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MALDITOS BASTARDOS

 

 

 

 

 

 

 

 

Tarantino vuelve a componer un collage donde se mezclan nazis con judíos vengativos, salas de cabaret, mujeres que esconden más de lo que aparentan, una gran dirección y un grupo de actores en estado de gracia. Sus tics, aunque en otra ambientación, siguen estando presentes: brillantes diálogos engrandecen un film. Pese a todo hay grandeza en su nueva obra, generalmente aportada por ese prodigio llamado Christoph Waltz. El actor sueco aporta solidez al reparto, haciendo gala de una vis cómica inesperada y una seriedad absoluta cuando así lo requiere el tono del film. La primera conversación, todo el prólogo del film, es un alarde de ingenio por parte del intérprete, una lección de sutileza y habilidad solidificada en uno de los mejores prólogos que ha ofrecido Quentin Tarantino en toda su carrera. Los demás miembros del grupo no le van a la zaga, si bien entre todos destacan dos: una gran Diane Kruger y un inesperadamente correcto Eli Roth, aportando cierta gracia a un secundario que no brilla por su cantidad de líneas de texto. Tarantino es Tarantino y se sabe, pero si bien en Kill Bill la ultra violencia no era molesta por que nunca se veía desde un punto realista, en Malditos Bastardos hay ciertas secuencias que son puras. Tarantino ha realizado una nueva gran película, ha conseguido hacer cine bélico pasado por su filtro y, por ello, merece ser aplaudido. Desde luego, un regreso a su buen cine que, eso sí, queda anteponiéndose a sus mejores obras. Más un cineasta maldito que bastardo, Quentin Tarantino tiene innumerables padres cinematográficos que tejen, sobre diferentes tonos y géneros, un compendio fílmico cuya individualidad supera el conjunto que ofrece el mosaico de referencias. No se trata de una conexión directa con el género o el filme que origina el título de la cinta, “Aquel maldito tren blindado”, sino que el talento y estilo propio del cineasta se impone creando una nueva visión dimensionada del autor. Es un filme puro, cuyos orígenes quedan borrados y ametrallados por la cinefilia y genialidad.

 

La secuencia que abre la película es simplemente monumental: aparece el título: Érase una vez… En una Francia ocupada por los nazis.... Se abre como un western con tono clásico a lo Ford o Eastwood con la banda sonora de “El álamo” en los créditos, pero alude también al spaghetti western con vistas a Leone y a su fiereza. La planificación es maravillosa y se sostiene con referencias propias: diálogos continuos rellenado una larga secuencia hasta que la violencia encumbra el clímax. Esa lucha constante entre el cine clásico y la serie B hace erigir el triunfo de aunar la elegancia, precisión y monumentalidad clásica con la originalidad, provocación y radicalidad del cine alternativo. Tarantino es el único cineasta que ha alcanzado el equilibrio perfecto entre ambas corrientes creando un estilo propio. La recreación de la Segunda Guerra Mundial no es un retrato de las trincheras, ni del campo de batalla sino de pura negociación. También de imposición del cine sobre la cultura universal y los designios de la civilización. Hay cierto grado de anacronismo lírico fundido con la brutalidad de la violencia. De cine extremo entre cigarros fundidos en humo y llamas. Es puro celuloide incandescente con infinitas lecturas meta cinematográficas, como si todo fuese una metralla de fotogramas quemados por la celeridad antes del impacto. “Malditos bastardos” es un monumento cinematográfico a la historia del cine. Un acto de amor brutal, combativo y suicida donde la ficción reescribirá el cine salvándolo. Tarantino,  ha vuelto a rehacer la historia del cine salvando a toda la humanidad. A todos nosotros... Para mí, una obra maestra.

 

 

 

 

