LA LEY DEL DESEO

 

 

 

 

 

 

El 25 de septiembre de 1949 nacía en el manchego pueblo de Calzada de Calatrava (Ciudad Real) Pedro Almodóvar, dentro de una España profunda y ultra católica de la posguerra, en una familia de arrieros y con gran presencia de mujeres, cuyo mundo plasmaría en sus películas. Sus padres eran Antonio Almodóvar  y Francisca Caballero. La familia emigró a Orellana la Vieja y más tarde a Madrigalejo (Cáceres) y Pedro estudió el bachillerato en Cáceres, con los salesianos. Tras sobrevivir a ese ambiente tan homo fóbico que aún muchos recordamos en España -yo crecí en una ciudad de provincias en los años sesenta y a los homosexuales se les hacía la vida imposible hasta que se marchaban a Madrid o Barcelona, en busca del anonimato, y el peor insulto que te podían decir en el instituto era llamarte ""maricón"... Pedro comienza una carrera cinematográfica meteórica en el Madrid de la Movida que le consagrará mundialmente como uno de los mejores directores de las últimas décadas. Como nadie es profeta en su tierra, Pedro, que ya recibió un Oscar en 1999, está mucho menos valorado en España que fuera, hasta tal punto que la Academia Española de Cine no propuso a su película "Hable con ella" para el Oscar a la mejor película de habla no inglesa y sin embargo en Hollywood le dieron el Oscar al mejor guión original, tras haber ganado previamente el Globo de Oro a la mejor película en lengua no inglesa de ese mismo año. Tras un comienzo en el que destacan "Laberinto de pasiones" y "Entre tinieblas", Almodóvar filma su primer gran film hablando de la supervivencia de una modesta ama de casa y asistenta en el Madrid de los ochenta, "¿Qué he hecho yo para merecer ésto?", donde hace una exhibición de su gran conocimiento sobre la mente, la comedia y el corazón de la mujer española de su generación. En 1987 consigue producir por sus propios medios "La ley del deseo", film rompedor donde los haya y que de inmediato se convierte en un film de culto del universo gay, ya que se trata de un drama romántico al uso con historias de amores no correspondidos, amores imposibles, celos, amores platónicos,... y en el que se evita por completo ese punto de sordidez que daban a sus historias directores como Fassbinder o posteriormente Gus Van Sant. El producto resultante es una película de culto, emocionante, tierna por momentos y muy dura en otros que pasó casi desapercibida por la cartelera española en un primer pase pero que, tras ser un gran éxito de crítica a nivel internacional, se volvió a proyectar en las salas de este país obteniendo al fin el reconocimiento que en su estreno se le había robado y lanzando al mundo el nombre, ahora ya universal, del actor Antonio Banderas..

 

Vaya este pequeño homenaje en forma de crítica cinematográfica a Pedro Almodóvar y su "La ley del deseo", por haber conseguido que la cultura homo-fóbica radical de la España profunda donde nacieron y crecieron, evolucionara hacia un ambiente de mayor tolerancia donde se puede salir del armario sin miedo.

 

"Carmen Maura ya era una actriz popular y respetada en ese momento. Solo tenía una debilidad, y era su relación conmigo. No tenía por qué haberse metido en una producción en la que ni siquiera iba a cobrar, pero apostó por el personaje y se involucró de una manera casi animal. Su instinto y su talento hicieron posible que su personaje de Tina tuviera tanta fuerza y sea todavía tan emblemático" (Pedro Almodovar).

