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MARATHON MAN

 

 

 

 

 

 

Escribir sobre una película protagonizada por Sir Laurence Olivier, para mi es un orgullo, satisfacción y un deber como critico de cine y cinéfilo. La filmografía de Olivier está llena de títulos clave en la historia del cine, es el actor de actores, con permiso de Brando. Su presencia en la pantalla como en la escena no tiene el adjetivo suficiente para definirlo con la suficiente precisión, es tan grande como las Pirámides y su escuela, aún en pleno siglo XXI, sigue su trayectoria, como así mismo los premios otorgados con su nombre en el Old Vic, teatro ubicado en Londres, al sureste de la Estación de Waterloo

 

 

 

 

Marathon Man  es una película dirigida por John Schlesinger. Protagonizada por Dustin Hoffman, Laurence Olivier, Roy Scheider, Marthe Keller, William Devane, Fritz Weaver. El argumento está basado en la novela homónima de William Goldman. En 1977 la película resultó acreedora de un Globo de Oro al mejor actor secundario, debido a la actuación de Laurence Olivier. Fue también ganadora de dos premios David di Donatello en las categorías de Mejor actor extranjero (Dustin Hoffman) y Mejor película extranjera (Robert Evans). Asimismo obtuvo una candidatura a los Premios Óscar en la categoría de Mejor actor de reparto por la actuación de Laurence Olivier y ocho nominaciones más. Como anécdota de rodaje, muchas veces se comentó cómo Laurence Olivier estaba un poco harto de ver a Dustin Hoffman preparando su papel siempre al borde del delirio: en la escena en que Hoffman no ha dormido en toda la noche y aparece con aspecto lamentable, Dustin no durmió en verdad y se pasó dos noches en vela. Al verle en tan lamentable aspecto, Olivier le dijo: -Querido joven, ¿Por qué solo no actúa? ('Dear boy, it's called acting').... Dustin Hoffman ha negado repetidas veces esta anécdota, aclarando que dicha escena fue rodada a tempranas horas de la mañana, durante el proceso de divorcio de su primera mujer y que estaba anímicamente deprimido. Al parecer había pasado las dos últimas noches en vela. El comentario de Lawrence Olivier se refería a su estilo de vida, no a sus cualidades como profesional.

 

La escena de la tortura fue recortada tras los primeros pases de la película debido a que impresionaba a la audiencia hasta el punto del mareo. El personaje del Dr. Szell está basado en el Dr. Josef Mengele, director médico de las SS en Auschwitz. Vivía fugado en América del Sur durante el rodaje de la película. También aparece en la película Los niños de Brasil, pero aquí se cambian los roles, siendo el doctor el que tiene que atraparlo. La cita de la película "¿Están a salvo?" (Is it safe?) es de las más célebres del cine por el American Film Institute. La ópera que representan en París es un fragmento de Herodia de de Jules Massenet. Está interpretada por Joseph Rouleau con la orquesta de la Royal Opera House del Covent Garden, dirigida por John Matheson. El personaje del Dr. Szell vive en Uruguay, pero las escenas que se llevan a cabo en ese país muestran una zona selvática, siendo que en Uruguay no hay selvas, además de presentar actores hablando con acento mexicano. Cuando se rodó la película, Dustin Hoffman tenía 38 años, su papel era el de un universitario que estaba preparando una tesis doctoral que trataba sobre la tiranía en la vida política americana. En un segundo plano, mientras Hoffman corre hacia el coche de Elsa (Marthe Keller), aparece un cine con el cartel de la película JAWS, protagonizada por Roy Scheider, quien en el film, interpreta al hermano de Hoffman. El productor Robert Evans recomendó al británico Robert Shaw para el papel del agente Peter Janeway, pero al final acabó siendo interpretado por William Devane.

 