Con la visita del coronel nazi Hans Landa a una granja en busca de judíos ocultos, está entre lo mejor que haya rodado Tarantino jamás. Oro puro. La tensión y el suspense que crea mediante diálogos, silencios y miradas resulta absolutamente genial. Comienza apoyándose en los códigos del spaghetti western y, rápidamente, en ese mismo fragmento o capítulo, muta en un duelo psicológico de aúpa, capaz de tener en suspense a cualquiera. Ese largo diálogo, que se corta con un cuchillo, entre Landa y el granjero Lapadite es del todo angustioso gracias al pulso del director, dilatando deliberadamente los tiempos de la conversación, y a la excepcional interpretación de Christoph Waltz y Denis Menochet. Ahí la película estalla en pura obra de culto. Tras este comienzo por todo lo alto, Tarantino continúa su narración mediante capítulos, desgranando situaciones y sucesos que, poco a poco, conformarán un todo hasta desembocar en un final muy coherente y bien atado que da vigor a la Historia remodelándola a su antojo, mediante el instrumento, inmejorable, de una pantalla de cine. Cada capítulo, en principio independiente pero que forma parte de una unidad perfecta, es delicioso en sus diferentes estilos mezclados y de enorme riqueza por los muchísimos detalles que contiene y que seguro se apreciarán mejor en posteriores revisiones. Los diálogos, las interpretaciones, los guiños, las referencias cinéfilas y las esporádicas incursiones de la violencia, en brutales estallidos que coronan y zanjan un dramatismo gestado sin prisa alguna, constituyen las herramientas de un director que, con "Inglourious Basterds" ha creado, desde mi punto de vista, una de las películas más interesantes y audaces de los últimos años. Ha vuelto a demostrar que no hay en él nada conformista y que continúa renovándose a sí mismo, evitando resultar plano y predecible.

 

Es una fantasía bélica con un reparto lleno de caras conocidas y te quedas con el capítulo 1, un prólogo ejemplar donde nazi es presentado al espectador en un crescendo de tensión leoniana muy bien llevado: el mejor diálogo de toda la película se produce en esta escena y lo curioso es que este diálogo es uno de los pocos que ha escrito Tarantino para definir al personaje y no para definirse a sí mismo. Por mí, que siga por este camino siempre. Brad Pitt y su cuadrilla de Bastardos: quizás es un resquicio que da en la escalada de Tarantino hacia la madurez de un estilo. Lo que pasa es que la película tiene un tono bastante más alto que Brad Pitt en su discurso bélico al grupo de vengadores hebreos lo salva. Mucho mejor llevada la historia de Shoshanna, el pretendiente nazi y el colega negro, es más, diría que en realidad la película está concebida como un vehículo narrativo para invocar su venganza y lo de los bastardos no es más que el peaje que se paga para insertar el necesario reclamo. Opino que sobra un poco toda la parte en la que interviene el personaje de Diane Kruger y no porque la actriz lo haga mal, todo lo contrario, sino porque se ha tenido que comer una parte del guión. Si se quiere jugar a encuentra la referencia cinéfila, hay homenajes a los de siempre y además a los clásicos de aventura bélica, muy especialmente a "Doce del patíbulo", la novedad es que ahora estas influencias ya están tan integradas en el cine de este director, que al contrario que ocurría en sus otras películas, ni siquiera parecen ya influencias, sino rasgos propios de su cine. Decir que no lo pasé tan bien con una película de ambientación bélica desde la magnífica "El libro negro" de Verhoeven: y eso es porque me da la impresión de que a los que acudan al cine a ver qué ha hecho ahora el viejo niño terrible. No paso por licencias históricas, y aún menos si son historias recientes...en todas ellas me acordé de los muertos respectivos. Y es una suerte, ya que todo lo que sale del director, acostumbra a ser mucho más divertido que la realidad. Y en esto se apoya ‘Malditos bastardos’, en aquel principio universal que nos dice que “drama más tiempo es igual a comedia”. Pero como a estas alturas ya todos conocemos las tendencias de este director, es de esperar que no sólo las risas se adueñen de la cinta. Como no podía ser do otra manera, la mezcla de géneros es casi el motivo de existir de sus productos, y éste no es la excepción. Recuerdo que cuando llegó a nuestras salas el castrado proyecto Grindhouse se planteó la siguiente pregunta: ¿Opinaría lo mismo de ‘Death Proof’ si no la hubiera firmado Tarantino? Una cuestión absurda a mi entender, ya que sin él, la película hubiera sido radicalmente diferente... o ni siquiera hubiera llegado nunca a hacerse. Quentin es Quentin..... Suena absurdo, pero en realidad es uno de los mayores cumplidos a los que puede aspirar cualquiera que pertenezca al selecto grupo que realizan cine de autor... En una cafetería de Los Angeles, en un centro comercial o en un abarrotado local de la capital del país del sol naciente... poco importa la localización, ni las circunstancias que rodean la historia, pues su estilo es siempre palpable.... Incluso en una casa rural francesa en el año 1941.

