MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA
![]() |
Ambientada en la lujosa Costa Azul de la Francia de los años 20, Magia a la luz de la luna, del maestro Woody Allen, es una comedia romántica que cuenta la historia de un mago que intenta desenmascarar a una médium. El hechicero chino Wei Ling Soo es uno de los magos más populares de su época, pero poca gente sabe que no existe en realidad, pues tras el disfraz del famoso mago se encuentra Stanley Crawford... Colin Firth.... un personaje británico, gruñón y arrogante con el ego por las nubes que siente verdadera aversión por los falsos espiritistas que afirman poder hacer magia de verdad. Su amigo de toda la vida, Howard Burkan le convence para que se embarquen en una misión en la Costa Azul, concretamente en la mansión de la familia Catledge. Jacki Weaver interpreta a Grace, la matriarca, y Hamish Linklater y Erica Leerhsen. Stanley se presenta allí haciéndose pasar por un hombre de negocios llamado Stanley Taplinger con el objetivo de desenmascarar a la joven vidente Sophie Baker (Emma Stone), quien se aloja en la mansión con su madre. Sophie llegó a la casa Catledge porque Grace está segura de que puede ayudarla a contactar con su difunto esposo, y nada más llegar consiguió llamar la atención de Brice, quien se enamora perdidamente de ella. Cuando conoce a Sophie por primera vez, Stanley opina que es una mocosa insignificante a la que descubrirá en un santiamén y así se burlará de la credulidad de la familia. Sin embargo, para su gran sorpresa y malestar, Sophie realiza numerosas hazañas en las que consigue leer la mente y realizar otros actos sobrenaturales que desafían toda explicación racional, lo que le deja perplejo. Pronto, Stanley le confiesa a su querida tía Vanessa que está empezando a pensar que los poderes de Sophie podrían ser reales. De ser así, todo podría ser posible, o incluso positivo, y, todo lo que Stanley creía se derrumbaría. A continuación ocurren numerosos acontecimientos mágicos, en el más amplio sentido de la palabra, que hacen que las historias de los personajes den mil vueltas. Finalmente, Magia a la luz de la luna, consigue que todos creamos en la magia. Woody Allen se atreve con una nueva comedia ligera marca de la casa y llena de encanto. Magia a la luz de la luna es una divertida película de ascendencia clásica: En sus fotogramas se puede ver la impronta de maestros del género como Mitchell Leisen, Gregory La Cava, Ernst Lubitsch y Preston Sturges. De la misma forma que su dúo protagonista, unos geniales Colin Firth y Emma Stone, recuerda a las parejas que en su momento formaron Jean Arthur y Ray Milland o Don Ameche y Claudette Colbert.
![]() |
![]() |
Cercana en espíritu a La maldición del escorpión de Jade, uno de los mejores divertimentos de Allen que, por cierto, también tenía motivos estéricos en su trama. Magia a la luz de la luna presenta como telón de fondo el mundo de la magia y la videncia, una pugna entre lo racional y lo irracional que pone en bandeja el enfrentamiento entre los personajes de Firth y Stone; un antagonismo del que se sirve el director de Annie Hall para dar rienda suelta en los diálogos a su misantropía y nihilismo habituales, y a un humor menos cáustico. Magia a la luz de la luna posee una nómina de actores secundarios de altura, algunos de importancia capital para la historia. En ese sentido se lleva la palma la veterana actriz inglesa Eileen Atkins, que protagoniza uno de los mejores diálogos del filme, un divertidísimo y crucial cara a cara con Colin Firth situado hacia el final de la película. No sería extraño ver a Atkins entre las candidatas al Oscar a la mejor actriz de reparto.Si algo caracteriza a Woody Allen es su gran capacidad para elaborar diálogos cargados de frases inteligentes e inquietantes. Cada película de su extensa filmografía, es una oportunidad para saborear las cosas que se dicen. Naturalmente Allen se va repitiendo a sí mismo, pero no deja de sorprender su capacidad siempre renovada para hacer que las palabras sean los actores principales de sus obras. Un asunto recurrente es la conversación entre un hombre y una mujer, con