La primera vez que vi La ley del deseo fue en 1988, un año después de su estreno. En estas décadas, España había cambiado mucho. En su momento, el film provocó un pequeño escándalo en un país que evolucionaba a marchas forzadas y, aunque no fue un gran éxito, se convirtió en cinta de culto. Chocó especialmente que, pese a ser una historia de pasiones y locura amorosa, no incluyera personajes heterosexuales. Era una audaz para la época. El director manchego la definió como un melodrama que habla de “la necesidad absoluta de sentirse deseado y el hecho de que, en esa ronda de gente que desea a gente, los deseos rara vez coinciden”. Con el paso de los años, La ley del deseo ha adquirido un estatus de clásico del cine español y de título intocable en la filmografía de su autor. Y como ya se ha hablado y escrito mucho sobre la película, no quiero incidir en lo de siempre. Por eso, mi trabajo es hablar sobre cine en primera persona, creo que explicar mi experiencia puede servir para entender mejor lo que supuso para algunos espectadores hace treinta años y lo que puede suponer ahora...Resiste bien los océanos del tiempo. Con la excepción de 'Qué he hecho yo para merecer esto', Almodóvar parecía un saludable gamberro sin otro tema de interés que su ambiente y su fauna. Aquella película lo reveló como algo más y cuando tomó partido por el cine negro pasional, el resultado, como en una de mis favoritas, "Todo sobre mi madre", es que no se puede leer tanto en apenas unas horas. Sus películas han envejecido estupendamente, de hecho ahora se aprecian mejor sus ramificaciones violentas, y continúa siendo una película bien acabada y llena de aristas. Admito y concedo a los detractores de La ley del deseo que esta película no tiene un gran argumento. No he comprendido jamás la tiranía del argumento que ocasionalmente se emplea para destruir películas que son puro arte; ni tampoco comprendo que el estilo sea simplificado a mero ejercicio gramatical. El estilo de Almodóvar se expresa en decisiones de dirección, pero también en su deliciosa y fascinante galería de personajes, sus hallazgos musicales o sus frecuentes interludios paródicos, como si de una obra teatral se tratara. El elegante travelling lateral al ritmo de "Ne me quitte pas" es un halo de belleza en medio de este mundo de personajes atravesados por Afrodita y Dionisio. Lo más convincente de 'La Ley del Deseo' es quizás lo que en su día no nos pareció más obvio: la posición que ejerce el personaje de Antonio Banderas, de amante solícito y que no se resigna al olvido, frente a la que rodaría mas tarde, 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'.

 

 

 

Se abre con una escena de doblaje que anuncia parte del argumento y de la temática del modo más sugerente posible y ambas contienen a Carmen Maura recitando o representando versiones más o menos evidentes de 'La voz humana' de Jean Cocteau. Me parece un signo bello - y no triste, sin caer en el tremendismo - que muchas personas juzguen ofensivo o vulgar el muy delicado gusto con el que Almodóvar rueda las historias de amor. No solamente elude cualquier tipo de gratuidad sino que usa detalles formidablemente groseros para ofrecer retratos de los personajes. Un ejemplo maravilloso es cuando el protagonista coge el lubricante tras su primera noche con su pícaro y desequilibrado amante. Al espectador bienpensante le parecerá una grosería condenable y gratuita, una prueba más de que Almodóvar necesita epatar; al librepensador no solamente le causará risa el detalle, por infrecuente en un panorama dominado por relaciones heteronormativas casi siempre rodadas desde un punto de vista masculino, sino que observará que es una manera muy divertida de explicar al público que el personaje es, de alguna manera, virgen y por lo tanto, su obsesión con ese hombre es lo primero... (lo que da pistas sobre qué relación ha mantenido con su identidad sexual). Igualmente sabio y coherente es colocar a Bibi Andersson, un transexual, dando vida a la madre real de la niña que interpreta Manuela Velasco y a Carmen Maura, una mujer, el único travestido de la película. El mundo es un teatro y Almodóvar, que parece tener aquí un alter-ego como director de cine y en la historia que se cuenta, quiere cubrirnos de máscaras a todos. No importa que el tercer acto se solucione con revelaciones inesperadas e intuiciones algo forzadas porque la película no destaca en el ámbito del thriller, sin embargo, como relato vibrante y urbano tiene pocos rivales.: en el escenario de este mundo, donde lo mismo una carta adquiere triple significado, típico juego de su cineasta con naturaleza híbrida, incluso la de su cine, tan generoso mirando a las mujeres, que un amor insalubre se vuelve necesario y carnal, todo aquel que ha pasado por los labios del deseo terminará, indefectiblemente, en brazos de la muerte. Me encanta esta película por el retrato que hace del Madrid nocturno del mes de agosto durante los ochenta: el calor, el asfalto, los andamios, los garitos de copas, los señores del Ayuntamiento regando la calle... Todo es como un cuadro de Ceesepe, que por cierto, hizo el cartel de la película.

