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CINEMA PARADISO
UNA PELÍCULA QUE NOS HACER AMAR EL CINE
!! No se como empezar, ni como explicar porque me encanta ésta película. Quizá sea porque me siento como un Totó en potencia, un niño que ama el cine y que deseó algún día participar en él. Procuro siempre aportar parte de mis vivencias y mezclarlas con las películas de las cuales escribo... Cinema Paradiso en un poco mi vida, aquellos años de niño, acompañado de mi padre y contemplando embelesado las imágenes de aquellos clásicos, en el cine Doré de Madrid, él se fué, como se le fué a Totó Alfredo, a él le quedaron durante el resto de su vida la figura y enseñanzas de Alfredo....A mí me han cosido con hilo de oro en mente y corazón las palabras de mi padre cuando me explicaba detalles que como niño yo no comprendía. Desde entonces hasta ahora mismo, puedo decir que tuve el mejor profesor. Y al igual que Totó a través de los años todavía danzan los momentos vividos desde la sala de proyección de aquel... !!! Cine Doré !!!. Recuerdo las historias que me contabas, donde siempre era el vencedor, igual que Totó, gracias por enseñarme a ver cine, por inculcarme que con esfuerzo todo se puede. Y por aquellas noches en que dormí en tus brazos antes de que te marcharas de mi vida, y sobre todo por cuidarme aunque...eres el mejor.!!
Giuseppe Tornatore plasmó en esta película sentimientos que cobran vida una y otra vez, proyectándolos en el film. La música te eleva por la piel de un personaje entrañable, un pueblo acogedor y un cine que hace soñar a todos sus espectadores, y Cinema Paradiso capta todas esas emociones y las plasma en una magnífica película realizada a base de latidos de corazón, las que no se olvidan fácilmente. Es una de mis películas favoritas, un homenaje espléndido al cine, a los sentimientos y todo ello de la mejor y más hermosa manera posible. Un beso en imágenes, es recordar los amores pasados. Tantas y tantas veces en al sala del cine, emocionado, casi escuchando una respiración a mi lado, mientras se oían las voces y veíamos las imágenes en la pantalla grande; en la oscuridad del cine. Y luego tomarle la mano y darle un apasionado beso, imaginando que yo era el héroe de la película, y que ella me amaba… Esas cosas suceden siempre en el mundo del cine y también en la vida real. Amor en nuestro templo sagrado… y en Cinema Paradiso. La película retrata la época de la posguerra en Italia, tras la segunda guerra mundial. Se corresponde en el tiempo a la posguerra española. Es una época marcada por la pobreza y las malas condiciones de vida. Ante ello, el cine es el único medio que tienen para entretener y para abstraerse de problemas. Cuando el protagonista es un niño, la película se ambienta en la posguerra en un pueblecito italiano. Se puede relacionar con el hecho que en el 1989 se cumplían 50 años del final de la segunda guerra mundial y aún quedaban cicatrices en todas las familias europeas. Por otro lado, tal y como se comenta en varias ocasiones a finales de los ochenta la industria del cine europeo estuvo en crisis a causa de la televisión y con la aparición de cadenas privadas. Este aspecto también lo vemos en el film con el hecho de que a medida que el protagonista se va haciendo mayor la expectación de los habitantes del pueblo ante la proyección de películas va disminuyendo... el Cinema Paradiso pierde la función que tenía de unión entre todos los personajes del pueblo. También podemos ver la influencia que tenía la Iglesia en la sociedad de aquella época, ésta era la encargada de censurar y clasificar las películas, como de tantas otras cosas, para poder ser vistas por el pueblo, esto llevó a la generación de los besos robados. Fué una época marcada por la censura y ésta provocaba en los espectadores una frustración, al no poder ver las escenas eróticas. Al final de la película, tras la muerte de Alfredo, este le deja a Totó un video con todas las escenas de aquellos besos robados....!! Secuencia magistral e inolvidable !!.