frecuencia una mujer hermosa y un hombre extravagante y curioso, que a partir del intercambio de frases agudas e inteligentes van tejiendo la trama. Trama que se convierte en esclava del diálogo. Se generan así bizarras jornadas por el reino de la racionalidad divertida y creativa, aquella en la cual la lógica está conectada con el ingenio, en la que la verdad no es lo importante, sino el apunte oportuno. Este se logra a base de ensayos y repeticiones hasta que de una mezcla poco prometedora de frases superficiales y de escenas improbables, va saliendo un destilado más coherente, que con frecuencia muestra atisbos de genialidad. Pienso que esto es lo que muchos percibimos en los trabajos de Allen y que nos convoca y nos atrae la posibilidad de que presenciemos una obra valiosa, la del mago de siempre, y que no será en vano la espera. Magia a la luz de la luna...Una de las virtudes de Woody Allen es que los artistas se sienten desafiados a penetrar en esos reinos y colaboran con el director, permitiendo que surja en ellos ese espíritu ingenioso, de la mano de esos diálogos únicos. Por alguna razón, esto no se ve tan demandante en el caso de los protagonistas masculinos ni es realmente extraño para Colin Firth, cuyos acentos y poses se ajustan naturalmente al rol diseñado por Allen. Pero en el caso de las mujeres que tiende a escoger el director, da la impresión de que se produce una gran transformación que las lleva a unas zonas de actuación bien distintas a lo que ellas hacen. Es que Allen las lleva a superar su dependencia de las apariencias y de la belleza y las hace más maduras, más ingeniosas, objetos de desafío inteligente para todos, espectadores y coprotagonistas.
![]() |
![]() |
Voy a detenerme en algunas de las frases que dicen los personajes, para rendir un pequeño homenaje al maestro Allen.
Conversan Stanley y Sofía.
- “Dime Stanley aparte de mi don, que tanto ha cambiado tu vida ¿no has tenido, en el tiempo que hemos pasado juntos, ningún otro pensamiento sobre mí?”. -Contesta él- “Ya te lo dije, estoy hechizado contigo”.- “Sí –dice ella-, pero no lo digo como mística, sino como mujer”-.
-“¿Como mujer?”,- contesta Stanley-. “¡Qué pregunta extraña! La verdad, técnicamente, es que nunca te he mirado como mujer”.-
Hay que anotar que estas frases se dan en un momento de aparente enamoramiento y ternura y no es solo Sofía la que siente esa extraña y frustrante sensación. Y más cuando, sigue insistiendo ella con su pregunta… “Entonces, ¿nunca pensaste en mí como una mujer?”, y remata él con inesperada y lógica indiferencia: “Siempre supe que no eras de mi mismo sexo, si a eso te refieres. Y bastante bonita de ver, comparativamente”. Luego, en un momento reflexivo, como para compensar su frialdad dice él: “¿No es suficiente que hayas abierto mis ojos a la dicha de vivir? Conquistaste mi mente. ¿También necesitas conquistar mi corazón?”. Emma Stone... en otra escena, Stanley habla con su colega mago, Howard, y le dice:
- “La vida no es justa, Howard. Siempre digo, como regla general, que es bastante desagradable. Por Sofía empecé a sucumbir al pensamiento mágico. Y por un tiempo, fui realmente feliz. Pero más bien como un tonto. La felicidad no es la condición natural humana”.-
Y más adelante le dice Stanley a Sofía:
-“Todo mi optimismo era una ilusión”... Ella comenta: “Estoy leyendo el libro del filósofo alemán que me diste. No entendí mucho, pero dice que necesitamos ilusiones para vivir”.... Contesta él... “Te refieres a mentiras....Fuiste más feliz dejando entrar algunas mentiras a tu vida”.-
Así se revela la esencia de las relaciones de los personajes, enamorados o no, en las películas de Allen, que consisten en torturados intercambios entre la mente y el corazón y su general negación de los estados de felicidad, concebidos más bien como engaños del pensamiento mágico, los que ocurren cuando la mente sucumbe a los devaneos del corazón. Ahora, en este filme, y no es el único, algún equilibrio aparece después de los escarceos mentales entre los dos corazones enamorados y la conquista amorosa toma el mando, escurriéndose por los ilusionados resquicios de la mente embaucada.
