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EL PORTERO DE NOCHE

 

 

 

 

 

 

 

Queda plenamente justificada la polémica que suscito en su momento El Portero de Noche, la película de Liliana Cavani, tan fascinante como incendiaria; en su día, alguna mente obtusa  incluso la llegó a calificar como pornografía sentimental, dicho por el critico Vincent Caby, del The New York Times, incapaz de ver la potente historia que había detrás de esta aparente retahíla de sexo y retazos de vejaciones de los campos de exterminio. Otras voces contemporáneas a Cavani, se escandalizaron máxime cuando era una mujer directora la que dirigía una película en la que el personaje femenino aparecía cautivo de una relación sadomasoquista con un criminal nazi dentro de un campo de exterminio, Una polémica servida para un filme que aún hoy en día sorprende, apasiona y sigue escandalizando.... Un resumen del argumento de El Portero de Noche nos situará en unas coordenadas que poco tienen que ver con esa producción en busca del morbo fácil con la que se etiquetó a El Portero de Noche, y más con la radiografía de una tormentosa relación de amor basada en instintos de dominación y sumisión: Max es un oficial de las SS en un campo de exterminio que se hace pasar por médico para humillar si cabe aún más a sus víctimas. Una de ellas, la joven judía Lucia, será la favorita de Max, con la que comenzará una relación sentimental basada en un juego de sumisión y dominación consentido por los dos. Terminada la guerra Max trabaja como portero de noche en un hotel vienés y pertenece a un grupo de antiguos oficiales de las SS que viven ocultos esperando la limpieza de su expediente para eludir a la justicia. La inesperada aparición de Lucia en el hotel donde trabaja Max hará que su pasión reprimida vuelva a bullir con intensidad y al mismo tiempo pondrá en peligro la vida de ambos.

 

El Portero de Noche se mofa del Holocausto, dando por sentado que las vejaciones que sufrían los presos tenían un componente erótico o eran consentidas, pero no es ésta la lectura que se desprende de la película, ni siquiera parte de su trasfondo. El Portero de Noche es una película romántica, la historia de una arrebatadora relación sadomasoquista en el contexto de un campo de exterminio y, posteriormente, con el telón de fondo de la Viena de posguerra. La pasión con la que Max y Lucia viven su reencuentro refuerza la idea de que su relación en el campo fue parte de la sublimación de sus instintos más primarios, en los que Max era el perpetrador y Lucia la víctima. Los recuerdos de su anterior vivencia llegan al espectador en forma de breves flashbacks donde se muestra a Max sometiendo a Lucia con la aquiescencia de ella, aún más, el flashback de más larga duración es un número musical donde se ve a Lucia cantando y bailando semidesnuda en un improvisado cabaret delante de varios oficiales nazis un tema de Marlene Dietrich  que dice: “If I were to wish for something, I would like to be just a little happy, because if I were too happy, I would long for suffering”; imposible más explícito. El premio de Lucia es la cabeza de uno de los kapos que la molestaba, Max le entrega este presente mientras la mira fijamente esperando su complicidad. Este macabro juego sexual inspirado en la historia bíblica de Salomé refuerza a Lucia como la hembra castradora freudiana en la que se habrá convertido cuando se reencuentra con Max.

 

Liliana Cavani rueda la película con elegancia y serenidad, usando una fotografía de colores oscuros que contrastan en la época de posguerra con la luminosidad de los escenarios abiertos. Las escenas de sexo son puramente eróticas, situaciones morbosas en las que los amantes aceptan y reconocen el rol, en ocasiones cambiante, que les corresponde. Pero además, Cavani realiza un loable ejercicio intrahistórico; si los momentos ambientados en el campo de exterminio son huidizos y poco gráficos, la penuria del encierro de la pareja en el piso de Max, donde vuelcan su pasión mientras se van quedando sin comida y son estrechamente vigilados por los antiguos comandantes del campo, es una analogía a los padecimientos del campo de exterminio, esta vez vividos y compartidos por ambos. La directora italiana nos ofrece en El Portero de Noche una visión del exterminio en diferido,  los traumas y las consecuencias de las atrocidades del exterminio siguen estando vivos en las víctimas. También nos sitúa en un momento histórico de la posguerra en el que los antiguos oficiales nazis limpiaban sus historiales a base de sobornos y asesinatos para seguir regodeándose en una vida de lujo, poder y opulencia en total impunidad... El Portero de Noche, estrenada el mismo año que "Ilsa, la Loba de las SS", un film fundamental de la Nazisploitation pero también del cine de autor de la época. Liliana Cavani supo llevar al terreno artístico las temáticas de la Nazisploitation dotándolas de una elegancia y un erotismo que indefectiblemente causan la empatía del público con la pareja protagonista.  La eficaz labor de los actores y su dirección con mano firme creó escenas difíciles de olvidar, como el mencionado número musical o la que reconstruye a base de miradas estupefactas el reencuentro de ambos amantes. Sin mostrar apenas la anatomía de sus cuerpos, Max y Lucia desprenden una energía sexual de alto voltaje, quedando patente que los actores asumieron de forma extraordinaria sus papeles... y que a mí particularmente me parece que sin lograr la maestría de una obra de diferentes connotaciones, como es "El último tango en París", consigue transmitir con habilidad un carrusel de sensaciones contradictorias, situaciones incómodas, de pasajes, de tramas y subtramas enlazados.

