuto, una ráfaga de aire, un instante para marcarnos el resto de la existencia. Aqui queda reflejado en el amor que encuentran dos personas, dos almas solitarias, cada una a su manera, cada una en un mundo, y sin más, sin artilugios sentimentalistas esta vez, sin tópicos ni clichés... Absolutamente maravillosa obra de arte.
 

 

Dentro de la colección de mis películas favoritas, ésta ocupa un lugar especial.... es una verdadera joya. Es increíble que con tan pocos recursos y una historia tan simple, se pueda hacer una gran film. Con este trabajo, Clint Eastwood pasó a convertirse en uno de los más grandes directores de cine Norteamericano. Quiero destacar la belleza y sutileza de las imágenes. La sencillez y naturalidad de las escenas, las notables actuaciones de Streep e Eastwood, la forma como maneja las emociones. Eastwood demuestra en cada escena una sensibilidad única y pocas veces vista en el cine. Increíble para un actor que ha representado papeles de justiciero implacable. Quedaron en mi memoria, momentos tan conmovedores como la escena del baile en la cocina y uno de los finales más tristes y angustiantes de que tenga memoria. Es la película de amor que jamás vamos a olvidar. Te queda adentro del corazón, te llega al alma y no se va. Solo puedo decir que es perfecta en todos los aspectos técnicos, en el guión y si...no son actuaciones, sientes que estás observando una historia de amor real, se te confunde la ficción con la vida real porque son actores tan inmensos, que llegan como ningunos a la perfección absoluta. Me vuelve a conmover por su simpleza, es una historia que a cualquiera puede pasarle, es motivo de debate entre mis amigos, pasan los años y le volvemos a dar nuevas lecturas. Sin duda está entre las 5 mejores películas que ví. Gracias Clint por dejar para la posteridad la mas bella historia de amor entre un hombre y una mujer. A veces me enojo y creo que se merecía otro final. Y a veces comprendo que era lo mejor que podía pasarle a los dos culminar tanto amor de esa manera. Eso es lo que provoca en quienes amamos la película, nos involucramos como si fuese de verdad. Esa es tu magia Clint, hacernos sentir que somos fisgones de una historia real. Y que en 4 días puedes vivir todo lo que no viviste en una vida entera. 

 

 

 

Hasta que Clint Eastwood no se decidió a filmar esta magnífica obra no parecía muy posible llegar hasta los niveles de emoción e intensidad que se reflejan en él, y lo consigue nada menos que con una pareja madura en una situación imposible por la que una ama de casa de un rincón perdido del mundo rural se deja llevar por su otro yo, el que todos tenemos dentro, por el que seríamos aventureros, o misioneros en el áfrica o nos enamoraríamos locamente y abandonaríamos toda nuestra vida rutinaria sin importarnos lo que dejamos atrás. Pero sin lugar a dudas no se llega a la máxima intensidad durante la intimidad de la pareja que ya nos deja con un nudo en la garganta, sino en ese epílogo de la distancia donde solo se mantiene el recuerdo de lo que ocurrió y donde la película demuestra que la vida se ha convertido en pequeños detalles rutinarios sin emoción, viviendo de las rentas. Es ahí donde por fin el nudo de la garganta..."es una certeza que solo se tiene una vez en la vida"

 

 