John Schlesinger adaptó la novela de William Goldman para el cine, con una trama que levantó mi interés la primera vez que la vi. Con esencia de cine negro, intriga, tensión y thriller que ya en el prólogo del film da a entender que el fantasma de la barbarie de los campos de concentración todavía permanece en los supervivientes y ciudadanos de New York en los años 70. Dos ancianos (uno nazi y el otro judío) tienen un accidente con sus automóviles acabando en tragedia. El comienzo de la película desencadenará los acontecimientos de la historia poniendo en el centro de la trama a un joven universitario Dustin Hoffman que vive afligido por el suicidio de su padre en extrañas circunstancias y por un hermano Roy Scheider que resulta estar metido en unos oscuros negocios relacionados con diamantes de las ricas familias judías que fueron exterminadas en los campos de concentración. El personaje de Hoffman utiliza como válvula de escape sus esfuerzos en correr y entrenarse en carreras de maratón por Central Park para apaciguar "sus demonios personales" derivados de la soledad, la presión de sus estudios y los recuerdos...Hasta que, una mujer aparece en la vida del triste estudiante, comenzando una relación sentimental que coincide con la visita de su hermano que será quien le desvele el problema al que se enfrentan poniendo en tela de juicio las intenciones de la mujer recientemente aparecida. A partir de aquí y con la llegada de un veterano nazi al que da vida un cruel Laurence Olivier todo empieza a complicarse en una agotadora carrera con espías, muertes, engaños y traiciones que llevan a nuestro maratoniano protagonista a sufrir la persecución del "Ángel Blanco...Olivier" basado en un personaje real y a conocer a un supuesto amigo e investigador William Devane. El "Ángel Blanco" debido al desconocimiento, la desconfianza y la avaricia con el tráfico de diamantes judíos perseguirá sin cuartel al sufrido deportista que llevará a una memorable a la vez que desagradable sesión de tortura para sonsacar lo que él cree que puede hacer confesar con la reiterativa pregunta..Mientras tortura y taladra los dientes a un inocente que no sabe lo que está ocurriendo en unas escenas tan desgarradoras como crispantes para el espectador. El corredor de Hoffman utilizará todo su potencial físico y psíquico para escapar de sus incisivos perseguidores y desvelar qué es lo que está ocurriendo con su misteriosa novia, el supuesto amigo de su hermano, el veterano nazi y los diamantes de los que todo el mundo le habla.

 

Secuencias como  las carreras de Hoffman entre las alambradas junto al río Hudson, la impactante muerte de Roy Scheider después de sufrir más intentos de asesinato, el reconocimiento en las calles del torturador nazi por una avejentada anciana judía y un dependiente de una joyería que sufrieron sus torturas, además del portentoso final en los depósitos del agua corriente en el que se enfrentan el resabiado deportista y el villano Laurence Olivier con su "particular clase alimenticia" tragando diamantes incentivada por Hoffman, convierten la película de Schlesinger en una maravillosa pieza de intriga cinematográfica plagada de tensiones dramáticas, romance fastuoso, tintes del desgraciado holocausto y misterio. Todo ello encerrado en un film con un atormentado corredor perseguido por un misterioso y terrorífico nazi. Una película inquietante y magistral...

 

 

 

 

-“Me puso siete u ocho inyecciones y luego me extrajo ocho dientes en una misma cita. Quedé chorreando sangre durante tres días»

 

Dice uno de los vecinos de la pequeña localidad francesa de Château-Chinon, donde fue a instalarse en 2008 el odontólogo holandés Jacobus Van Nierop, de 51 años. En el pueblo le recibieron con ilusión, acostumbrados como estaban a recorrer kilómetros para ser atendidos de sus males bucales, sin saber que el recién llegado más que arreglarlos iba a provocarlos. Van Nierop estuvo haciendo de las suyas cuatro años, hasta que alguien pensó que aquello no era normal y fue detenido al acumular 120 denuncias. Usaba anestesia, sí, incluso en dosis excesivas, pero cuando los efectos desaparecían, los pacientes sentían que algo no iba como debiera. Al mirarse en el espejo, descubrían huecos allá donde había dientes sanos, e incluso mandíbulas rotas. El caso de este dentista al que juzgan ahora en Francia por estos hechos recuerda a otro de ficción, justo cuando se cumplen 40 años del estreno de 'Marathon Man'... Resumiendo, el argumento cuenta la búsqueda de unos diamantes por parte de un viejo criminal de guerra nazi, médico del campo de concentración de Auschwitz, Christian Szell, al que apodan 'El ángel blanco', interpretado por Lawrence Olivier. Éste cree que Hoffman sabe dónde están y en una de las escenas lo tortura para que hable. Posiblemente el concienzudo lavado previo de manos de Olivier antes de acometer su 'trabajo' es de lo más inquietante y perverso, como si le importara de verdad que su víctima no cogiera ninguna infección después de acometer torturas que solo en un dentista cabe imaginar.