![]() |
![]() |
La producción de una obra cinematográfica requiere un trabajo coordinado; el equipo de vestuario es primordial. El diseñador o figurinista debe mantener una buena comunicación con el director y otros departamentos para lograr un resultado final armonioso. La labor del departamento de vestuario no se limita a crear una ambientación adecuada o a adaptar la ropa de los actores: debe ayudar, además, a narrar la historia y a identificar a los personajes. Son muchos los directores de cine que suelen optar por el mismo equipo en cada rodaje, como es el caso de Woody Allen. El cineasta, tras trabajar en el año 2008 con la diseñadora Sonia Grande en la película Vicky Cristina Barcelona, volvió a contar con la española en otros títulos como Midnight in París, A Roma con amor o Magia a la luz de la luna. Hoy, nos detendremos en esta diseñadora para destacar la buena conexión que existe entre Woody Allen y Sonia Grande, a la par que viajaremos a los maravillosos años 20 a través del ilusionismo y la magia, temas recurrentes en el director estadounidense. El personaje interpretado por Colin Firth está inspirado en el hechicero William Ellsworth Robinson, conocido como Chung Ling Soo, célebre por emplear las artes chinas en sus espectáculos. Sonia Grande se inspiró en el vestuario que este médium empleaba en sus funciones, consiguiendo crear una atmósfera de misterio para las primeras secuencias de Magia a la luz de la luna. Es conocido el gusto de Woody Allen por recurrir a colores cálidos en sus películas. La diseñadora dotó al personaje de una estética exótica asiática con predominio del color rojo, tradicional en la cultura china, y con detalles como una figura de dragón bordada en la túnica, prenda que la española encontró destrozada en un mercado de Londres y que fue restaurada en París. Aunque Stanley Crawford se gana la vida creando ilusiones para el público, es una persona escéptica con el espiritismo y la idea del más allá. Hay una secuencia en un cabaret berlinés donde el vestuario de los extras, por expreso deseo de Woody Allen, debía aludir al arte expresionista. Sonia Grande siempre toma referencias de la pintura a la hora de iniciar un proyecto, de forma que le resultó sencillo adaptarse a las exigencias del director, inspirándose en la obra del pintor Otto Dix para crear prendas con lentejuelas y plumas de avestruz de color amarillo mostaza, reflejando el esplendor que vivió el cabaret en los años 20. Además del expresionismo, se observa una clara influencia del cine clásico en la figura de la cantante del cabaret que viste una chaqueta negra y sombrero negro, recordando a la inolvidable Marlene Dietrich de El ángel azul.
Howard convence a Standley para visitar la residencia de verano de los Catledge, una familia estadounidense adinerada que vive en la Riviera Francesa, donde está instalada Sophie Baker junto a su madre, con la idea de demostrar si la joven es realmente una vidente. El atuendo de Standley se distingue por tener un marcado estilo inglés: gorra de visera, chaqueta de tejido tweed con coderas, suéter de lana, pantalón con raya y zapatos tipo Oxford con cordones. Sonia Grande emplea las tonalidades de las prendas para identificar y diferenciar a los personajes de la película: mientras el incrédulo Standley luce colores apagados, la familia Catledge destaca por una paleta cromática clara y luminosa en tejidos de lino y seda. Estas tonalidades coinciden con lo que Grande advirtió en la documentación existente sobre ese período: las familias de la alta sociedad que veraneaban en la Cosa Azul vestían de color blanco. Para captar el ambiente de la Riviera Francesa de la década de los años 20, Sonia Grande se inspiró en fotógrafos como Edward Steichen o Jacques Henri Lartigue y los Murphy, un matrimonio estadounidense que, por medio de actividades y fiestas, hizo resurgir el mundo del arte y de las letras a la Costa Azul francesa de la época. En Magia a la luz de la luna, el personaje de Sophie transmite la frescura de la juventud a través de tejidos ligeros en tonalidades pastel. El vestuario fue creado desde cero con telas vintage de la época. La silueta de los diseños es la propia de ese período: talle bajo y faldas a la altura de la rodilla en los vestidos de día, que se completan con zapatos Mary Jane de trabilla y sombreros adornados con flores, inspirados en cuadros del pintor impresionista Leo Gestel.