 

La historia homosexual es el eje de la trama y la película funciona porque el universo Almodóvar tiene una fuerza plástica fabulosa. Las escenas de sexo son de lo más audaz que se ha hecho hasta ahora. La banda sonora, un poco jazzística, acompaña la sensación de verano urbano que lo impregna todo. Esta película es Carmen Maura. Sin ella, no se hubiera podido hacer. Su interpretación de la transexual es absolutamente magistral. La escena en la que entra en la iglesia cantando himnos con voz de cazalla, es para recordar. Pablo: director de cine con mucho éxito entre el género masculino, con mucha suerte hasta ahora al no haber pillado ni una enfermedad. Su hermana es Tina es transexual. Antes se llamaba Tino. Es actriz y nunca se acuesta con nadie porque el ultimo hombre con el que se enrollo y con el que huyo a Marruecos,  era su padre y la abandonó.

 

 

Antonio es un psicópata-gay, que vive con su madre que es coplera. Juan: antes o durante de acabar yonki perdido, es un bohemio que vive en un pueblo costero. Y aunque parezca raro, le gustan los hombres. Bibi Andersen: era Manolo. Tiene una hija con Tina, a pesar de que la naturaleza tiende a pensar que por detrás no se puede procrear. Es travesti. Almodóvar escribió el papel pensando en ella. Desconozco si por alguna extraña teoría matemática travesti más travesti acaba siendo igual a heterosexual, lo que nos daría una nueva visión del personaje. La niña: capaz de ponerte la carne de gallina representando el “Ne me quitte pas” de Jacques Brel, vive con Tina. Aún no le ha dado tiempo a volverse loca como todos los demás, debido a su corta edad. De mayor será transexual, como mamá. Los policías: Los Guillén-Cuervo frente a frente. A cargo de ellos el mejor diálogo del film:

- “He encontrado un cuarto de gramo. Con eso no nos da para acusarle de tenencia, no, pero nos da para dos rayas, ¿Quieres?.-

Mucho personaje libertario, mucho sexo y mucha droga. Diálogos hilarantes y espectacular colorido. Clásico almodovariano de los ochenta y del cine español. Sólo falta a Chus Lampreave. Personalmente me considero una enorme seguidor de Almodóvar, tengo que reconocer que siento debilidad por todo lo que hace. No digo que sea ni académico, ni correcto, a mí me va la sinceridad de sus películas, y la suya propia como persona. Me parece un tío estupendo y su trabajo también. Esta es la película que más me gusta de todas... Se me ponen los pelos de punta de recordar memorables escenas de Maura y de Poncela en este film, que ya son clásicas de nuestro cine, aunque les pese a muchos detractores de Almodóvar. No soy ciego con respecto a toda la cinematrogafía de Pedro, porque he de reconocer que salí decepcionado de Kika y Carne Trémula, pero me encanta ir al cine a ver lo nuevo de Almodóvar, es como una religión. Volviendo a la película totalmente recomendada para almodovarianos sin complejos, amantes de los dramones con chispa, de la España de los 80, de Poncela y Maura. El único que no me da la talla es Miky Molina, pero como dijo Wilder: "nadie es perfecto".