Olivier -inspirado por la figura histórica del doctor Josef Mengele, famoso por sus perversos experimentos con seres humanos en los campos nazis, y que estaba escondido en Sudamérica cuando se estrenó el filme-, intenta que el 'paciente' cante lo que sabe, lanzándole insistentemente esta inquietante frase: ¿Está a salvo?. La tortura resulta aún más dañina para el espectador a sabiendas de que Hoffman no tiene respuesta para el enigma y que su suerte está echada. Sobre todo al asistir al momento en el que el nazi despliega su paquete de instrumental, dejando a la vista las herramientas que pretende utilizar. Con ellas le hurga primero en una caries para dar con el nervio. Gritos hasta que le calma con unas gotas de anestesia. El segundo es peor. Quizá porque ahora ya enchufa lo que parece ser una taladradora, con el típico ruido de consulta de dentista, mientras el secuaz del nazi levanta el labio superior de Hoffman dejando las paletas superiores listas para el trabajo del experto. La imagen se va difuminando mientras el aparato se acerca a la cámara, o lo que es lo mismo, al espectador, y el zumbido se acrecienta y... más gritos. La escena dura casi ocho minutos. En las siguientes vemos ya a Hoffman ensangrentado y con un enorme agujero en una de sus paletas. A estas alturas, el espectador está hundido, sintiéndose igual que cuando se acomoda temeroso en el sillón de su dentista. Después de su estreno y tras unos cuantos pases, esta parte de la película fue recortada porque algunos asistentes quedaban impactados en sus butacas. Por su parte, Olivier, tenía tanto miedo de causar algún daño a Hoffman que constantemente le preguntaba si se encontraba bien, asustado ante los convincentes gritos que soltaba el torturado.

Por esta interpretación de nazi, Lawrence Olivier, ganador de cuatro Oscars:....Por 'Cumbres borrascosas',  Hamlet, se llevó también el Globo de Oro. Su personaje, el doctor Szell, fue situado por el American Film Institute en el puesto número 34 de la lista de los cien peores villanos del cine. Su frase '¿Está a salvo?' ocupó el puesto 70 de las cien citas de películas, y la escena de la tortura se ganó el puesto 66 del ranking de los cien momentos más temibles del cine. Se da la circunstancia de que dos años más tarde, el aquí perverso Olivier encarnó a Ezra Lieberman, un anciano cazador de nazis en 'Los niños del Brasil',  basada precisamente en el doctor Mengele que inspiró a su dentista de 'Marathon Man'. Mengele tenía en esta ocasión el rostro de Gregory Peck... Cosas de los buenos actores, capaces de encarnar de forma creíble lo mejor y peor del ser humano. Quedémonos con esta frase de Olivier en la escena de la tortura: «La vida es así de sencilla: bienestar o malestar (en la otra mano, un gancho)... Usted puede decidir. Dígame... ¿Está a salvo?». El título de Marathon Man, junto a la imagen de Babe Levy (Dustin Hoffman) corriendo me ha parecido siempre una ilustración perfecta de la imagen icónica de lo que es el thriller. Al igual que la de Roger Thornhill (Cary Grant) siendo perseguido por una avioneta en Con la muerte en los talones de Hitchcock. Ambas piezas de culto. Un Dustin Hoffman de 38 años interpretó a Babe, un joven estudiante de Historia de ¡20 años! que desconocedor de las actividades secretas de su hermano Doc (Roy Scheider), como agente del gobierno, se verá metido en una peligrosa trama de avaricias y en la que el malvado de la función está inspirado en uno de los grandes villanos de la Historia del siglo XX, el doctor y criminal de guerra nazi Josef Mengele, conocido con el apodo de “El ángel de la muerte”. Precisamente al malvado Szell se le debe la que es la escena más recordada. La de la tortura dental, directa a tocar el nervio más sensible en la boca de Babe, acompañada de la pregunta “Is it safe?”, que repite de manera fría y autoritaria en su brutal interrogatorio. Babe, en esos instantes, al igual que el espectador, desconoce a qué se refiere.