Desde el primer encuentro, Standley aprecia la belleza de Sophie, pero la señala como una niña. Esa inocencia característica de la juventud, y la vulnerabilidad del personaje, se transmiten en los diseños infantiles que viste, como el que luce en la primera sesión de espiritismo, compuesto de una blusa sin mangas de cuello marinero y una falda de color rojo. Tras la sesión en la mansión de los Catledge, donde Sophie contacta con un espíritu, Standley se siente desconcertado y comienza a pensar en la posibilidad de que la joven tenga realmente poderes. A partir de ese momento, el vestuario del inglés sufre pequeños cambios, incorporando prendas de tonos más claros y tejidos ligeros, como se aprecia en las escenas en las que invita a Sophie a visitar a su tía. Del atuendo podríamos destacar los zapatos blancos de verano, característicos de la moda masculina en los años 20, hechos a medida por la firma española de calzado Carmina Shoemaker. El personaje femenino continúa con prendas sueltas y vaporosas. El color verde, un tono vinculado al agua y denota sosiego, fue elegido por Grande para las secuencias en las que la vidente pasea por la costa junto a Standley y se resguardan de la lluvia durante una tormenta. Se confeccionaron y tiñeron de verde cuatro copias del mismo para poder rodar la secuencia en la que ella aparece empapada. Además de prendas vintage, firmas como la joyería Van Cleef & Arpels cedieron piezas valiosas de la época para Magia a la luz de la luna. Tras pasar el día juntos, Standley se da cuenta de que, aunque poseen personalidades desiguales, se complementan mutuamente, y el mago inglés comienza a creer en Sophie. En ese momento, la diseñadora Sonia da otro toque al vestuario y se torna completamente blanco, definiendo al personaje como un creyente más. En ocasiones, aparece con una indumentaria informal compuesta por camisa y pantalón con cinturón y vuelta en el bajo, común en época estival de la Riviera. En otros momentos, viste un traje ligero de playa con chaleco y corbata.
![]() |
![]() |
Sophie, al estar junto a un hombre tan inteligente como Standley, aprende sobre temas que ignoraba y comienza a vestir con ropa de color amarillo, un tono vinculado a la sabiduría. Sustituye los diseños juveniles con cuellos bebé por vestidos sensuales de transparencias, sin mangas y cuello de pico, conservando la línea de principios de los años 20. El verdadero punto de inflexión de la protagonista tiene lugar en la fiesta celebrada por los Catledge: Sophie aparece ataviada con un elegante vestido largo de noche y tocado dorado, al puro estilo flapper de los años 20; una pieza auténtica de la época que transforma a la joven en una mujer. Pero cuando Stanley Crawford descubre que los poderes de Sophie son falsos, el personaje retorna a sus prendas de origen con chaquetas de cuadros en tejido de tweed y colores apagados, mientras que la joven médium vuelve a los vestidos rosados....Al mismo tiempo que destapa el engaño que Sophie y su madre han urdido, Standley descubre que se ha enamorado y, alentado por su tía, se declara a la joven. Es el momento en el que él sigue fiel a su estilo inglés y Sophie luce un vestido ligero de color amarillo, creando un vínculo entre ambos personajes.
Woody recupera la comedia romántica para hacer las delicias de los espectadores. Donde la comedia nace de los ingeniosos, irónicos e inteligentes diálogos de los personajes. Desde la magnífica actriz inglesa Eileen Atkins, quien mantiene unos diálogos con Colin Firth sobresalientes, a la pareja protagonista formada por Emma Stone y Firth. Una pareja adorable que bebe del cine clásico, y que al igual que películas como Historias de Filadelfia de Cukor, nos presentan a unos protagonistas que no parecen tener nada en común y que arrancan con un enfrentamiento verbal. En ambas películas sabemos que esos personajes tienen que acabar juntos. Lo sabemos y no nos importa. Porque sabemos que estamos ante una comedia romántica. Y Woody cumple todas las reglas de este género desaparecido y que tantas obras maestras ha dejado para la historia del cine.