 

 

 

 

 

Ahí es donde arranca la película. La manera en que aparecen los personajes, y la banda sonora de Ennio Morricone nos remiten a un género que le sienta de maravilla a este convulso periodo histórico. Con la aparición en escena del coronel Hans Landa se hace el silencio absoluto. Gracias a él y a la cada vez más sabia planificación de Tarantino, el primer capítulo de la brutal venganza se descubre como una pequeña porción de cine con mayúsculas... lista para ser devorada -y estudiada- una y otra vez. El guión y la manera de buscar la complicidad del público mostrados en el segundo capítulo van desapareciendo lentamente a medida que pasan los minutos. El que Tarantino sea un genio es indiscutible, pero también comete errores. El más importante que hay en ‘Malditos bastardos’ es el de no acabar de dar total profundidad a algunos personajes.

 

El director vuelve con las pilas recargadas, con muchos de sus toques que le han caracterizado en sus anteriores producciones, pero además, con una ligera de experiencia sabia. Se nota que va cogiendo tablas y lo que antes era visualidad muy original ahora se torna en una equilibrada baza de impacto visual con ritmo más pausado y diálogos igual de eficientes pero no intrascendentes, sino que tienen su quehacer en el guión. Otras características que vuelve junto a tarantino son su gran variedad de géneros, destacando la vis cómica de la que ya hacía gala y su acción violenta estilizada; el reparto coral siempre cumplidor, esta vez destacando un Christoph Waltz, también destacando la espléndida Mélanie Laurent, el joven Daniel Brühl y Brad Pitt que conforme envejece se vuelve más profesional y una cuidada y enormemente planificada fotografía que deja planos y secuencias que pronto pasarán a la historia, como ya pasaron anteriormente el duelo a pistola entre Keitel y Buscemi, el corte de la oreja, el discurso bíblico de Jules, el baile de Travolta y Thurman o la escapada de la Mamba Negra del ataúd enterrado. Como característica nueva podemos encontrar un ritmo igual de atractivo (en las dos horas y media que dura casi el film y que jamás pasa el tiempo) pero esta vez deja paso a un ritmo más pausado, esperando que las acciones se cuezan a fuego lento de brasas incandescentes y no en una hoguera de leña. Su amor por el cine siempre ha sido incuestionable, desde sus homenajes a la serie B, al cine nipón, al western... aquí no es una excepción, y su amor propio como comentaba al principio tampoco, así pues podemos encontrar los créditos iniciales con la tipografía de Reservoir Dogs, los finales con la de Pulp Fiction, una dosificación de la historia por capítulos, aparte de escenas y canciones que nos hacen revivir nuevas sensaciones. Como siempre recomiendo, y aquí con gran sentido además, que la película se vea en versión original subtitulada, puesto que se hace uso de una atractiva batalla de idiomas cambiando del inglés al francés, alemán, italiano o alguna que otra palabra en español que presiento se perderá en el doblaje, sobretodo en una escena especial con un Aldo Raine hablando un chapucero italiano con marcado acento inglés, escena espléndida. Gran película, en cualquier caso. En “Malditos Bastardos” filmó teniendo una docena de películas en la cabeza, desde “Aquel Maldito Tren Blindado”hasta “Doce del Patíbulo” y todos los western. E hizo algo más, impensado para la mayoría: desdeñó los libros de historia. El resultado final hace que “Operación Valquiria”, con Tom Cruise, parezca una agotada lección escolar, recitada de memoria.

 

 

 

 

“Malditos Bastardos” está dividida en capítulos. El primero sirve como presentación de dos de los personajes principales: Shoshanna, una sobreviviente judía escondida en la casa de un granjero francés, y del Coronel Landa, apodado “El Cazador de Judíos”. Landa habla tranquila y afablemente con el granjero, fuma su pipa, traza una analogía acerca de ardillas y ratones. Al mismo tiempo nos presenta a los Bastardos encabezados por el teniente Aldo Raines, que recluta a ocho judíos para machacar cabezas y coleccionar cueros cabelludos alemanes. “Quiero que cada uno de ustedes me de cien cabelleras nazis”, les dice... Los Bastardos se convierten en una fuerza de elite temida en todo el sur de Francia y los nazis, una leyenda tan oscura y terrorífica como el Golem. Tarantino domina como nadie el “preludio de violencia”. De hecho, toda el film es un ejemplo de virtuosismo, de diálogos acertados que funcionan como un mecanismo de relojería. No es extraño que el guión le haya demorado tanto tiempo, aqui dosifica la violencia, manteniéndola con rienda corta, tensa la cuerda al máximo, algo va a suceder, pero no sabemos cuando. La película es una obra capital del cine de género bélico. Es un homenaje a los viejos seriales de guerra  y nos hace aullar en el asiento.

