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MEMORIAS DE AFRICA
UNA OBRA DE ARTE INMORTAL, DONDE DANZAN LOS DUENDES CON MAGIA
...Yo tenía una granja en Africa, a los pies de las colinas de Ngong..."
Memorias de África podría servir perfectamente para explicar lo que es el cine. Algo tan simple como eso es lo que hace que una película se convierta en clásica. Y esta, lo es. En sus imágenes de aliento épico vemos pasar la historia de dos humanos perdidos en la inmensidad del más grande y famoso continente. África luce aquí además como nuca se ha visto, ni antes ni después. Bandadas de gacelas, cebras, leones, elefantes, jirafas, corren por los inmensos valles, llanuras y ríos de un escenario que también nos dejó ver una de las historias de amor más bella que jamás presenciamos en una sala de cine. Robert Redford y Meryl Streep en Memorias de África es pura interpretación, ya que construyen dos personas llenas de matices y sentimientos. No hay un bueno y un malo, no hay un protagonista y un antagonista. Hay dos seres que viven una verdadera estampida de sentimientos bajo un inmenso cielo y sobre él, toda esas escenas que comparten en la película, haciéndola, al margen de sus valores técnicos, la obra maestra que es....los protagonistas son seres que se equivocan, que se apoyan y discuten, que se enfrentan a sus mayores miedos, de manera que el espectador se identifica hasta introducirse en sus conflictos. Todo esto es obra, de un espléndido guión.... Ves a un cazador lavando el pelo a una acaudalada dama europea a la par que se van desprendiendo de sus durezas y adquiriendo sentimientos. Les ves mirando al horizonte desde la inmensidad de la tierra de África, y viviéndolo. También es mérito de Sydney Pollack, en el mejor trabajo de su irregular carrera, el dirigir Memorias de África consigue adquirir espectacularidad y poesía, belleza, y a la vez ese intimismo introspectivo de arrebatadores sentimientos. Detalles como la secuencia con el médico, o la brújula, o la fiesta de año nuevo, o las historias que la baronesa cuenta, lo sitúan por derecho propio como un maestro....
Que una pantalla consiga estremecernos con su último punto de luz, esa luz ocre y cálida, es que hay mucho más detrás de la pantalla... Hay arte, corazón, hay verdad y alma. Sydney Pollack traslada con la colaboración de Kurt Luedtke, las memorias autobiográficas de la autora danesa Isak Dinesen, pseudónimo artístico detrás del cual se esconde la verdadera identidad, durante su estancia en Kenya, en los años dorados del colonialismo británico en aquella zona, y que se publicarían en 1937... Un épico y edénico paseo por paisajes de ensueño y fantasía gracias en gran parte al extraordinario trabajo de fotografía de David Watkin muy en la honda de Freddie Young para las grandes producciones del David Lean más faraónico...y con una irrepetible y brillantísima banda sonora a cargo de John Barry... Pollack dirige una magna obra, a partir de las memorias, con el telón de fondo del eterno tema del colonialismo, en aquella época de plena ebullición en el continente africano, en las llanuras de Amboseli, un tanto alejados de las escaramuzas políticas de la capital, Nairobi, y entre rumores que atañían a la reina Victoria de Inglaterra, repartiéndose alegremente el yermo terreno africano con su nieto, el kaiser Guillermo, a quien según cuentan de oídas los lugareños, le regaló las montañas del Kilimanjaro pues no poseía montaña alguna para presumir...Como si de una historia de Julio Verne se tratara, Pollack va desmenuzando página a página las fantásticas memorias para ir componiendo una sólida estructura, cargada de poesía narrativa y plástica, a través de una fotografía y una banda sonora apabullantes...Sin olvidar las brillantes interpretaciones y la eterna fascinación de lo desconocido del continente africano en particular, origen y cuna de cualquier atisbo de vida, está milimétrica y detalladamente descrita en esta fascinante epopeya sobre la vida en territorio salvaje, y en mitad de una nociva influencia del hombre occidental; la propiedad privada y la rapiña originaria en la que se basa la irrefutable ley del más fuerte....Como sucedía con la tierra roja de Tara y la propiedad terrenal para aquella familia de criollos de origen irlandés en la magnifica e irrepetible "Lo que el viento se llevó"....
Esta famosa frase a modo de prólogo y epílogo es otra forma de emular al fin de todos los films "
"...Yo tenía una granja en África... "-.