Un romanticismo que no empalaga, porque el corazón sabe cosas que la razón no entiende y donde la verdadera magia es la del AMOR. Con uno de los finales más hermosos de la filmografía de Woody y tan característico del género. Píldoras de esperanza y optimismo que nos permiten soñar. La película tiene el sello Allen desde el comienzo donde nos presenta a un mago que no cree en la magia. Como gran retratista de las almas humanas, sus personajes viven en la contradicción, como lo hacemos todos. Sus debates sobre la muerte, referencias a Nietzsche e incluso a su adorado Bergman están presentes. En una escena de El séptimo sello en el que la muerte se acerca a una bruja que es condenada a ser quemada viva por haber visto al diablo, la muerte le pregunta: "¿Es verdad que has visto al Diablo?, ¿Cómo es?". La propia muerte tiene dudas sobre la existencia de si hay vida después de la muerte. En Magic in the Moonlight el personaje de Colin Firth, ante la posibilidad de que verdaderamente sea una vidente, agarra con angustia y entusiasmo a Sophie y le pregunta "¿Es verdad? ¿Entonces hay vida después de la muerte? ¿Dónde has estado todos estos años?"... Es un film increíble para dejarse llevar y disfrutar de los diálogos, los juegos de palabras, y la magia a la luz de la luna. Con la impronta genuina de Woody Allen, hombre declaradamente escéptico que siempre se ha tomado con humor crítico todo tipo de movimiento religioso o espiritualista, incluido uno que se puso de moda en EE.UU. y Europa: el espiritismo. Allen realiza con este filme, que yo no lo considero menor sino notable, una obra marcadamente anti pseudociencias o anti productos religo-espirituales, cuyos seguidores suelen tener en su mayoría mentes bastante crédulas o excesivamente confiadas y acríticas. Así pues estamos ante una humorística película «made in Woody Allen», donde a todas luces deja claro el hastío que le producen la gente crédula o incapaz de hacer uso de la humana característica por excelencia: el escrutinio racional.
![]() |
![]() |
Y es que en la historia suele ser así, son muchísimos más, legiones, los que se creen las cosas por la simple visión o apariencia, sin indagarlas, sin indagar qué hay detrás de ellas ni cotejar que por cada crédulo o ingenuo suele haber dos timadores o estafadores, que por cada persona que habla la verdad suele haber millones que dicen mentiras. En este sentido, conocido es el llamado «efecto Jeane Dixon», efecto según el cual las predicciones fallidas de todo ese tipo de adivinadores, espiritistas, etc., son mucho más numerosas que sus aciertos; sin embargo, cosa sorprendente, los crédulos solo se quedan con los escasos aciertos, si es que los hay, y olvidan la abundancia de desaciertos. De ahí, este diálogo tan sobresaliente y crítico de la película, donde Allen sitúa hablando a dos profesionales de la magia y uno le comenta al otro que ha visto y estudiado a una médium excepcional que cae en trances adivinando cosas imposible de saber por ella, lo cual le ha llevado al convencimiento de que puede ser una médium real y verdadera; a lo que el otro mago, escéptico donde los haya le replica:
-"¿No sabes que los científicos son los más fáciles de engañar? ¡No hay nada verdadero, Howard! ¡Es todo falso! Del espiritismo al Vaticano. No puedo creer que digas eso"-
Además, conviene que recordemos que grandes representantes de la mística, la espiritualidad y la religión a lo largo de la historia, son quienes precisamente nos han señalado de manera diáfana, entre ellos santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, que los fenómenos explícitamente espirituales, tipo trances, visiones, predicciones, adivinaciones, comunicados con y desde el Más Allá, etc., no son pruebas de autenticidad del hecho espiritual ni de la experiencia religiosa, sino más bien la corrección de la existencia. En definitiva, Woody Allen, vuelve a indicarnos que en este mundo es mucho más difícil no engañar a la gente que engañarla; es más incluso, engañar a la gente suele ser tan fácil y corriente como el parpadear. Elegante comedia romántica, bien escrita, por Woody Allen, que, aparte de las típicas cositas de enamorados, aporta un interesante discurso sobre la fe, ligero pero contundente. Es un film brillante, e inteligente, cosa que no se puede decir del, aproximadamente, 99% de las comedias románticas de nuestros días. Ideal para pasar un rato de lo más agradable. Eso provoca inevitablemente acudir al cine con las expectativas altas, muy altas, lo que eso origina fácilmente, en un primer momento ciertas dosis de decepción... Para luego derivar en un matizado “vaya, esta pequeña obra maestra de la cinematografía actual es como yo deseaba. Porque, queridos lectores, si estuviéramos ante un director primerizo y desconocido, podéis estar seguros de que esta película correría como la pólvora por todos los circuitos del arte y ensayo, porque sean obras menores o mayores, la entrega anual del maestro siempre nos enriquece, nos alecciona y nos satisface de un modo u otro.