 

 

 

 

 Muchísimos seres humanos, encuentran dentro de su ser extrañas maneras de excitarse sexualmente, este es un film que mantiene el orgasmo a flor de piel..... Para algunos, su descubrimiento es sólo una de las variadas formas como logran acceder al sexo, pero, para otros tantos, esta manera se convierte en una especie de masturbación del sentido y sólo se accede a ello consiguen el goce sexual. Se le llama parafilia y entre estas tendencias se cuenta el voyeurismo, el exhibicionismo, el fetichismo, y el sadomasoquismo. El psicoanálisis considera que el masoquismo están firmemente interrelacionados y que, quien es sádico es a la vez masoquista, y viceversa. El sadomasoquismo es entonces el ejercicio del maltrato a la pareja, la cual disfruta con el dolor y la humillación, mientras la otra se satisface sintiéndola humillada y sometida. Se intercambian ocasionalmente los roles y asi, los vejámenes y las agresiones se vuelven el complemento esencial en cada encuentro sexual. El sadomasoquismo está asociado a una inclinación antisocial y a un profundo auto desprecio, y por eso es quizás la más peligrosa, pues termina con excesiva frecuencia, con la muerte de uno o de ambos miembros de la pareja. “PORTERO DE NOCHE” tiene como protagonistas a dos seres con estas inclinaciones. Él, Max Aldorfer, es un exnazi quien, junto a otros fugados miembros del juicio de Nuremberg, procura borrar del mapa todo historial… y a cualquier testigo que pudiera delatarlos. Entre tanto, trabaja en un Hotel de Viena. Durante la guerra, Max se hacía pasar por médico y así accedía a la intimidad de numerosas pacientes judías a las que violaba. Sólo una de sus víctimas, Lucia Atherton, consiguió sobrevivir, y esto sucedió porque él se enamoró de ella y la convirtió en su protegida… de él mismo y de todo aquel que pretendiera hacerle daño. Ahora, en 1957, al Hotel llega Lucia acompañando a su marido, un prestigioso director de orquesta. Y el pasado acudirá de nuevo a la memoria, y habrá lugar para el reinicio de un sentir que estaba adormecido en sus corazones. Lo que me resulta bastante plausible de esta película, es la sensitiva capacidad que desborda la directora Liliana Cavani, para conseguir que entendamos la sorprendente fuerza interior que logran fluir estos dos seres, uno de los cuales merece todo nuestro desprecio y la otra nuestra compasión, pero siempre presente el orgasmo latente a punto de cruzar la llanura de esa placentera libertad..

 

 