Así comienza esta obra en palabras de la escritora danesa Isak Dinesen...además adelanta parte de sus aventuras con el traficante de marfil primero y cazador y monitor de safaris después de la 1ª guerra mundial, el británico Denys George Finch Hatton ...como cuando le regaló aquella pluma estilográfica bañada en oro, después una brújula y posteriormente un viaje en avioneta "para poder ver el mundo a los ojos de Dios"... Pero vayamos por partes. Karen frecuenta en su país natal a dos hermanos gemelos pertenecientes a la nobleza, de los cuales uno es su amante, y el otro, el Baron Bror Blixen es su amigo y confidente. Después de tener un desengaño amoroso con el primero, Karen, deseosa de aunar el dinero de su familia con un título nobiliario, decide emprender un proyecto familiar con el segundo, para lo cual planean su vida en Kenya...llevando adelante una granja de vacas con la dote de su familia... Al llegar allí, Karen descubre infinidad de muestras de una sociedad rancia, clasista y anacrónica, pues a parte del imperialismo imperante se encuentra con clubs sociales exclusivos para hombres, esclavismo, clasismo británico, ...Se queda estupefacta de la ligera vida que ha adoptado su marido, quien en última instancia ha decidido cultivar la granja como una plantación de café y no de ganado... Justo cuando se asienta, su marido se va de safari, y sólo le quedan sus recientes amigos, los comerciantes de marfil; Berkeley Cole y su inseparable Denys George Finch Hatton. Estalla la primera guerra mundial y todos los hombres se van al frente a luchar al mando de Lord Delamere (Michael Gough) contra las tropas del Kaiser ... Ella se queda con el capataz Belknap quien está deseando ahorrar para regresar a su país, el mayordomo Yuma, y su tribu de yorubas de los alrededores que ella ha acogido en su granja como mano de obra... Al volver de la contienda Karen descubre por la sífilis contraída, que su marido le ha sido infiel...Regresa a Dinamarca y a su vuelta une sus sentimientos con los de Denys...e intenta enseñar a los yorubas como construir una escuela.
Memórias de África" es una de esas películas que tienen todos los matices: una historia de amor capaz de encandilar a diversas generaciones, la superación personal, grandes paisajes, unos actores en permanente estado de gracia,... Un día, estando con un viejo conocido llamado Denys George Finch Hatton, un cazador bastante enigmático y con unos ideales algo prematuros para la época empieza la historia de amor entre ambos, y ahí es cuando la película cobra las más altas cotas de genialidad, y es que verlos sentados almorzando, o alrededor de una hoguera es algo que pocas veces sucede. Meryl Streep interpreta a Karen una mujer que en un principio intenta pasar de puntillas por África, y poco a poco, empieza a involucrarse cada vez más, hasta el punto que trabaja por y para dicho continente. Streep demuestra de nuevo que es una actriz capaz de interpretar cualquier papel con gran maestría, y es que el personaje de Karen es uno de esos que convierten a un actor en leyenda. La pena es que no le dieron el Oscar, pero quizás Geraldine Page lo merecía desde hacia mucho antes. Robert Redford interpreta al cazador....Hay ciertas escenas que han quedado para la posteridad y que esta película ha conseguido que sean un referente y grabadas con letras de oro en la Historia del cine. Sin duda, es la película más conocida de Sidney Pollack y la más ambiciosa. Hay que reconocer la maestría de este hombre en esta ocasión, los paisajes de África nunca estuvieron mejor retratados.
A las puertas de la Primera Guerra Mundial, cuando unas cuantas potencias ya se habían repartido África, una mujer rompe los encorsetados esquemas de su época y se erige en una mujer fuerte e independiente que descubre que poseer una granja en África no es un sentimiento exacto; es la granja la que llega a poseerla a ella, la hermosa tierra, la gente que la habita y a la que los intrusos europeos no tienen derecho a pisotear y denigrar. Descubre que el amor no depende de las conveniencias y que no se puede aprisionar. También descubre amargas decepciones y dolores, pero se siente más viva que nunca mientras aprende a amar a la gente que se ha apoderado de su alma. Y florece con un amor que saca todo el anhelo y la pasión que lleva dentro pero que es inalcanzable, que no puede ser atrapado y experimenta con toda la intensidad de lo que puede terminarse en cualquier momento, y no sabe hasta cuándo puede durar, pero disfruta con el temor de perderlo. Con ternura y una firme voluntad, Karen deja a su alrededor una huella tan honda como la que África deja a ella. Bellísima, delicadamente sensible e inteligente película que despliega la trama de una forma que va hechizando casi imperceptiblemente hasta que ya uno se siente parte de ella....Un trozo de mi se quedó también en África.