Secuencia brillantísima el de la Maura por las calles de Madrid pidiendo a un basurero nocturno que la riegue.... RIÉGUEME, RIÉGUEME.... y maravillosa también la escena final con Banderas cantándole a Poncela el "Lo dudo " . También es divertido ver pequeños cameos de actualmente otros actores ahora muy conocidos y consagrados haciendo sus pinitos. Poncela está genial, tiene un papel muy atractivo que le posibilidad de enseñarnos lo buen actor que es. La Ley del deseo sigue, como lo hacía la que podría ser su hermana almodovariana.... ¡Átame!, los intrincados caminos del amor según la personal visión de su director, que pierde a sus personajes en un auténtico laberinto de pasiones, en el que las pruebas más grotescas pueden tener lugar y depararán los resultados más inesperados. Como todas las cintas de Almodóvar, su estilo es de sobra conocido, y para ver una cinta suya hay que meterse en su juego costumbrista, liberal en cuanto al sexo y la sociedad, lleno de sentido del humor propio y auto referencial que en ocasiones roza el surrealismo y repleto de personajes completos y perdidos en si mismos, que, como en ¡Átame! transitan por una película que habla de la soledad, del amor y de lo que somos capaces de hacer por llegar a conseguirlo, algo representado en ambas cintas por un soberbio Antonio Banderas que muestra en estas su versatilidad como actor, adoptando recursos dramáticos, cómicos y desquiciados. En el adocenado panorama del cine español de los 80, Almodóvar consigue construir cintas elegantes como esta, que además de poder entretener al gran público se convierten, en este caso en certeros análisis sociales de la época; los puntos intemporales para su director: esa mujer sentada en su puerta en un pueblo al sur de la península, la madre protectora, los policías del tricornio), presentados con un estilo único gracias a una espléndida y arriesgada fotografía y puesta en escena, que no duda en este caso en mostrar escenas de sexo homosexual con una naturalidad y ausencia de morbo excepcionales. Pero como siempre, si algo hay que destacar de las cintas de Almodóvar es su descripción de personajes y el tamiz que les dan sus actores. Director e intérpretes son capaces de crear personajes realmente inolvidables gracias a la labor de ambos. Eusebio Poncela da la mejor interpretación de su carrera con un personaje rico en matices, consigue mantener el interés a lo largo de la cinta sin que todos los demás personajes, más espectaculares en algunos casos, le hagan sombra. Antonio Banderas consigue esa variedad de registros regalándonos, como al principio de su carrera, interpretaciones aparentemente sencillas pero cargadas de sinceridad, creyéndose un personaje límite y emocionando a los espectadores. Y Carmen Maura, por este y otros muchos papeles se merece un lugar de honor en el cine, porque su caracterización de transexual solitaria y glamorosa es realmente fantástica, con momentos cómicos y dramáticos sobrecogedores...por ejemplo la confesión en el hospital.

 

 

 

 

Se puede considerar como el precedente "La mala educación", pues esta última es una especie de desarrollo de aquélla secuencia en la que Carmen Maura va a la iglesia y recuerda su adolescencia. Se nota en todo momento que Almodóvar pone en La Ley del Deseo una enorme pasión y logra gran convicción y credibilidad. Los actores están magníficos. Aquí, además, apunta ya un dominio de la técnica (la secuencia del accidente de coche, con pocos medios, está muy bien rodada), gusto por la estética y más definición hacia el drama. Por ejemplo, esta dualidad entre drama/comedia había perjudicado la que pudo ser otra excelente película suya, Matador, que se quedó a medio camino....Es una película sobre lo complicado del amor, donde los unos aman a los otros, pero sin ser correspondidos. Una de las mejores películas de Almodóvar, posiblemente la primera centralizada y correcta de todas las que había hecho. Su segunda historia "gay" después de LABERINTO DE PASIONES, de nuevo con Antonio Banderas, aquí como figura principal. Carmen Maura es un personaje que podría haber sido omitido en cuanto a la trama que aporta, pero ocupa bastantes escenas hasta incluso hacernos olvidar de otros interpretes y que causa mucho efecto y atractivo, y hasta la actriz parece una transexual de verdad. Lo sorprendente que Bibi Andersen no fuera la transexual puesto que ya lo es, algo difícil creernos que ella es la madre y Carmen Maura el padre. Mítica la escena del riego, la escena final dramática y triste del suicidio de Antonio tras cantarle a Pablo "Lo dudo", de nuevo apariciones de Helga Liné desde Laberinto de Pasiones, y la primera aparición de ROSSY DE PALMA, antes de ser un referente en sus films y de nuevo ANTONIO BANDERAS con Eusebio Poncela que ya había aparecido en la anterior película MATADOR con mutua mirada cómplice, Antonio Banderas siempre haciendo de medio loco con el director y una breve aparición de nuevo y creo que última de Nacho Martínez como el doctor. y un jovencísimo Miguel Molina haciendo del no amante de Pablo. Una historia romántica y dramática, y divertida en muchos momentos. También aparecen los hombres Cuervo. Después de detallar una vez mas los prototipos de personajes y sus actores, debo reiterar que es de lo mejor que ha hecho Almodóvar.