 

Así que sin más, daré mis diez razones para otorgar al film categoría de obra maestra:

 

1) Demuestra un profundo, intenso y enorme amor por el cine. El cine se nos presenta como modificador de la Historia, y eso, ya de por sí me parece de una genialidad absoluta. El planeamiento de cómo el conflicto bélico más importante de la Historia pudo haberse resuelto en un cine de barrio es audaz.

2) Brad Pitt, vuelve a revelarse como un valor en alza del cine americano cada vez más por encima de su fachada y su ajetreada vida personal.

3) Esos toques a lo spaguetti western, declaración de amor a un cine añejo reinventado y ajustado con un inteligentísimo criterio.

4) Una banda sonora anacrónicamente perfecta. Una Torre de Babel idiomática exquisita... Inglés, alemán, francés, italiano...

5) Christoph Waltz, uno de los mejores nazis del cine... Abrumador.

6) La primera escena de la película es simplemente ASOMBROSA. La tensión obligada demuestra lo bien que sabe hacer cine.

7) Diane Kruger, aparte de guapísima, demuestra que es una buena actriz.

8) El final, de lo mejorcito que he visto en mucho tiempo, con ese montaje personal resumen de la venganza de Shoshannah. El cine hace más daño que las balas.

9) Un fuhrer patético, pero igual de perfecto que Bruno Ganz  en "El hundimiento".

10) Porque quiero ser bastardo y nunca nazi.

 

 

Brad Pitt hace los honores de empezar el segundo capítulo, de homónimo título al de la cinta, presentándonos a su cuadrilla, que matarán sin piedad a cualquier nazi que se interponga en su camino. A partir de aquí se abre la veda abiertamente a las escenas de acción y violencia. Sangre aparte, el verdadero logro de Tarantino es haber vuelto a la perfección en sus diálogos marca de la casa y no ese guión basura que mostró en 'Death Proof'. Sin importar su duración, simplemente por esos "face to face" en el restaurante o en la taberna...merece la pena haber pagado la entrada. Tampoco se deja a un lado la comedia, ya que Brad Pitt y Eli Roth son sinónimo de ello en casi toda la cinta. El director lo ha vuelto a conseguir. Una película que rompe moldes, atípica, violenta, cargada de tensión… ¡y además ambientada en la Segunda Guerra Mundial! Sin duda alguna ofrece lo que esperas de ella. Ya lo creo que sí. Personajes bien detallados y aquí es donde entra Brad Pitt en su papel de teniente Aldo Raine (personaje que merece mención especial), con su deficiente italiano, su obsesión por las cabelleras nazis y alguna que otra frase ingeniosa que suelta. También se ven otros elementos característicos de la filmografía del director, como aquello de que “la obra se presenta como la suma de sus partes”, es decir rodando los acontecimientos separados en capítulos, aunque esta vez la conexión entre ellos sí que está hecha en orden cronológico. Lo que también me gustó mucho es la visión alterada y “tarantinizada” del final de la Segunda Guerra Mundial, realmente grande. Además agradecer el perfecto equilibrio que hay durante todo el film entre el Tarantino maduro y el clásico. Pero "Inglourious Basterds" no sólo nos deja ver eso, nos deja ver a un director cuya principal influencia actual es él mismo. A parte de los guiños a sus películas de culto como en otros filmes suyos, permitiéndose guiños a él mismo. Guiños para nada torpes y explícitos como puedan ser los de "Death Proof" sino mucho más discretos (sin llegar a estar escondidos), así pues nos encontramos con música western de la de toda la vida, unos títulos de crédito que mezclan el estilo de letras de sus otros filmes incluso referencias a la hora de llevar la cámara en ciertas escenas y ciertas acciones de los personajes.

 

 

Veredicto final:

!!! Me ha encantado; lo mejor de Tarantino, no sabría ni dónde poner este bélico-masacra-nazis en un ranking. !!

 

Esto me hace repetir una y mil veces....!!!

 

 QUE GRANDE ES EL CINE !!!

 

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