Un film lleno de elegancia que, siendo el más popular y premiado de su director, finalizando la que sin duda fue la etapa más productiva de este. Aunque no es muy habitual, su repercusión popular está pareja a su calidad, logrando uno de los grandes clásicos indiscutibles de la Historia del Cine. Pollack alcanza una de sus cotas mas altas de su carrera como director, cerrando de forma magistral un periodo en el que nos regaló obras del calibre de Jeremiah Johnson, Yakuza, Tootsie o Los Tres Días del Cóndor. Pero sin duda esta es la mas evocadora de todas, la más poética y hermosa. Uno de los mas bellos cantos al continente africano, a la libertad y al espíritu aventurero. A pesar de su ritmo pausado, realiza un emotivo relato intimista-épico, haciendo una compleja y brillante disección emocional de sus dos personajes principales, Karen y Dennis, logrando además una historia de amor inolvidable. El guión utiliza tres relatos de la escritora y su biografía para hacer un trabajo sin fisuras, con buenos diálogos, bien estructurado y con gran capacidad de sugerencia, dejando una impagable sensación nostálgica. Y para que no se pierda ni un ápice del talentoso guión Pollack cuenta con tres actores inmensos que pronto se convierten en uno de los pilares del film, con Meryl Streep soportando el peso principal en una de sus interpretaciones mas justamente celebradas, transmitiendo toda la fuerza y fragilidad de su personaje; Brandauer como secundario de lujo, magnífico como siempre; y un Redford que le da perfecta réplica a Streep en un trabajo admirable y brillante, lleno de presencia física y capaz de transmitir la complejidad de su personaje. Solo ya con estos elementos sería una obra de culto. Pero afortunadamente cuenta con unos portentosos trabajos en los apartados técnicos, en particular la fotografía y la música original, que vuelvo a reiterar que son simplemente antológicas y hacen que el film traspase la frontera de las grandes obras, para formar parte de las películas iconográficas del cine... !!! Un auténtico clásico con mayúsculas... Bandadas de gacelas, cebras, leones, elefantes, jirafas, corren por los inmensos valles, llanuras y ríos de un escenario que también nos deja vivir una de las historias de amor más bellas que jamás presencié en una sala de cine. Dos seres que viven una verdadera estampida de sentimientos bajo un inmenso cielo abovedado, y sobre él, recuerdo los planos de la avioneta.... La obra maestra que es, ya que tanto uno como otro, se equivocan y aprenden , se apoyan y discuten, que se enfrentan a sus mayores miedos de manera tal que el espectador se identifica en sus conflictos. Sydney Pollack, hace que Memorias de África consiguiera adquirir esa espectacularidad y poética belleza, y a la vez ese intimismo introspectivo en sus personajes y sus arrebatadores sentimientos. Detalles como la secuencia con el médico, o la brújula, o la fiesta de año nuevo o las historias que la baronesa cuenta, lo sitúan por derecho propio como un maestro.
Que una pantalla consiga estremecernos con su último punto de luz, esa luz ocre y cálida, y es que realmente hay mucho más detrás de la pantalla...Eso es arte, corazón, verdad y alma.
No hay duda, estamos ante un clásico del cine. Memorias de África nos ofrece una forma de hacer cine que ya no se lleva. Poder sentarte ante una película adulta, serena, elegante y emocionante es un lujo que muy pocas veces podemos disfrutar hoy en pleno siglo XXI. Sidney Pollack no falla en ningún momento. Elige el tono y el ritmo adecuados. Se rodea de un equipo técnico perfecto para poner en imágenes inolvidables una historia romántica ambientada en un lugar y en una época que a todos nos hubiera gustado vivir. Desde el inicio, con la frase... "yo tenía una granja en África"... hasta el plano final en el que aparecen dos leones, se suceden secuencias y momentos absolutamente arrebatadores, encabezados por ese vuelo en avioneta, momento cumbre de la película, donde se juntan la belleza deslumbrante del paisaje de un Africa inimaginable... Pocas veces un paisaje se convierte en protagonista de un film como en este caso. No quiero olvidar que la protagonista es Meryl Streep, odiada por algunos y elogiada por la mayoría, entre los que me incluyo. Su carrera es increíble, seguramente sea este el papel por el que yo siempre la recordaré, junto a ella Robert Redford en el mejor momento. Memorias de Africa dice mucho de la opinión que tengo de esta película. De ella solo al principio conocí su banda sonora, la cual me pareció un regalo para los oídos desde el primer momento, luego me dijeron lo impresionante que son sus imágenes....Mas tarde un verano en mi lugar de vacaciones la presencié. Me había creado grandes ilusiones y desde luego que no me decepcionó. Un film que habla del amor que se siente no solo hacia una persona sino también hacia la tierra y la gente del lugar, absorbiendo toda la fuerza que tienen sus protagonistas, es para venerarla los días que a este cinéfilo le puedan quedar de vida... Nadie debería perdérsela.