Los puentes de Madison, se merece, por derecho propio, un lugar en el limbo de las obras maestras, son películas que acaban convirtiéndose en en referentes para todos aquellos que viven conforme a los intrincados caminos del amor, que sufren sus caprichos y gozan de sus únicas e incomparables bendiciones. Comenzando por la pausada narración de Eastwood, donde vuelve a demostrar pese a los muchos detractores que tenga, que su modo de filmar es único y excepcional. La pasión del director por sus personajes acaba creando un mundo único y sin embargo universal, en el que quedan enmarcadas las relaciones que se dan entre ellos, entre hermanos, entre padres y entre amantes. En ese sentido el uso del flashback y la elipsis, dos de los más clásicos recursos, lo confirman como un verdadero maestro. Por otro lado la naturalista plasmación tanto de su personaje como el de Streep, especialmente esta última, convierte sus interpretaciones en algo que va más allá de lo meramente cinematográfico. En este sentido hay que destacar a esta última en uno de los mejores papeles de su carrera, que domina lo cotidiano, convirtiéndolo en una fuente inagotable de matices, desde la manera de lavar los platos, mirarse en un espejo o mirar con curiosidad a ese intruso de su nueva vida. Y en lo ocasional nos ofrece una de las escenas más tensas, dolorosas, reales (gracias a un prodigioso guión) y conmovedoras del cine romántico: ese reencuentro a través de la lluvia, en dos coches que se separan... Los puentes de Madison es así mismo uno de los dramas románticos más humanos y realistas que se han hecho, y es eso precisamente lo que le confiere un poder extraordinario. En esa realidad como base, se erige una historia de amor cuya pasión los hace construir una relación basada en lo que no se ha dicho, en lo que está por venir. La película habla de decisiones, habla de dos personas cuyos caminos se cruzan, cuyas vidas se alteran, pero cuyo destino debe continuar. Habla de la fidelidad y de la felicidad insular, de la posibilidad de escape y de las pruebas de amor que se nos imponen y nos llevan a vivir los momentos de mayor euforia y de mayor amargura. Habla del encuentro entre dos personas que se han unido, no pueden permanecer juntos y sin embargo acabarán por reunirse. Habla de la intimidad, de los espacios de regocijo solitario, y de aquellos que compartimos con quienes amamos. Y ante todo habla de la vida, de su curso, del cauce por el que nos movemos y el mar al que llegamos. Los puentes de Madison debe ser apreciada sobre todo por el respeto con el que aborda la dificultad de continuar una vez ha ocurrido, esa clase de certeza solo se presenta una vez en la vida...

 

Es maravillosa la vuelta de tuerca que hace en su carrera Clint, para abandonar su típico papel de tipo duro y meterse en el pellejo de un romántico aventurero y soñador, de alguien más cercano con el que poder sentirse identificado. Él llena la película con su simple presencia, acompañado por una Meryl Streep deslumbrante. En fin, creo que ha quedado claro que "Los puentes de Madison" trata un trama que le puede pasar a cualquiera, lo cual hace que no nos quedemos indiferentes ante lo que sucede delante de nuestros ojos. Mi recomendación es que vean esta magna obra cuanto antes, acompañado de su pareja a ser posible, si es que queda todavía alguien que no la haya visto. Y cuando llegue el sublime final, cuando el corazón se les haga un nudo en la garganta, seguro que sueltan un suspiro y pronuncian las típicas palabras: "¡Vaya peliculón!...Gracias señor Eastwood por una vez más, dignificar el cine y todo lo que lo rodea. Muchos estudios han dado por bueno el "amor" como la emoción mas pura e intensa, por encima de la ira o la desesperación. Sin embargo, es inútil ocultar que esos resultados en muchas ocasiones suelen conllevar fluctuación.


 

Aquí se da una verdad absoluta: puedo asegurar que ese sentimiento se encuentra en el peldaño mas alto de los Juegos Olímpicos del Corazón, ello es porque he contemplado como un hombre, que la industria del cine ha concentrado en un personaje frío y despiadado, es capaz de llorar amargamente al ver que la mujer a la que ama no puede ser correspondida; he visto a dos personas utilizar el silencio para exaltar su amor ante el espectador, y si hubiera hecho falta, ante el mundo entero; se sufre junto al comportamiento tan censurable de aquellos que denostan a otros, para auto-complacerse de sus deseos que nunca se cumplirán; he sentido la inevitable monogamia que una mujer debe sufrir por estar esclava de sus tradiciones o de las costumbres de la zona; y he contemplado con la mas absoluta tristeza al comprobar que, teniendo delante de tí el sueño que se ha repetido muchas noches en tu cabeza, te sientes impotente al no poder gritar a los cuatro vientos lo que sientes, hasta que tu voz se raje. Inevitablemente estamos condenados a sufrir. A ser ella. A ser él. ¿Hay tanto amor en esta relación? La pregunta da pie a una palabra tan importante como es la de Amor. ¿Qué se aman?... sí. No lo dudo, y pasionalmente sobre todo, pero... A ver... la verdad en un mundo difícil de vida intensa y futuro incierto. Su factura es intachable. Buen ritmo (la lentitud es sello de la casa Eastwood), grandes interpretaciones, Meryl Streep apoteósica, creo que ella es el 70% de la película, pero a Clint no me lo acabo de creer....no sé...más como Ralph Fiennes que ese si que me pone la piel de gallina cuando llora. Es decir mucho, sobre todo sin haber leído las cartas de Iwo Jima, pero para mi es la mejor de Clint Eastwood como director. Es una historia cuya sinopsis no engancha a nadie. Sin embargo, tras más de 10 años su éxito se debe al boca a boca y a la exquisitez con la que un genio maneja la cámara para narrar emociones. Es el cuento de toda la vida, de cornamentas, arrepentimientos y latidos escondidos bajo abrazos de amistad, de manos que se cruzan bajo miradas furtivas, de la fruta que nosotros mismos nos prohibimos sin dejar de desear. Cada segundo de silencio tiene su significado propio en este despliegue de sentimientos. Rendir una lágrima bajo la lluvia del final, tan perfecto como real, es el mejor pago para una cinta que sólo mereció una nominación de la Academia. ¿Quién hubiera abierto la puerta del coche? Meryl Streep, no lo hizo.