 

 

 

John Schlesinger traza un panorama desolador y conspiranoico de Nueva York con barrios marginales plagados de delincuentes, personajes que esconden otras identidades, traidores y gentes nada de fiar, entre ellos, el que interpretó la actriz Marthe Keller. También debe parte de su fama a un elemento técnico, por ser uno de los primeros largometrajes comerciales en utilizar el estabilizador de cámara steadycam inventado por Garret Brown. Se uso por primera vez en un largometraje comercial hollywoodiense en Esta tierra es mía, aunque fueron películas como Marathon Man, Rocky de John G. Avildsen o El resplandor de Kubrick las que lo popularizaron. Lujosa producción de Robert Evans, que adapta una novela de William Goldman, que constituye uno de los pilares fundamentales del thriller de los años 70: Szell, un viejo nazi, que vive fugado en Sudamérica desde que finalizara la Segunda Guerra Mundial, viaja a Nueva York a fin de recuperar los diamantes que tiene guardados en una caja de seguridad de un banco, después del fallecimiento de su hermano en un accidente. Unos agentes siguen sus pasos, pero un desgraciado giro en los acontecimientos hace que el nazi piense que un joven estudiante (Dustin Hoffman), tenga información que puede afectar a su seguridad, de modo que Szell trata de eliminarlo. Richard Bright, Fritz Weaver y Marthe Keller completan el reparto de la película a cargo de John Schlesinger, que a pesar de algunos giros e inconsistencias de guión es muy disfrutable como conjunto.

El director de fotografía fue Conrad L. Hall, en su segunda colaboración con el realizador británico, después de haber realizado el año anterior la interesante “The Day of the Locust”. Hall, como se ha indicado muchas veces, era hijo del escritos James Norman Hall  y comenzó su carrera primero como ayudante y, posteriormente, como segundo operador. Así pues, formado en el blanco y negro y la fotografía en color clásica, de estudio, Hall dio el salto a la dirección de fotografía a comienzos de la década de los 60 y tuvo mucho éxito desde el comienzo, acumulando nada menos que tres nominaciones al los premios oscars antes de que terminara la década. Ya como operador cotizado, firma obras como “Harper”, “Cool Hand Luke”, “Hell In The Pacific” o “Fat City”, con la que inicia una nueva etapa en su estilo, abrazando la sobre exposición del negativo, los bajos niveles de luz y en definitiva, una filosofía naturalista. Desgraciadamente, después del título que nos ocupa, inicia un período de diez años alejado de la fotografía cinematográfica, durante el cual se dedica al lucrativo oficio de producir y fotografiar anuncios publicitarios, al tiempo que fracasa en su intento de pasarse a la dirección. Cuando vuelve, lo hace por la puerta grande, acumulando premios y menciones de sus colegas, con títulos como “Tequila Sunrise”, “Searching For Bobby Fischer”, “A Civil Action” y su segunda (“American Beauty”, y tercera estatuilla dorada, esta última póstuma, por estos films a las órdenes de Sam Mendes en los que su estilo, natural y elegante como siempre, era más moderno que nunca, porque como decía su colega William A. Fraker, lo más grande de Hall es que nunca se detuvo, siempre evolucionó y se mantuvo en vanguardia, lo que le convierte es uno de los grandes operadores de la historia del cine.

 

 

 

 

En el caso de “Marathon Man”, es un título que pertenece ya claramente a esta segunda etapa de su filmografía inaugurada, como decíamos, con “Fat City”. Es por tanto una película de aspecto moderno para su época y muy natural, que eso sí, se aleja mucho de la estilización y hasta expresionismo de la obra anterior de Hall junto a Schlesinger, caracterizada por sus tonos dorados y su suavidad. Rodada en Nueva York, París y Los Angeles, la película posee conceptos del thriller de los 70 comunes a la obra de Gordon Willis y Owen Roizman en este género, en cuanto que respira la misma inmediatez y frescura, algo que por aquélla época se conocía como el estilo de la Costa Este. Utilizando la amplia latitud de exposición de su negativo y ópticas ultraluminosas a grandes aperturas de diafragma en casi toda circunstancia, Hall expone para sus sombras y deja que sus altas luces se vayan a la parte alta de la curva de registro, muchas veces con la belleza con que eso ocurría en las películas Kodak de la época (el film se rodó justo en el momento de transición entre dos emulsiones clásicas. Con esta técnica, escogiendo la hora del día y la dirección del sol adecuada para sus necesidades, Hall evita tener que emplear complicadas técnicas o luz artificial en sus exteriores, muchas veces con bellos resultados.