!!! Qué hermosa película !!!
Desde muy pequeño me enseñaron que el cine es imagen, música, argumento y la presencia de actores que se te clavan como dardos para la eternidad, y yo como soy un hombre para la eternidad, y amo el cine por encima de todo, juro por todos los seres que he querido y que mas quiero que MEMORIAS DE AFRICA, es un mausoleo donde danzan estos temas engrandecidos para suerte y gloria de los cinéfilos del mundo. Por mucho que quiera escribir sobre este film, nada se acerca a la realidad, hay que verlo, no una, sino mil veces, el deleite es tal que ni el mas prolongado orgasmo puede comparársele. Una obra de culto como es esta necesita de intimidad, de olvidar donde y con quien estamos, porque Africa, tal y como la presente Pollack, es un puzzle de imágenes, de música y de presencias, eso me lo enseñaron desde muy temprana edad y aún hoy, en la madurez recuerdo aquellas enseñanzas y me mantienen vivo. La forma de llevar la dirección es magistral, con un ritmo constante, acompañado de una fotografía colosal, diría que está entre las 5 mejores de toda la historia del cine, ...no me extraña lo del oscar, esos paisajes.... Una banda sonora de la mano de John Barry, ¿ quién no ha escuchado alguna vez la melodía de esta película ?. Sidney Pollack se ha metido en la " cocina " de Africa y con sus " ingredientes " especiales: argumento convincente, guión, reparto, espectacular fotografía y banda sonora, no abre los ventanales de la mejor obra maestra de los últimos años.
Magnífica película del tristemente desparecido director Sydney Pollack, él nos regaló en el año 1985, año en el que se celebraba el centenario nacimiento de la escritora danesa Isak Dinesen, en la cual se basa la maravillosa historia que nos cuenta el director americano en esta película. El 70% del rodaje de la misma se llevaría a cabo en Africa, utilizando muchos de los muebles que la danesa dejó abandonados en Kenya tras su marcha a Dinamarca. Para Pollack, Meryl Streep nunca fue la actriz más adecuada para interpretar a la baronesa Plixen ya que no la encontraba lo suficientemente sexy para el papel, aunque finalmente acabaría llevándose el gato al agua, dejándonos una actuación impresionante. Tengo que reconocer que su doblaje es más que estupendo pero ayer decidí verla en su versión original para poder disfrutar del acento danés conseguido por Streep. Dicen que la actriz se preparó el acento danés escuchando las grabaciones que la escritora danesa hacía de sus relatos. El resultado merece la pena. Curioso que Streep no estuviera ni siquiera nominada a mejor actriz por su trabajo aquí. Junto a ella un Robert Redford al que no hay que quitarle tampoco su mérito, ya que otorga a su personaje del carisma y la personalidad que se espera de él. El tercero en discordia es Klaus María Brandauer, al que el director quería desde un principio para encarnar al barón Plixen, después de quedar admirado del trabajo del actor en la película "Nunca digas nunca jamás". Sobra decir que la fotografía es para quitarse el sombrero, que el guionista supo sacar petróleo de una novela bastante simple y que consiguió escribir una de las historias de amor más bonitas del cine.
Maravillosa historia de amor imposible que suscita impresiones poco discutibles, que el amor no es tan bonito como lo pintan, y que los hombres están hermanados por el miedo al compromiso, las mujeres siempre arriesgan más que el hombre. En este caso la baronesa Karen es una mujer con gran determinación, de fuerte carácter y dispuesta a luchar ante la adversidad. A través de su aventura africana, Karen recorrerá un itinerario moral que le servirá para fortalecerse como persona, aprendiendo a valorar lo que de verdad merece la pena y es la aventura de vivir. Pero no sólo admiramos las peripecias de Karen, y su causa noble por los derechos de los nativos, asistimos a la recreación de una Kenia (y por extensión África) colonizada por los europeos con sus privilegios y servidumbres, con aventureros en busca de emociones y fortuna, que aman su libertad por encima de todo, como Denys... “En esta vida estamos de paso”, “No te querré más por un trozo de papel”. Un solitario y lacónico que disfruta de la naturaleza y el momento, pero tiene buen gusto…, ama la música de Mozart. Pollack filma con un clasicismo grandioso y sereno, sin prisa pero sin pausa, en unos escenarios naturales maravillosos realizando un film grandioso que la Academia premió con los Oscars más importantes ese año.
!!! Película imprescindible para los amantes del cine !!!