 

Obra maestra de Eastwood que muestra el otro lado de su gran talento, pues se aleja del oscuro estilo de sus obras cumbres, como la dolorosa redención de Unforgiven, los demonios internos de Mystic River y el desgarrador final de Million Dollar Baby. Aquí, tenemos a un Eastwood entregado a un romanticismo penetrante y minimalista basado en las miradas para crear la historia de amor más hermosa de los 90. Haciendo uso de una narrativa elegante, fluída, y de un guión sólido, sencillo y eficaz, la cinta comienza de forma típica y su narración crece poco a poco hasta cautivarnos y no soltarnos hasta el final. Los puentes de Madison, la bella historia de un romance infinito, un amor que va más allá de la muerte. Robert Kincaid y Francesca Johnson comenzaron, sin saberlo, un romance a escondidas que sería sólo el principio de la más extraordinaria y hermosa historia de amor nunca vista en la pantalla grande. Francesca Johnson, nos muestra lo difícil que es amar a escondidas, lo difícil que es amar cuando ese amor no te es correspondido, lo difícil que es guardar sentimientos toda una vida, Francesca Johnson, dura y emotivamente perfecta, con sentimientos puros y una amor gigante hacia su familia, un amor tan grande que la hace capaz de soportar toda una vida en "silencio". No pudieron estar juntos en vida, pero si pudieron estar juntos para siempre en su querido puente cubierto de madison.

 

 

 

 

En la parte objetiva de mi crítica diré que esta es una hermosa historia de amor, no ese cursi, y molesto romanticismo entre dos personajes juveniles a los que tan acostumbrados nos tiene hollywood. Esta es una magnífica obra maestra que dignifica la verdadera esencia de lo que es el cine y el cine es arte, es la manera en que el artista nos transmite su forma de pensar de sentir y de actuar ante la vida. Este drama romántico viene a reivindicar un genero muy degradado por producciones banales y sin sentido, por el contrario el magnifico Clint Eastwood nos presenta una propuesta inteligente llena de diálogos memorables que te mantienen con un nivel de expectación y atención increíbles. Esta sin embargo fue una apuesta arriesgada pues recordemos que mas allá de la dulce historia de amor entre los protagonistas estamos ante un acto de adulterio. Así que las protestas del sector religioso y otros queriendo jugar de moralistas no se hicieron esperar, mas sin embargo esto no empañó ni un poquito el valor artístico de esta obra que a mi personalmente me hizo suspirar...Y el final… nos regala una de las escenas mas memorables de la historia del cine. Por Dios cuanto tiempo transcurrió mientras Francesca con su mano y su corazón intentaba abrir la puerta de esa camioneta entre tanto el debate en su interior entre lo que quería y lo que debía hacer la hacia sentir una angustia casi insoportable…

 

- “Por un momento no supe donde estaba”-

 

Y nos lleva a todos a conocer profundamente lo que es el amor en su total expresión, envuelto para suerte de los amantes del buen cine, a devorar con placer una autentica obra maestra.

 

 

mailto:cineparaiso2@gmail.com