 

La ley del deseo fue el primer film de Almodóvar producido por la compañía que él y su hermano Agustín habían constituido, El Deseo,S.A. Sin duda este hecho le permitió una libertad para hacer su obra más arriesgada, dado que en aquellos años en los que todavía se estaban digiriendo los cambios sociales, el gran público era aún reacio a aceptar una historia homosexual con la misma empatía con la que recibía las historias heterosexuales. Fué el primer film “de peso” en su carrera. Un melodrama, pero mostrando adrede su artificialidad, y puesto al servicio de un mensaje distinto al tradicional. Los créditos son anunciados en papeles rojo carmesí arrugados, la imagen de un amante despechado/a, y la música preanuncia una tragedia. Es una película de seres que son arrasados por la pasión, y son llevados como marionetas sin más timón que la estela que deja el objeto de su deseo, sin ningún punto de contacto con la realidad; para las que lo único que importa es el ser en el que han puesto toda su energía vital. Esta pasión arde, se consume, y muere. Esto es mostrado bellamente, con metáforas visuales de fuego, los vestidos rojos de los “poseídos”, y en el comienzo, la primera escena de pasión, el encuadre en rojo de la palabra “FIN” nos dice cuál es el destino inevitable de ese deseo. La letra “L” de la ley, al comienzo, enmarca los rostros de los tres protagonistas principales, en un surco que parece un tajo, una herida abierta. La puesta en escena es excelente. El manejo del simbolismo en los colores, la escena del altar ardiendo, la escena del monólogo de “la voz humana”, el homenaje a Fellini en la sensual escena de la manguera con Carmen Maura, la burla a la TV con Rossy de Palma, el amado de Pablo, que lo abandona, viajando en su vespino, con el fondo del libro de Cocteau y el polvo cayendo sobre él como fría nieve, como sueño hecho añicos, son algunos ejemplos. No merece menos halagos el manejo de cámara: el travelling de la escena de desolación de Tina con la canción de la niña, la toma desde dentro de la máquina de escribir, una ingeniosa y original manera de mostrar en una sola secuencias, sin palabras, la prisión emocional en la que se halla el protagonista. Un film de una fuerza dramática increíble, de los mejores ejercicios expresivos de todo el cine de Almodóvar.

 

 

 

 

El director manchego es famoso por tratar en muchas de sus películas temas delicados y situaciones inusuales, sus personajes en muchas ocasiones son gente marginal, homosexuales, transexuales, drogadictos y normalmente las historias siempre giran entorno a estos personajes. Esta cinta crea un gran escándalo en su estreno por su temática, tan inusual en el cine español, por sus escenas entre homosexuales. Una de las escenas más famosa es en la que un empleado de la limpieza riega con una manguera a Tina en plena calle y ella disfruta, simulando tener una especie de orgasmo en plena noche madrileña. Almodóvar está aquí en su momento, en lo que se dice, de un artista que llega al máximo de su potencial creativo. Se le pueden decir muchas cosas y tildar sus faltas en otras de sus películas, pero lo que le sobra en esta al director manchego es personalidad. La ley del deseo se nos presenta como un triángulo a tres bandas donde tres personajes se prestan al juego de la creación, el sexo y la locura. Con un elenco envidiable con La Maura a la cabeza, un enigmático Eusebio Poncela y Antonio Banderas se llega a una catarsis narrativa en la que el sudor y el deseo van de la mano hasta filtrarse por los plásticos de los andamios de las calles de Madrid, el chorro de una manguera o un atardecer en una azotea jerezana. Sin duda la obra maestra del director manchego. No hay nada en el cine como lo físico. Aquí extrapola la pantalla. Emocionante obra de un Almodóvar en estado de gracia. Todo en esta película resulta hermoso, vibrante. La pasión traspasa la pantalla y nos hace cómplices de los avatares de los protagonistas.