A pesar que la película y su fotografía rebosan oficio y estilo, lo cierto es que también hay algunos problemas que mencionar: el primero de ellos es el uso de la difusión, que en muchas ocasiones es excesivo y no termina de justificarse narrativamente en un thriller de este tipo, al producir fortísimo halos en torno a las fuentes de luz, generalmente, ventanas en los interiores y farolas en los exteriores nocturnos. Y por otro lado, fruto de rodar a aperturas de diafragma muy grandes, la profundidad de campo es tan escasa que un gran número de planos de la película, tanto fijos como en movimiento, o bien están desenfocados o lucen demasiado suaves, debido a falta de precisión. Por todos estos detalles, la fotografía de “Marathon Man”, al igual que la propia película, tiene momentos muy interesantes y globalmente es altamente disfrutadle, como casi todos los trabajos de Conrad Hall, pero también tiene algunas cosas que, bien porque se tratan de “tics” de la época o fallos puntuales (los desenfoques) desmejoran algo un conjunto que podría haber sido aún mejor. He vuelto a ver Marathon man, después de muchísimos años, y me he encontrado con una película digna, pero a la que los años no han pasado y con un Laurence Olivier que està impresionante, como siempre, y un Hoffman muy correcto, tengo que reconocer que no soy un fan incondicional suyo, siempre lo veo a él con su cara de no enterarse bien de lo que pasa a su alrededor, lo que lógicamente en esta película funciona muy bien, y eso que tengo que reconocer que en mi años de juventud fue unos de mis actores preferidos, pero al igual que la película ha envejecido mal. El guión posee escenas claustrofóbicas y muy estresantes, que es lo mejor de la película, con un final largo y que en nada explica los interrogantes abiertos y no me refiero al duelo final dentro de las cloacas porque esto me parece metafórico con el personaje del ángel blanco. En resumen una película interesante, que se ve con interés, que en estos tiempos de escasez de calidad ya es un logro importante, que cumple con el primer mandamiento del cine, que es no aburrir.

 

 

 

La carrera en Central Park, el encuentro con el anticuario, las bombas, los coches embistiéndose en las calles de Nueva York…Uno no entiende nada pero ya esperamos que va pasar algo. La fórmula del suspense. Poco a poco la historia se va centrando hasta alcanzarse la linealidad en Dustin Hoffman. Éste se ha granjeado pronto nuestras simpatías. En la elección entre un heroico agente secreto y un estudiante de Universidad con algo de perdedor, pronto nos identificamos con éste último. Y esta elección será nuestro asidero ante los vaivenes de una trama frenética. Será también nuestra condena porque la historia se desarrolla adversamente contra nuestro protagonista, que involuntariamente acaba enfrentándose a la personificación del horror encarnado en un criminal nazi – Laurence Olivier- en una trama de agentes secretos y diamantes que nunca queda demasiado clara. Poco importa, porque Dustin sufre y nosotros con él. Estamos lejos de los superhombres a los que estamos acostumbrados en la épica. Aquí nos hallamos ante un ser humano en peligro. Podría ser cualquiera de nosotros. ¿Qué haríamos en su situación? Así es como se encara este macabro juego de rol no apto para aprensivos a los dentistas. Treinta y tantos años después y con todo lo que se inventa en el cine para sacudirnos la apatía, un cine así justifica la existencia de éste. Prepárense para estar en tensión.

Dustin Hoffman crea un héroe corriente, de una intensidad agobiante, propia del más férreo Ator´s Studio, transmite una evolución veraz y por momentos dolorosa, pero el que está esplendido es Laurence Olivier, majestuoso, su contención y dominio de la escena es colosal, en cada plano da una lección de interpretación, la del barrio hebreo es antológica, curiosamente hubo dificultades para su participación pues sufría de cáncer y las compañías no querían asegurarlo pues temían que muriera durante el rodaje, falleció 10 años después.

 

Este filme tiene varios puntos a su favor, que justifican la calificación de excelente que le doy. El primero es la intriga, que es impecable, sostenida durante todo el metraje y sobre todo creíble. El segundo es el arranque: es poco menos que impresionante. El tercero tiene que ver con las interpretaciones, ambos confieren a sus personajes el tono adecuado, aunque apelen a métodos absolutamente distintos. Pero también están más que correctos Roy Scheider y William Devane. El cuarto es la dirección de Schlesinger. En definitiva, es una de las cumbres del cine americano y el paso del tiempo le ha ddo categoría de obra de culto....Excelente film de los 70.

 

En 1977 la película resultó acreedora de un Globo de Oro al mejor actor secundario, fue también ganadora de dos premios David di Donatello en las categorías de Mejor actor extranjero  y Mejor película extranjera.. Asimismo obtuvo una candidatura a los Premios Óscar en la categoría de Mejor actor de reparto por la actuación de Laurence Olivier y ocho nominaciones más.

 

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