Todo el pueblo acudía al cine, reía, lloraba, se emocionaba, se enamoraba, se excitaba… Por otro lado, al encontrarnos con una cabina y una sala de proyecciones como escenarios principales, es casi inevitable la referencia a numerosas películas, ya sea a través de carteles o de las mismas proyecciones e incluso por medio de la recreación de los diálogos en los juegos del pequeño Totó. Es el caso de Casablanca, La diligencia, La tierra tiembla, La fiebre del oro, Charlot campeón de boxeo, En nombre de la ley, Lo que el viento se llevó, Furia, Pompieri di Viggiù, Arroz amargo, Cadena, Siete novias para siete hermanos, Ulises, Moby Dick , Obsesión, Y Dios creó a la mujer, entre otras muchas. Todas tienen cierta relación con la película, ya sea por la situación que está pasando la sociedad, la vida de Totó, las penurias que en ese momento tienen que pasar las personas mas desfavorecidas, pero si profundizamos en Ulises, podemos ver que guarda cierta relación el viaje que realiza Ulises con el viaje que en un futuro Totó realizará para no volver hasta que pasan 30 años. También se puede apreciar la semejanza que guardan Penélope con la madre de Totó, ya que ambas esperan eternamente por ellos, aquí podemos ver que la mujer de la vida de Totó es su propia madre, mientras que Elena es un personaje ausente, casi sin ningún tipo de importancia, ya que abandona a Totó para irse con su familia. Cinema Paradiso es la semblanza de Salvatore , un joven cuyo amor por el cine, su tierra, su novia y su amigo del alma le inspiran a mejorar como persona. Un paseo bello y nostálgico por su vida, su infancia, su adolescencia y su madurez...Giuseppe Tornatore conjugó los sueños de todo cinéfilo, vivir en una fábula donde cada caída signifique un levantamiento más fuerte, donde se puede jugar con el tiempo, con la tristeza y con la alegría, un mundo al cual tan solo podemos observar y añorar.
Magnificas interpretaciones de los tres Salvatore, el adulto, el joven y el niño; con especial mención de los dos últimos, quienes roban la película con el carisma que impregnaron a las andanzas del personaje central; también está el lujo de contar con Philippe Noiret , quien interpreta de forma magistral al bondadoso operador del cinematógrafo. La partitura de Ennio Morricone, la fotografía de Blasco Giurato, y sobre todas las cosas admirar el magnifico trabajo de Tornatore tanto en el guión como en la dirección de esta obra de culto que ya forma parte del salón de honor del séptimo arte, como una gran obra maestra contemporánea. Cinema Paradiso cuenta además entre sus mejores logros con uno de los finales mas enternecedores de la historia, un epílogo antológico para un cinéfilo empedernido como el que escribe este articulo. Un momento invaluable para cerrar esta hermosa y monumental película...Totalmente impresionante. Los italianos son los reyes a la hora de transmitir emociones positivas. Nadie les hace sombra. Giuseppe Tornatore coloca unos sólidos cimientos sobre los que edifica un peliculón como la copa de un pino. Su construcción se va gestando en la cabina de proyección, donde se nos presenta a un enamorado del cine llamado Alfredo y a su aprendiz Totó. Y el egregio guión y una atmósfera de ensueño modelan el ARTE que llamamos CINE..La estrella del film es el cine Paraíso, único vínculo sólido de todos los habitantes del pequeño pueblo. El cine cobra una vida inusual acogiendo en sus butacas a mujeres que dan el pecho, a hombres que roncan, a chicos que se masturban sin reparos durante la primera época del destape, a Charlot, o aficionados que veían el mismo film una docena de veces, a parejas que van a meterse mano, al cura que censura todos los besos ante el abucheo general, a un trailler de La diligencia, a amores que se encuentran, a Kirk Douglas, a Lo que el viento se llevó, a familias enteras que vivían cada proyección como si fuese la última, e incluso a un faccioso de platea que se permitía el lujo de escupir a la plebe... Y todos estos personajes y situaciones forman parte de la vida de Totó y de Alfredo, quienes desde su cubículo observan a la muchedumbre, cambian el rollo, ríen o discuten. Y todo con lirismo, una calma, unos planos que son oro puro, un ambiente de sosegada melancolía que tanto trabajan los italianos... y que es una maravilla. Tornatore nos regala una de las películas más hermosas que he visto en mi vida, la misma que me ha arrancado recuerdos de las salas de un Madrid de los años 50 y 60, como fueron los cines: Doré, Monumental o el Ideal...todos en esta ciudad que me vió nacer y a la que amo demasiado, la que me resguarda danzando en mi vida, acordes de la mejor banda sonora de un tiempo que el viento no se llevará jamás.