Queda aquí solidamente reafirmado que el mundo no es en blanco y negro, que el mal que veo en otra persona puede estar en mí, y el bien que identifico en mi propio ser, también puede estar en aquel otro, por retorcido que me parezca. Se redunda así una sabia interpretación de la existencia y se recupera el punto de equilibrio que nos convida a no juzgar porque, simplemente, no estamos en el derecho de hacerlo. La película es más que un drama erótico. Y eso que carga morbosa tiene de sobra, en esa vertiente escabrosa de una relación de humillador-humillado exclusiva y encadenarte, jubilosamente aceptada por ambas partes. Es extraña la química que derrochan Rampling y Bogarde, y cómo en su unión no hay sólo poder y sumisión, no sólo sexo; es obsesión, enfermedad, sentencia a morir de placer maldito. Es un amor desviado y condenado, en el que uno y otro son muy conscientes de que están podridos, de que no verán el cielo, de que no hay más paraíso que el que tocan cuando se hacen daño y se curan mutuamente, cuando se entregan hasta la extenuación y se acechan como perros celosos, torcidamente felices en su prisión oscura, teñida de sangre, rodeada de horror. Cuando están juntos, no hay nada más en el mundo, no hay moral, no hay normas, no hay guerra, lo que hay es el oficial que marca a fuego la carne y las pasiones de una chiquilla que se enamora de su captor. Él la tuvo a su merced y el salvaje goce de la dominación los ha perseguido sin descanso a lo largo de los años en que han estado separados, han rehecho sus vidas, parecen respetables. El pasado nunca duerme. Se acurruca silencioso en un rincón, entorna los ojos y mira discretamente, y pueden pasar eras sin que intervenga con violencia. Hasta que un hecho lo hace saltar, remover la memoria y reclamar su lugar en el presente. Para ellos dos, reaparece en cuanto se cruzan, tras doce o trece años sin saber nada del otro... El momento actual se hace trizas, y se convierte en la ilusión de que nada ha cambiado, porque ella sigue siendo su pequeña sometida y viciosa, y él sigue siendo dominante. O tal vez es al revés, porque los papeles también se intercambian, y no se sabe quién posee a quién, o si se poseen los dos quemándose en una hoguera incandescente, inagotable, mortífera, porque los conduce a la destrucción que ya ambos sabían que tendría que llegar. Porque reconocen sus negras almas corrompidas por el crimen y el regodeo en la iniquidad. Aceptan su destino determinado por su condición de verdugos y cómplices de la crueldad. En su tortuosidad, juntos poseen una cualidad de contrahecha integridad, por contradictorio que suene; porque una vez que se reencuentran, ya no tapan lo que fueron, ya no se cubren con la hipocresía de simular lo que no son. Él destapa en sí al nazi que torturó y asesinó, y se avergüenza de ello; por eso no soporta la luz del día. Lo que tal vez lo redime de una retorcida manera es que ya no hace como los demás que fueron tan malvados como él fue; ya no trata de limpiar falsamente una imagen imposible de limpiar. Ella no siente escrúpulos en amar a un antiguo asesino, como lo amó.

 

Quizás su amor los salva aferrado a un mundo en el que lo único que existe son ellos, quizás sea un medio por el que hasta los espíritus más deleznables pueden encontrar un titubeante camino hacia una redención que nadie más puede ver... Han pasado muchos años de su estreno y aunque los años no perdonan, "El portero de noche" no ha envejecido. Vista hoy en día todos sus escasos defectos que una aparente censura logró mitigar y camuflar en el momento de su estreno, aparecen ahora en todo su esplendor multiplicándose y dejándolos a la vista. Pese a todo puede que los amantes de las fantasías sadomasoquistas y del cine con nazis se entretengan con una obra que es un sórdido y invitación al sueño. Consigue lo que parecía imposible, que otras obras de perversos nazis como (Salón Kitty), dejen una melodía de los mejores títulos de Disney. Esta película llegó a España en plena fiebre de erotismo despertada tras la muerte del dictador. Se hizo bastante famosa junto con otras películas eróticas de culto contemporáneas como "El último tango en París" o "Emmanuelle". De hecho, creo que "Portero de noche" fue el título más famoso de un subgénero que mezclaba el cine erótico de tinte bélico, aunque solía tomar solo la estética nazi o la fascista. No en vano, el cartel de la película con Charlotte Rampling vestida solo con gorra de plato, guantes negros y pantalones con tirantes se convirtió en un icono. Recuerdo que fué muy polémica....parecía justificar o comprender los crímenes de guerra nazis, y es el título más conocido de un subgénero sadomasoquista entre cuyos títulos podemos encontrar  "La caída de los dioses", "Saló o los 120 días de Sodoma", o  "Ilsa, la hiena del harén" e "Ilsa, la tigresa de Siberia". Una peculiaridad de ese subgénero es que casi todas sus películas han sido realizadas por directores italianos. Cuando pude ver "Portero de noche" fue unos 10 años después de su estreno y me ocurrió lo mismo que cuando vi otros mitos eróticos de la época... Me entusiasmo enormemente. La verdad es que la vi creí que seria la típica película escabrosa y oportunista que con la excusa de que los nazis malísimos, pero no lo fué, porque nos relata una relación de amor de las que ya no se realizan.

 

Existen muchas formas de amar:

En la desgracia, en la prosperidad, en la libertad, en cautiverio.

Pero la forma mas difícil de hacerlo es, cuando los amantes han quedado encerrados.