![]() |
![]() |
Yo particularmente tengo mi propia imagen de Woody. Un señor de casi 80 años, que cada año comparte conmigo sus reflexiones sobre la Vida, el Universo y Todo Lo Demás, y su buen hacer cinematográfico, por lo cual no puedo sino estarle agradecido. Es como acudir a una lección magistral del venerable y anciano gurú del monasterio budista. Maestro, ¿de qué nos vas a hablar hoy?. Pues hoy el maestro anda inquieto, porque va a cumplir esos 80 años, y va viendo que le queda poco en el convento. Y quieras que no, todos reflexionamos en un momento u otro: ¿Vale la pena creer en algo, en el Mas Allá, en la vida después de la muerte, en Dios?... Pascal, Nietzsche, Hobbes, Dickens, Beethoven, Freud, Hitchcock, son algunos de los referentes con que nuestro sabio anciano nos adereza hoy su relato. Un relato que como suele ser ya habitual, adopta la forma de una amable fábula o cuento, como también hacia otro gran maestro, Eric Rohmer. Y que por si fuera poco, nos ameniza con pequeñas bromas, nos las envuelve en exquisita ambientación y fotografía y en una banda sonora que es por sí sola toda una lección de musicología.. Acaba de cumplir 79 años, y dice que para él hacer películas se ha convertido en una especie de exorcismo, en una forma muy particular de batallar contra el tiempo y de espantar a la muerte. La necesidad que siempre ha tenido Woody Allen de rodar y presentar una película al año se antoja ahora más perentoria que nunca, y en mutua correspondencia, somos muchos los que consideramos que cada nuevo estreno anual del director es por encima de todo un regalo que nos siguen dando el cine y la vida. Y ojalá que podamos disfrutar con estos regalos unos cuantos añitos más. No sé qué será de nosotros el día que nos falte Woody, y lo peor es que para entonces ya no haya Woody, es que ya no habrá películas de Woody. Quizá entonces echaremos en falta nuestra cita anual con el maestro, y añoraremos pequeñas piezas de cámara como esta que nos llega ahora. Yo siempre digo que las películas de Allen son como el vino, mejoran con los años; tras su estreno reciben un año sí y otro también el calificativo de “obra menor”, pasan a ser irremediablemente una más dentro de su filmografía, no resisten básicamente la comparación con las obras maestras de antaño y los críticos lo tienen fácil a la hora del encasillamiento. No obstante, pasan los años, y por arte de magia es entonces cuando se revelan como lo que realmente son.
Al final, es el propio director cuyo espíritu aparece en escena en el cuerpo de Colin Firth quien decide dar un golpe de timón y mandarnos un mensaje optimista y de esperanza. Vuelve a recurrir a la magia y a la comedia clásica que tantas veces le han salvado. En realidad lo ha estado haciendo desde el principio, pero es en este momento cuando Allen nos pide que sigamos creyendo en la magia y en el amor como lo único que nos puede ayudar a soportar la realidad y es capaz de aportarnos esperanza en un mundo que en realidad ofrece muy pocas esperanzas. Yo, por mi parte pienso hacerle caso, voy a seguir creyendo en la magia y en el amor. Y voy a seguir esperando con la misma ilusión de siempre el estreno de la próxima película de Woody Allen, ese regalo inmenso y maravilloso que nos siguen dando el cine y la vida, porque existe magia en la locura de vivir y amar, sin que haya porqués, ni lógica ni respuestas para casi nada…es un particular legado donde el ilusionismo y las ilusiones están por encima de la verdad cotidiana de nuestras aburridas vidas. 'Magia a la Luz de la Luna' sacia nuestra cita anual con el escuálido clarinetista, estará entre sus obras más recordadas, pero como siempre se rodea de un reparto de caras conocidas a las que consigue extraer interpretaciones sinceras, consiguiendo cosas tan inesperadas como Colin Firth, sin abandonar su habitual flema inglesa, se convierta en el alter ego de su autor, mutando en su neurosis aquí más comedida, junto a una encantadora Emma Stone que ya sabemos que repetirá en la próxima película, como siempre aún sin título, donde tendrá de compañero de reparto nada menos que a Joaquin Phoenix. Creo que no descubro nada nuevo si afirmo el gran componente autodestructivo que ha presidido toda la filmografía de Woody Allen. Misterioso asesinato en Manhattan, sin embargo, constituye un punto de inflexión hacia una actitud que se plasma luego en Balas sobre Broadway y se consagra en Poderosa Afrodita, es decir, la vindicación de la sencillez como bálsamo a este despropósito que denominamos vida.