La frase final de Alfredo es de lo más emotiva y una de las mejores de cuantas abundan en la película:
"Este pueblo está maldito. ¡Vete!, vete y no vuelvas nunca. Y si algún día te gana la nostalgia y regresas… No me busques. No toques a mi puerta porque no te abriré. Busca algo que te guste y hazlo, ámalo como amabas de niño la cabina del Cinema Paradiso. Desde hoy, ya no quiero oírte hablar; ahora, quiero oír hablar de ti…".
Hoy quiero hacer una declaración de amor al cine. Y qué mejor que decírselo a Cinema Paradiso, un film que por solo es puro sentimiento al séptimo arte. Cinema Paradiso es más que una película. Es una historia llena de nostalgia por su manera de ver, vivir y entender al cine. Preñada de melancolía y humor, Cinema Paradiso cuenta la historia de un director que, al enterarse de la muerte del encargado de la sala de cine de su pueblo, recuerda toda su vida anterior. La historia de un cine de pueblo a lo largo de sus décadas, su auge, sus anécdotas, su declive y desaparición definitiva. Es asombrosa la capacidad de Tornatore para captar lo cotidiano. Totó no se separa del lado de Alfredo, coleccionando en secreto aquellos cortes que el sacerdote, censor definitivo, suprime de las películas proyectadas. Así que Totó guarda, como si de un tesoro se tratara, todos los besos y caricias prohibidos en una vieja caja. Trocitos de vida. La estructura en flashback, según los recuerdos de Salvatore de mayor, nos va preparando para un clímax final que es un homenaje sentido al séptimo arte como vehículo de entretenimiento y aprendizaje en la vida. Aparte de las excelencias del reparto, la cinta se beneficia de una de sus partituras mas bellas y emotivas, y nos vuelven a recordar la intensidad emocional que despiertan los recuerdos, la melancolía que salta a chorros cuando la memoria rememora hechos que marcaron nuestra vida y que se han quedado atrás. Cinema Paradiso es la memoria de unos tiempos que muchos recuerdan con lágrimas en los ojos; es la nostalgia de la niñez, de la juventud, de todo lo que se fue y quedo atrás. Emocionante, muy emocionante.... Esta película es el cine y está dentro de ella. Es una historia de amistad entre Totó y Alfredo... pero yo siempre que quedaré con el deseo de Totó: !!! El cine siempre será magia.!!!.
Narrada mediante un largo analepsis, que abarca la primera y segunda parte, el film explica de manera detallada y minuciosa una historia emocionante y enternecedora. Suma la sobriedad del neorrealismo y el humor de la comedia italiana. La evocación de la infancia y juventud se presenta sazonada de nostalgia y humor a partes iguales, mientras en el tramo final eleva el tono melancólico y se reviste de aires dramáticos. Muestra con horror la frecuencia y rigor de los castigos corporales que recibían los niños, en casa y en la escuela, en los años 40 y 50. Presenta una galería de personajes cálidos y entrañables, que definen la manera de ser, pensar y comportarse de los habitantes de la localidad y los espectadores en el cine. Entre el público hay chiquillos alborotados, jóvenes en busca de novia, madres que dan el pecho a bebés, aficionados que se saben de memoria los diálogos, chavales que se masturban, chicas en busca de marido, mayores que duermen... El público asiste activamente mediante ruidosas quejas por los cortes, ovaciones, risas sonoras y aplausos al bueno de la película...Entre los personajes sobresalen el tonto del pueblo, el cobrador y acomodador de la sala, el cura párroco, la prostituta que ofrece servicios rápidos y discretos en los lavados, el neofascista de la platea.... En los años 40 y 50, antes de la proliferación de la televisión doméstica, las salas de cine de pueblo eran, después de la Iglesia parroquial, el principal referente formal de reunión, encuentro, convivencia, conversación, comunicación, exhibición y demostración pública. Cinema Paradiso rinde homenaje a películas americanas famosas, como La diligencia o Casablanca. La obra destila amor por el cine y a su universo de estrellas, títulos famosos, mitos, historias, fascinación y magia. Además de fuente de entretenimiento y felicidad, el cine es, fuente de conocimiento y aprendizaje.