1986. La movida se acaba. Da sus últimos coletazos y la frescura desquiciada del punk más despendolado, promiscuo y poli toxicómano se va encauzando en formas culturales y sociales más políticamente correctas. El bello sueño en el que la libertad carecía de límites resultó no ser cierto. El santo vicio, el bendito desenfreno y el glorioso sexo pasaron de moda. La mierda sin etiquetas está “out” y la basura que no huele ni mancha está “in”. La larga marcha está a punto de llegar a su fin porque ya no puede continuar más. Sólo queda el desencanto mezclado con la angustia porque lo auténtico acaba y será sustituido por el vacío. “La Ley del deseo” es el punto y final fílmico y personal de un Almodóvar que sabe que una etapa de su vida ha llegado a su fin. Almodóvar debe abandonar poco a poco y sin que se note la provocación más rabiosa y vital para ponerse la lucrativa etiqueta de “enfant terrible”, porque todos le dicen  que esta etapa ya ha llegado a su fin, debe llegar a su fin. Pero no es el fin (nunca es el fin), porque 18 años después Almodóvar haría otra película sobre la movida, “La Mala Educación”, una película estrechamente vinculada a ésta, complementándose ambas en una unión de realidades y recuerdos. “La ley del deseo” es la realidad de lo inmediato, del amante que está apunto de perder aquello que le hace sentir vivo. La infelicidad es el estado idóneo del escritor porque en esos momentos es cuando sus demonios internos afloran con más fuerza. Amamos lo que no tenemos y queremos lo que sabemos que vamos a perder. La química entre dos cuerpos es algo tan vulgar y biológico que parece casi un insulto que una función corporal tan trivial nos subyugue de semejante manera. Los mejores amores son los que no tienen ninguna razón de ser, son los que más rápidamente aparecen y los que se consumen y te consumen con más facilidad. En “La ley del deseo” el alter-ego de Almodóvar, y me pregunto ¿era capaz el director de enamorarse de alguien? El hilo de la trama, el asesinato, las persecuciones, la amnesia son solo elementos circunstanciales que otorgan frescura y entretenimiento a la película. El fondo del film es esa ley no escrita de la que nadie escapa. Una dura, descarnada y cruel historia de amores correspondidos y no correspondidos que, como las buenas historias, trasciende una condición sexual determinada para reflejar sentimientos universales con los que te puedas identificar.

La ley del deseo de Pedro Almodóvar, sugerente e idónea, con imágenes llenas de detalles que la hacen estéticamente apropiada y eficiente para el film. La música, es variada, con algunas canciones discotequeras que son algo pasadas de moda, pero con otros sonidos franceses e incluso algún bolero que la hacen más propia del director con uno de sus habituales Bernardo Bonnezzi. Destacando un gran trabajo técnico de planos y cámara, que hace buen uso de los travellings, detalles, reconocimiento, avanti, subjetivo y primera persona. El guión, escrito por el mismo director y con sus característicos vaivenes y líos amorosos, es verosímil y provocador, con un final inquietante y absorbente que sorprende gratamente y gusta ver, ya que mejora notablemente el film completo que iba siendo más bien lineal y menos incitador. Llevado a cabo con una narrativa con voz en off que es equilibrada y sencilla, con algunos toques pesimistas y psicológicamente inestables, que dan inquietud y desconciertan al público.

En conclusión, la considero una obra indispensable y esencial del director, la cual va de menos a más hasta alcanzar el notable gracias a un final apasionante e inesperado que inquieta y absorbe al espectador. Recomendable por su dirección, guión, interpretaciones y narrativa que hacen de La ley del deseo, uno de los films a tener en cuenta en la filmografía del director, y que no solo gustará a sus incondicionales, sino también a los buscadores de cintas con finales inesperados. Resumiendo una obra de culto de enormes dimensiones.

 

Fue ganadora del premio a la mejor película del año en el Festival Internacional de Berlín.

Festival de cine de Bogotá

Mejor Director  La ley del deseo        

Fotogramas de Plata

Mejor película española           Ganadora

Mejor actor de cine     Antonio Banderas 

Mejor actriz de cine     Carmen Maura

 

cineparaiso2@gmail.com