Impresionantemente duros, pero se aman

 

 

 

 

 

Portero de Noche es una película dotada de una puesta tan impecable como "artística". El planteamiento es sugerente, toma un suceso histórico, el post-nazismo y lo transforma en el marco de una historia de amor. Una reflexión crepuscular sobre las relaciones humanas, en el límite entre la pasión y el amor loco. Pero el modo en el que se configura este universo diegético crea un distanciamiento....Cristal a veces sacudido por cierta dosis de violencia, que da visos de verosimilitud a la historia que se relata pero que no deja de ser una especie de bella pesadilla. Una elaboración tan intensa promueve que el relato tienda a convertirse en una reflexión de como el arte puede, justamente, elaborar sucesos históricos de un modo ambivalente, dejando de lado el juicio moral. Adorno, el crítico alemán, manifestaba que la poesía era imposible después de la experiencia de los campos de concentración. Aquí por el contrario, la puesta del interior de los campos, se convierte en una poética transposición de la cruenta experiencia. La poesía de la imagen ayuda a procesar el trauma histórico. Film psicológico, que habla de las complejas redes que se tienden entre la memoria y la negación, postula críticas solapadas e irónicas a los modos en los que los culpables de delitos de lesa humanidad, pueden ser juzgados por otros cómplices. El tema es la imposibilidad de salir del círculo vicioso de una memoria que no puede cicatrizar el pasado sino es volviéndolo a cometer. Complicidades, espionajes de lo íntimo, traiciones, formas de mentira social, ocultamientos, que conforman un cristal vitral tan turbio como hermoso. Una película para admirar, hasta el final.

 

Cavani crea en "Portero de noche" nada tan intrincado como el intentar comprender como puede surgir un amor entre una judía y el oficial nazi que abusa de ella, pero la mente humana es intrincada e intentar dar explicación a eso sería como intentar explicar por qué el agua es líquida o por qué los pájaros vuelan. La película, que en su tiempo estuvo prohibida en multitud de países, contiene algunas de las escenas más incómodas del cine italiano de la época, sin embargo en conjunto resultan fluidas y cada pieza se ensambla correctamente a la siguiente. no menciono ya las actuaciones, son como caballos que conducen un estupendo coche hasta la estación final que es, cuanto menos, apoteósica. La atracción es una vertiente amor-odio que desemboca en un irrefrenable magnetismo que los convierte en sometidos de sus pasiones más oscuras y ocultas basadas en la perversión. La película rige por unas interpretaciones que bordean el escándalo y la provocación que es lo pretendido de la cinta. Y lo consigue: con los fantasmas del nazismo convertido en un escenario de los recuerdos más tormentosos, el regreso al presente en las espaciosas y solitarias estancias de el hotel así como las frías calles de una ciudad como Viena. Liliana Cavani es la única culpable de esta tremenda obra maestra, ya que fue la directora y guionista de la película. Nos presenta una historia de romance muy atípica y se podría decir bizarra. Su gran mérito es trasladarnos a la Europa de los años 50 y hacernos cómplices de una relación enfermiza, donde lo incorrecto no importa. Es cierto que la situación política del nazismo, los abusos cometidos y la segunda guerra mundial en sí, pasan a un segundo plano. Los personajes son dignos de una historia tan quemada: Charlotte Rampling, imposible no enamorarse de sus ojos cristalinos y su rostro tan fino, una judía que se enamora de la persona que lo torturaba. Dirk Bogarde nunca desentona y con sus metidas de dedo logra envolver al público en unas escenas más eróticas del cine. Sería injusto no mencionar a los compañeros de Max, los oficiales nazis, el radical Klaus y el artista Bert (Amedeo Amodio quizá en el mejor papel de su vida, inmortalizado con la escena en que baila para Max y a su vez baila para los demás oficiales nazis, sin importar la miseria de los judíos). Y por último, mencionar al enigmático personaje Condesa Stein, interpretado por Isa Miranda.

 

Considero que "Il portiere di notte" es un ejercicio cinematográfico loable, valiente y arriesgado para la época en que fue realizado. Liliana Cavani nos muestra los traumas y consecuencias del exterminio nazi en esas víctimas que lograron sobrevivir a la barbarie. Cierto que el holocausto nazi no es el tema central, pero sí sirve para explicar en cierta manera el comportamiento de seres perdidos que coinciden en esa Viena de posguerra. A modo de flashbacks, la directora nos va relatando la relación masoquista que mantuvieron nuestros protagonistas durante el holocausto, escenas repletas de una sensualidad turbia y malsana. El reencuentro en el hotel servirá para abrir viejas heridas que parecían cerradas. Liliana Cavani lanzó al mundo muchos temas que nadie se había atrevido a plantear en el cine: la crueldad de los verdugos reconvertida en una pasión cruel y bella, la entrega absoluta de la víctima, el despojar de ideología nada menos que una situación de campo de concentración nazi.

 

Es una obra única, maestra e intemporal, que me trae recuerdos de hace muchos años, en aquel Cine Urquijo, hoy desaparecido, donde la visioné por primera. mi admiración por ella no tiene limites, aun siendo tan dura, mantiene en alto su hipnótica capacidad para contar una historia de amor de gran intensidad con un final profundamente romántico...

 

 

Desgraciadamente hoy en día no se hacen películas como esta.

 

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