La película apuesta por valores como la fuerza de voluntad, la amistad, las capacidades de las personas con discapacidad, las relaciones intergeneracionales, la lucha contra el conformismo, los afanes se superación y realización. Celebra la amistad, la infancia, la juventud, la fiesta y la alegría de vivir. Desde que los hermanos Lumiere vieran en el cinematógrafo el gran negocio que fue desde aquella mítica exhibición en el "Boulevard des Capulines", han pasado más de cien años y no tantas innovaciones como cabría esperar en un arte nuevo y moderno como es el celuloide. Se podría decir que en los primeros treinta años de existencia los Griffith, Porter, Gance, Melies, Lang, Eisenstein, Lubitsch y Murnau inventaron todo lo que había que inventar y que en años posteriores únicamente se han dedicado a seguir la corriente, salvo sonoras excepciones dadas por las circunstancias políticas que rodeaban a cineastas inconformistas que veían como el cine clásico no era valido para contar lo que ellos querían. Así le paso a Rosellini y su Neorrealismo, a Buñuel con su “Perro Andaluz”, a Godard y su “A bout de soufflé” o a Bergman con “Persona”. No quiero con esto desprestigiar ni mucho menos a cineastas que intentaron jugar con las estrictas normas, sobre todo en EEUU con su Código Hays, e hicieron suyos géneros como la comedia, recordemos a Wilder, Cukor, Capra, Polanski o el más puro cine comercial de Lucas, Spielberg o Coppola.... Incluso he podido disfrutar con panfletos cinematográficos rodados en la época de las grandes guerras como la vibrante película de Michael Curtiz, “Casablanca”. ¿Y que se puede esperar del cine si se puede contar con los dedos de las manos los artistas que han aportado algo radicalmente innovador al séptimo arte?... Pues lo que nos transmite Tornatore en su “Cinema Paradiso”: la emoción. No hay que olvidar que el ser humano es tonto de naturaleza y nos emocionan las mismas cosas aunque las veamos doscientas veces porque siempre o casi siempre, porque hay argumentos repetidos hasta la saciedad y siempre encontraremos algo distinto, algo a lo que agarrarnos durante dos horas que nos haga reflexionar sobre nuestras propias vidas o simplemente seguir aspirando la magia del séptimo arte.
Escribir sobre esta película me parece fascinante. La narración de una vida, los recuerdos de la infancia y la adolescencia, la nostalgia... todo eso, por si fuera poco, aderezado con una declaración de amor al cine, como vehículo para contar grandes historias, es un prodigio técnico, e incluso un fenómeno social. Tornatore ha seleccionado todos esos conceptos tan prometedores, y los ha presentado de una forma que me atrae por las emociones que pretende transmitir. Para empezar, con Totó. Un niño adorable, desde luego... No soy de los que ven un crío en pantalla y les asaltan inmediatamente ensoñaciones herodianas, pero el chico es pura magia en la primera parte. La segunda dura bastante menos, apenas cuarenta minutos, y en ella se narra la adolescencia y juventud de Totó, compaginando su pasión por el cine y por su trabajo con las experiencias vitales propias de su edad. Bajo mi punto de vista le falta mas metraje. La historia de amor, por ejemplo, tiene una profundización en sus personajes y en el por qué de su enamoramiento. Se presenta con una narración plagada y llena de momentos sonrojantes.Y no sólo es eso. La ausencia debida al servicio militar, la reconstrucción de los cines, la necesidad de abandonar el pueblo y dar carpetazo a su vida anterior... todo esto se narra de forma muy clara... y nos lleva a un film de culto, donde todos deberíamos vernos reflejados, yo al menos sí, he vivido situaciones similares como conté al comienzo, y los cinéfilos estarán de acuerdo conmigo en que hablamos de puro cine, pero con afluentes que se dan en todos los países del mundo....Eso es Cinema Paradiso, una obra maestra con millones de destellos de luz.