Pues bien, hallamos todo un glosario de lugares y referencias geográficas en Magia a la luz de la luna: la acción se inicia en Berlín, el mago, magníficamente interpretado por Colin Firth, es de Londres, la médium es de un pueblo de nombre exótico del Estado de Michigan (¿habrá algo menos woodyallenesco que un pueblo de nombre exótico en el estado de Michigan?), la acción transcurre en la Provenza, hay un proyecto de luna de miel a las islas griegas y los Mares del Sur, concretamente a Bora Bora. De manera que, este largometraje se erige en una especie de panacea geográfica. No es la primera vez que Woody apela a la magia como sostén de sus filmes, puesto que así lo hizo de manera explícita, por ejemplo, en La maldición del escorpión de jade o en Scoop. Comunicación con los muertos hay también en esta película, así como en Encontrarás al hombre de tu vida. Por lo que Allen utiliza junto con un espacio nuevo para su obra un elemento que le ha resultado muy grato en sus últimas producciones, lo que conecta con el afán de huir de la realidad ha presidido la actitud de gran parte de los creadores desde que el ser humano es el ser humano. Es la búsqueda de la región ideal. Cabe destacar también que Firth y Stone, están bien acompañados por actrices de la talla de Marcia Gay Harden y Jacki Weaver, el film cuenta con un buen trabajo en el vestuario y hay un aspecto de ironía que también encontramos en las últimas películas de Allen. Notable para sus seguidores, el director parece dirigir con poca energía, no llega a la altura de "Midnight in Paris", pero su vuelo es agradable y deja un buen sabor de boca en el espectador. Allen es una leyenda del cine, no hay duda y posiblemente está situado en los tres primeros lugares de los mejores dialoguistas del cine, o por lo menos de los que yo he encontrado, Magia a la Luz de la Luna es un filme bello, de esos que yo recomendaría ver en pareja para pasarla bien si buscan una comedia inteligente bien referenciada y respaldada literalmente, debo decirlo disfruté con el filme y su cinematografía me pareció hermosa, junto a un logrado trabajo de fotografía, Firth y Stone disfrutan sus personajes, aunque no se si creer que logran la química adecuada, las situaciones son entretenidas los malentendidos disfrutables, incluso Allen se deja mostrar algunos de esos temas recurrentes en su filmografía, la magia, la divinidad y por su puesto el amor. Un filme lleno de arte y extraordinarios momentos. Magia, que es de alguna forma de lo que trata la película. Un duelo entre lo racional y lo irracional, entre un mago, siempre correctísimo en cada papel que hace, y una médium, Emma Stone a pesar de que el doblaje al castellano no le haga ningún bien. Woody Allen ironiza como él sólo sabe ambas partes, sin colocarse en ningún momento del lado de ninguno. Al igual que en el amor, traspasando eso de la magia, nadie puede ponerse en un lugar. No es posible encontrar, lo racional de lo irracional, ni viceversa. Y, en cierto modo, ¿qué importa?
![]() |
Es una magnifica película que perdurará en los océanos del tiempo, porque es una obra escrita y dirigida con el corazón de un maestro del cine...No es una de esas enormes ironías de la cabeza de Mr. Allen....Jacki Weaver, que está espléndida con un personaje a medio exprimir, igual que Maria Gay Harden. Pero lo que sí tiene Magia a la luz de la Luna es eso que va más allá de los típicos títulos de crédito con fondo jazz. de un inspirado y grandísimo profesional del cine, al que llaman Woody Allen,