El último cuarto de hora narra la vuelta a casa del protagonista. Es sin duda donde el sentimiento de nostalgia está muy bien retratado... Sin embargo, y entre ellos la sensación incómoda de que, en esa serie de escenas de recuerdos, la respuesta emocional viene también dada por la excelente música y las imágenes. Y por lo que transmite el personaje por sí solo. La escena final, es espectacular. Creo que es ahí donde he podido, definitivamente, identificarme con Totó. No sabría cómo explicarlo, pero me ha hecho recordar momentos en los que he vivido sensaciones parecidas, en los que me he visto absorbido por la emoción de una historia: la forma de sonreír, los ojos humedecidos y los gestos me han parecido tan reales y tan cercanos a mi experiencia que me han cogido completamente desnudo. Siempre he creído que cuando nacemos estamos hechos solo de amor. Mira en los ojos de un niño y es probablemente lo único que verás. Pero ese amor que en principio nace puro está condicionado desde el origen. El niño observa, quiere aprender y desde sus primeros pasos su vida empieza a determinarse por el amor que recibe, todo lo que palpita a su alrededor le influye y en base a ello irá construyendo su personalidad. En Cinema Paradiso se nos presenta a Salvatore, al que todos llaman Totó, que está encandilado por lo que sucede en el pequeño cine de su pueblo. Pero al pequeño no le basta con sentarse en la butaca como al resto de los niños, el quiere ver que hay detrás de la pantalla.
Con el tiempo los amores de nuestra niñez se entremezclan con sentimientos nuevos que nos hacen volver a empezar de cero. Desconocíamos la pasión, el deseo, el mero poder de un beso y todo ello se le presenta a Salvatore en la figura de Elena, la chica que le enseñará que hay muchos tipos diferentes de amor. Y como cuando era un niño, Salvatore observa para ir poco a poco acercándose nuevamente a lo que ama. Y no resulta el camino recorrido demasiado diferente al que le llevó a construir su amistad con Alfredo, aunque en esta ocasión el devenir de la vida y los obstáculos serán demasiado sinuosos. Sin embargo, Salvatore recordará siempre a Elena como al gran amor de su vida. ¿Acaso no es el primero siempre único e inolvidable?. Llegada la edad adulta seremos lo que el amor ha querido que seamos. Salvatore es un hombre de éxito, que ha sabido devolverle al cine todo lo que éste le había dado pero en su cama se ha instalado el vacío en forma de amantes que vienen y van. En sus ojos tristes se refleja el recuerdo de Elena y también el de su amigo Alfredo y no puede si no darle la espalda al fantasma que comparte su cama para llorar en soledad los días pasados ¿Acaso no hemos llorado recordando un amor verdadero que se ha volatilizado?. Y ha de ser en un regreso al viejo Cine Paradiso cuando todo el amor del pequeño Totó, del joven Salvatore y del hombre que se ha forjado a través de ambos, estalle al final ante sus ojos y por extensión ante los nuestros que hemos pasado de ser meros espectadores a participar con nuestras lágrimas hacia el cine, hacia nuestros amigos y hacia aquellas mujeres que verdaderamente hemos amado. Al igual que en otras formas de expresión artística, en el cine también es complicado transmitir emociones. En esta obra de arte, el artista logra conjugar los elementos de que dispone, de tal manera que, cual si de una escultura se tratara, forman un "todo" deliciosamente moldeado. Se podría analizar por partes, pero una cinta tan cálida y entrañable no se merece un análisis desde la frialdad de la técnica cinematográfica.
“Cinema Paradiso” es capaz de introducirte en la piel del personaje principal, de forma que puedes llegar a sentir como propia la evolución de su vida a través de todas sus etapas vitales, sintiendo incluso, la perspectiva de un hombre cuyo blanco cabello delata sus años. Giuseppe Tornatore consigue mediante una magnífica dirección, trasladar a través del séptimo arte el verdadero sentido y auténtico valor de la vida, porque habla de toda ella de una forma anatómica y tocando prácticamente todas las vivencias más importantes que podamos llegar a protagonizar. Un viejo cine de un pueblo de Sicilia se convierte en el epicentro y fábrica de emociones que transmiten todos los personajes que danzan por él. Lo divertido o entrañable se codea con lo dramático, mientras un puñado de vecinos se reúne semanalmente frente a su querida gran pantalla para transportarse a otro mundo...Conmovedora, llena de encanto y con un reparto inmejorable, el film es la respuesta a muchas preguntas, es una invitación a abrir los ojos definitivamente y dejarse llevar por la magia del cine como la de la propia vida. Obra maestra en la que su intensa concentración de emociones se va agitando durante todo el metraje para convertirse en un exquisito y oscarizado cóctel que nos hace recordar, sufrir y disfrutar. Su contenido es tan bello, que es inevitable que al espectador se le resbalen varias lagrimas en ciertos momentos de la película. No trata sobre un tema muy trillado como el amor o el desamor, al contrario, lo trata de una forma efímera y solo hace una pequeña referencia. Se centra en la amistad irrompible entre un Alfredo y un niño pequeño, hasta el punto de alcanzar el amor que existe entre un padre y un hijo. Enaltece los sentimientos, el amor, la amistad, la sabiduría que adquiere uno de los protagonistas debido a su edad, pese a su analfabetismo y sobre todo el ambiente familiar que se vive en el pueblo. He de concluir diciendo que es la única película que conozco que hace un homenaje a toda la historia del cine, desde sus comienzos con las primeras películas mudas y en blanco y negro hasta las sonoras y coloreadas. Siempre hay una serie de conceptos y adjetivos que se leen en las críticas que, si bien uno puede captarlos a la primera sin tener que mirar alguna referencia o alguna descripción, nunca alcanzas a saber para qué diablos se emplean o qué significan realmente. Uno de los que nunca he tenido muy claro es eso de que una película tenga "alma", a veces recuerdo haber leído la ausencia de ella como crítica negativa. A mi todo esto pasa rozándome y lejos de parecerme un argumento aceptable siempre me quedo con una expresión pensando:
-"Ah, pues vale. Ahora, por fin sé lo que es que una película tenga alma."-
Contiene una historia única e infinita para todos nosotros, puesto que todos tenemos momentos y personas que nos marcan siempre y que en esta película los recoge, bajo mi punto de vista, en las etapas más especiales...Una de ellas es la maravillosa infancia en la que todo se vive como una ilusión única, en la que lo que te gusta lo disfrutas con pasión irrecuperable y en la que los malos momentos no son contenidos, sino que son de gran desazón. Estos momentos medio caen en el olvido hasta que escuchas esa canción que sonaba en aquel momento o ves a esa persona, imagen o objeto que hace que sea un resorte en la memoria, y vuelves a sentir la intensidad por un segundo de aquel momento. Cuando eres mayor y empiezas a ser consciente y comprendes que la vida no todo sale como uno quiere, que no puedes vivir anclado en los viejos-buenos tiempos y que tienes que emprender nuevos caminos que nunca esperarías y te sientes obligado a tomar decisiones difíciles, que te enseñan a vivir la vida disfrutando cada momento al máximo porque sabes que lo bueno no siempre durará. Que llegarán momentos que debes de asumir errores y volver a levantarte porque ya no podrá tu padre cogerte, levantarte del suelo sacudirte la suciedad y decirte "no pasa nada, ve a jugar con tus amigos". Toda vida tiene sus momentos y esta película crea un sentimiento común de nostalgia en el público inigualable que me hace disfrutar de "Cinema Paradiso" siempre que la veo como si fuera la primera vez, me transmite la sensación que a veces olvido de que "esta plaza es mía" y yo procuraré disfrutarla como pueda.
El momento final en que el vuelve a casa sabiendo que no había ido desde joven, comprendiendo perfectamente que tomo una decisión dura, que implicaba errores a su juicio y su madre le recibe sin reproches y con todas sus cosas en la habitación...es sencillamente perfecto, digno de lo que es Cinema Paradiso, una obra maestra total, un culto a la magia del cine que nos hace pensar siempre:
!!QUE GRANDE ES EL CINE.......INOLVIDABLE TOTÓ !!
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